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Ingeniería y tecnologíaBiografía

Colomer y Luque, María Josefa (1913-2004).

Aviadora española, nacida en Barcelona el 31 de marzo de 1913 y fallecida el 25 de mayo de 2004 en Surrey (Inglaterra). Ha pasado a la historia de la aeronavegación española como la primera mujer que pilotó un vuelo comercial en territorio hispano, y la pionera también en la incorporación de la mujer al gremio de los instructores de vuelo.

Su pertenencia a una de las familias más adineradas de la Ciudad Condal le permitió adentrarse en el conocimiento de una de las disciplinas que, a la sazón, exigían un mayor desembolso a sus aprendices: las prácticas de vuelo. Y así, impulsada por una precoz afición a la aeronáutica y por el apoyo de sus familiares -su padre, al que no le entusiasmaba la idea de ver a su hija pilotando un avión, tampoco se mostró contrario a que viese cumplido lo que para ella era el mayor anhelo desde su infancia-, con tan sólo diecisiete años de edad se presentó en la Escola d'Aviació (Escuela de Aviación) de Barcelona dispuesta a realizar el curso de piloto. Ante lo inusitado de esta iniciativa, los responsables de la escuela (con Josep Canudas, el historiador de la aviación catalana, a la cabeza) intentaron que la joven María Pepa -como era conocida entre sus familiares y amigos- desistiera de su firme propósito, y para ello la admitieron a prueba durante algunos días en el aeródromo, con el convencimiento de que la dureza de la preparación y, sobre todo, su "bautismo del aire" habrían de provocar de inmediato el rechazo o el temor de la muchacha. Pero la animosa María Pepa no sólo no se amilanó durante sus primeros despegues y aterrizajes, sino que realizó las prácticas con tanta seguridad y tan apasionado interés que, al cabo de un año, cuando apenas contaba dieciocho de edad, ya estaba -a juicio de sus instructores- plenamente capacitada para afrontar los exámenes previos a la obtención del título oficial de piloto aviador. Realizadas el día 19 de enero de 1931, dichas pruebas fueron superadas con asombroso dominio de la situación y conocimiento de las técnicas de vuelo por parte de María Josefa Colomer y Luque, quien pasó así a convertirse en la primera mujer catalana que ostentaba el título de aviadora (y la tercera en recibir esta graduación oficial en toda España). Este acontecimiento resultaba tan extraordinario dentro de las coordenadas sociales y mentales de la época que, según relata el citado historiador de la aviación, María Pepa fue agasajada con un banquete por parte de los Amics de l'Aeròdrom Canudas, quienes pretendieron con este homenaje no sólo festejar la incorporación de una mujer a un ámbito laboral y vocacional hasta entonces exclusivamente masculino, sino también hacerse perdonar el escepticismo que habían exhibido a la hora de pensar que una muchacha española podría pilotar una nave aérea.

Avalada por este primer éxito profesional, la joven catalana pronto se convirtió en uno de los referentes obligados del movimiento feminista español, muy bullicioso y animado por aquellos tiempos merced a las mayores posibilidades de desarrollo que la II República ofrecía a las mujeres. Celebrada, además, por todos los integrantes del entonces selecto y reducido mundillo de la aeronáutica, María Pepa Colomer y Luque fue requerida en cuantos actos públicos y privados se organizaban para impulsar y popularizar la aviación en España (festivales, exhibiciones, visitas a aeródromos y hangares, etc.); y así, v. gr., sólo unos días antes de la proclamación de dicho régimen político, fue invitada a tomar parte activa en el festival organizado por el Aero Club de Catalunya en el aeródromo de la Aeronáutica Naval, donde debía ejercer como madrina en los solemnes actos conmemorativos del primer vuelo en España (realizado el 11 de febrero de 1910) y copilotar, junto a Felipe García Charlo, la nueva avioneta Loring Elizalde. Corría, a la sazón, el día 23 de febrero de 1931, y aunque María Pepa Colomer apenas llevaba un mes como aviadora titulada, cumplió airosamente con su cometido y demostró con este gesto que las mujeres estaban perfectamente capacitadas para el manejo de los instrumentos técnicos más complejos y avanzados (demostración que no resultaba fácil de probar ante la mentalidad cerril y trasnochada de muchas personas de su tiempo, incluida gran parte de la población femenina).

Tan segura estaba de su capacidad al frente de una aeronave, que se atrevió incluso a competir aquel mismo año con sus compañeros de oficio en el concurso de vuelos organizado el día 30 de agosto de 1931, en el campo de La Pineda, por el Ayuntamiento de Cardadeu, el Aeròdrom Canudas y el club de vuelo a vela Los Falciolts, donde todos los pilotos eran mucho más expertos que ella. Así, al año siguiente (concretamente, el día 22 de mayo de 1932), volvió a medirse con otros avezados aviadores catalanes (entre los que figuraban -amén del susodicho Josep Canudas- Josep María Carreras, Guillem Xuclà y Jaume Camarasa) en el concurso organizado por los Amics de l'Aeròdrom Canudas, dentro de las modalidades de habilidad, velocidad y aterrizaje. Un par de meses antes de participar en este último certamen, María Pepa Colomer había sido llamada a colaborar en una serie de vuelos destinados a fotografiar desde el aire las instalaciones de las Fuerzas Hidroeléctricas de Andorra S. A., misión en la que la aguerrida aviadora catalana pilotó, en la mañana del 14 de marzo de 1932, un Farman 194, con motor de 250 HP, que había aterrizado por vez primera en Barcelona el 27 de septiembre de 1931, y con el que se pensaba abrir una línea aérea entre Barcelona y el Principado pirenaico.

Quedaba claro, pues, que la afición a la aeronavegación de María Josefa Colomer y Luque no era un mero capricho esnob de niña adinerada y consentida, ya que la joven estaba dispuesta no sólo a tomar parte en exhibiciones y competiciones organizadas para entretener a los socios pudientes de los selectos clubes de aviación, sino también a prestar sus servicios como piloto titulado en diferente tareas laborales como la recién descrita. Fruto de este interés de María Pepa por la aviación profesional fue su inscripción, en septiembre de 1932, en la Unió de Pilots Aviadors de Catalunya, una organización fundada por aquellos días con el propósito primordial de garantizar a todos los pilotos civiles un seguro de accidentes. Ya por aquel entonces contaba con el título de instructor de vuelo otorgado por la Dirección de Aviación Civil, por lo que pronto estableció una relación laboral con esa Escola d'Aviació de Barcelona en la que se había presentado, hacía apenas dos años, con la peregrina ilusión de convertirse en una de las primeras aviadoras españolas, y comenzó a trabajar como profesora al lado de los que habían sido sus maestros. Durante buena parte de la II República, ejerció este oficio de instructora de vuelo y formó a varias promociones de pilotos civiles dentro de la citada escuela, hasta que en 1935 fundó, junto a otros compañeros como Joaquim Sangenís, Lluís Aguilera, Llorenç Fornés y el ya citado Josep María Carreras -que había contraído matrimonio con la audaz aviadora-, la Cooperativa de Treball Aeri, una brillante iniciativa privada dentro de la aviación comercial española, en la que continuó desempeñando labores de instructora de vuelo.

En ello estaba cuando el cruento estallido de la Guerra Civil deshizo -como tantas otras empresas e iniciativas prósperas- la Cooperativa de Treball Aeri y provocó la movilización de los pilotos y de todo el personal que trabajaba en ella. Aviadores, mecánicos, montadores y el resto de los empleados de la compañía -incluida María Pepa Colomer, que fue movilizada el 4 de octubre de 1936- quedaron incorporados, en efecto, a los Serveis Aeronàutics de la Generalitat, que habían sido traspasados al gobierno autónomo catalán el 21 de enero de 1933, y absorbidos por la Conselleria de Defensa, a raíz de la guerra, durante el verano de 1936. Tras prestar diferentes servicios en acciones bélicas -aunque sin recibir por ello ninguna graduación militar-, logró abandonar el país en compañía de su esposo al término de la contienda fratricida, y ambos se establecieron en el Reino Unido, donde María Josefa Colomer y Luque continuó realizando diversas actividades de aeronavegación y Josep María Carreras sirvió en la fuerzas aéreas inglesas (RAF) durante la II Guerra Mundial. Pero el aumento del núcleo familiar (fueron, en Inglaterra, padres de dos hijos) apartó de los vuelos a la animosa aviadora catalana.

Bibliografía.

  • CANUDAS BUSQUETS, Josep. Historia de la Aviación Catalana (1908-1936) (Barcelona: Edicions de La Magrana, 1983).

  • COROMINAS BERTRÁN, Lluís. "Colomer y Luque, María Pepa", en MARTÍNEZ, Cándida; PASTOR, Reyna; PASCUA, Mª José de la; y TAVERA, Susanna [directoras]: Mujeres en la Historia de España (Madrid: Planeta, 2000), págs. 473-475.

  • MALUQUER I WHAL, Joan J. L'aviació de Catalunya els primers mesos de la guerra civil (Barcelona: Pòrtic, 1978).

  • PECKER, Beatriz y PÉREZ GRANGE, Carlos. Crónica de la aviación española (Madrid: Sílex, Ediciones, 1983).

  • RELLO, Salvador. La aviación en la guerra de España (Madrid: Editorial San Martín, 1969).

  • VV. AA. Historia de la Aviación Española (Madrid: Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica, 1988).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.