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FilosofíaReligiónBiografía

Cusa, Nicolás de (1401-1464).

Filósofo y matemático alemán, también llamado El Cusano. Figura crucial de la etapa de transición entre la Edad Media y el Renacimiento que en medio de la turbulencia y del desasosiego supo mantener la clarividencia para decantar la verdad en lo novedoso. Es considerado por algunos como el iniciador de la filosofía moderna alemana.

Vida y obras.

Nicolás de Cusa procedía de la ciudad que le dio nombre (Kues, Cusa en latín), por lo cual también es conocido como El Cusano; allí nació en 1401. Se educó en Deventer, con los Hermanos de la Vida Común, asimilando su misticismo neoplatónico. En Heidelberg se puso en contacto con el nominalismo de Occam. Luego estudió derecho, medicina y matemáticas en Padua, y en Colonia entró en contacto con el pensamiento de Alberto Magno y de Tomás de Aquino. Ordenado sacerdote, participó en el concilio de Basilea (1432) a favor del Papa y contra el conciliarismo. En 1437 es enviado a Constantinopla con una embajada que intentaba la reunión de las iglesias de Oriente y Occidente. Esta misión le dio la oportunidad de conocer más de cerca la filosofía griega, particularmente la de Platón. Nombrado cardenal, fue representante del Papa en varias misiones por Alemania. Murió en Todi (Umbría), en 1464.

Sus obras son: De concordantia catholica (1433, obra en la que defiende la unidad de la Iglesia Católica y la concordancia de todas las confesiones cristianas), De docta ignorantia (1440), De coniecturis (1441), Apologia doctae ignorantiae (1449), Idiota (1450), De visione Dei (1453), De potestate (1460), De beryllo (1458), De ludo globi (1460), De non aliud (1462), De venatione sapientiae (1463), De apice theoriae (1464).

Pensamiento filosófico.

La originalidad de Nicolás de Cusa está en haber sabido traducir la tradición neoplatónica medieval (Proclo, Dionisio Areopagita, Escoto Erigena, la escuela de Chartres) y la tradición mística alemana (Eckhart), a los términos de la nueva cultura humanística. Su formulación del platonismo consiste en la conciencia socrática de los límites del conocimiento humano. Esta ignorancia, sin embargo, es docta, porque en lugar de limitarse a los términos de la teología negativa, se abre a una infinita búsqueda de la aproximación a Dios. En su obra De docta ignorantia, Cusa enfoca su investigación en estas tres grandes cuestiones: Dios, el mundo y el hombre y Jesucristo. Plantea, ante todo, tres modalidades del conocimiento: Por los sentidos (con los que conocemos los objetos materiales), por la razón (con la que se elaboran los conceptos) y por el intelecto (que nos dispone, ayudados por la gracia, a conocer a Dios). Es aquí donde el hombre descubre su impotencia, ante la cual no le cabe otra cosa que admitir humildemente su limitación, para, acto seguido, emprender la tarea de potenciar sus facultades. A esto llama él docta ignorancia, al saber que no sabe nada. Nuestro intelecto apenas intuye a Dios en tanto que infinito y como coincidencia de los contrarios (coincidentia opositorum), como unificación de los opuestos. Sabemos que los contrarios coinciden en Dios, asegura Cusa, pero no sabemos cómo. La inteligencia humana en pos de la verdad es comparable a un polígono inscrito en un círculo: cuanto mayor sea el número de lados tanto más se acercará al círculo, pero nunca se identificará con él. Algo parecido ocurre con el hombre, que ni ha llegado ni llegará nunca al conocimiento pleno de la verdad. Sin embargo, la vía hacia lo infinito no nos es absolutamente inasequible, porque todo lo finito se encuentra en el infinito de modo ejemplar.

Existe, pues, una perfección ideal a la que lo creado debe tender. Todas las cosas están en Dios de modo complicado (complicatio) y eso hace posible la existencia de las mismas en su variedad. Decir que el mundo es una "explicación" de Dios, supone reconocer su previa "implicación" (implicatio). Por tanto, el mundo es una manifestación de Dios.

A partir de estas concepciones, El Cusano llega al completo rechazo de la tradicional cosmología aristotélica. Compenetrado con Dios y su imagen, el mundo no puede tener límites, por tanto no se le puede atribuir un espacio finito ni un único centro. Todo cuerpo celeste se ve sometido a un continuo movimiento, aunque su movimiento no puede ser apreciado desde otro cuerpo celeste. De esta forma se adelanta a la revolución copernicana. No obstante, el mundo existente es el mejor de los posibles. El hombre, por su parte, es una contracción individualizada del cosmos, un microcosmos, de modo que en su individualización se refleja todo el universo.

El pensamiento de Cusa tuvo gran influencia en Giordano Bruno, en Leibniz (que encontrará en él la intuición de las mónadas), e incluso en Hegel y Blondel. A partir del siglo XIX la historiografía ha reconocido en Nicolás de Cusa un precursor de la filosofía moderna.

Bibliografía.

  • COLOMER, E.: "Ramón Llull y Nicolás de Cusa. Ensayo de síntesis", en Pensamiento, vol. XVII, 1961.

  • CARRERAS Y ARTAU, T. y J.: "Influencia de Ramón Llull en el pensamiento teológico filosófico de los siglos XIV y XV", Actas I Congreso Internacional de Filosofía Medieval, Lovaina, 1960.

  • SANTINELLO, G.: Introduzzione a N. di Cusa, Bari, 1971.

Autor

  • CCG.