Brancati, Vitaliano (1907-1954).
Narrador, ensayista y dramaturgo italiano, nacido en Pachino (en Siracusa, Sicilia) en 1907 y fallecido en Turín en 1954. Desde unos dubitativos comienzos marcados por el deslumbramiento que causara en sus escritos juveniles la mitología fascista, evolucionó hacia una literatura anticonformista y liberal que reivindicaba los derechos universales del hombre y se servía de los aspectos cómicos para poner énfasis en sus sátiras políticas.
Movido desde sus primeros pasos escolares por una decidida vocación literaria, el joven Vitaliano Brancati recibió la instrucción elemental y secundaria en su isla natal hasta que, lleno de entusiasmo por sus perspectivas profesionales y por el exultante efecto de la propaganda fascista, abandonó su escuela de Catania para instalarse en Roma, donde empezó a ganarse la vida con sus primeros escritos. La mayor parte de éstos, aparecidos en periódicos y revistas de la época, estaban trufados de una ideología totalitaria que, al cabo de unos pocos años, sumió en una profunda crisis de valores al todavía joven Brancati, quien no tuvo más remedio que renegar, a lo largo de toda su carrera literaria, de estas primeras publicaciones suyas.
Por aquel entonces, ya había dado a la imprenta también algunos textos dramáticos de menor importancia que, sin embargo, preludiaban el éxito posterior que habría de cosechar sobre la escena. En su andadura narrativa, debutó en 1930 con una primera entrega novelesca titulada El amigo del vencedor, una sátira despiadada de esa burguesía siciliana que tan bien conocía por su propia peripecia vital. Aunque con todos los defectos achacables a una opera prima, en esta narración extensa de Vitaliano Brancati ya se constata la presencia de un tema que habría de ser una constante a lo largo de su fecunda producción literaria: la búsqueda desesperada de la felicidad, en un mundo hostil en el que parece imposible hallarla.
Sus coqueteos juveniles con el fascismo quedaron definitivamente atrás hacia mediados de los años treinta, cuando, a la salida de la crisis que le había llevado a cuestionarse esta ideología, Brancati dio a la imprenta la novela titulada Singolare avventura di viaggio (Singular aventura de viaje, 1934), obra en la que asomaban otras dos líneas temáticas que, junto a la mencionada en el parágrafo anterior, habrían de constituir las claves de su éxito literario: la problemática existencial y la importancia de las relaciones eróticas en el ser humano. Tras la buena acogida deparada por críticos y lectores a esta novela, el nuevo Brancati regresó a Catania y comenzó a ejercer allí la docencia, al tiempo que consolidaba su actividad literaria por medio de numerosos artículos publicados en el semanario Omnibus, más tarde recopilados en un volumen bajo el título de I piaceri (Los placeres, 1943). En estas colaboraciones periodístico-literarias, el escritor siciliano hacía gala ya de ese anticonformismo radical que iba a dar sentido al resto de su obra, presente luego en otras colecciones de artículos y ensayos como Ritorno alla censura (Retorno a la censura, 1952), inspirada en la prohibición, por parte de las autoridades italianas, de estrenar su mejor obra teatral, La governante (La gobernanta, 1952); y el mismo espíritu liberal queda manifiesto en las recopilaciones publicadas, póstumamente, bajo los epígrafes de Diario romano (1961) e Il borghese e l'immensitá (El burgués y la inmensidad, 1973).
En 1938, Vitaliano Brancati publicó una de sus novelas más celebradas, Gli anni perduti (Los años perdidos), una mordaz narración en la que la intensificación de los recursos cómicos cobra un alcance simbólico universal que puede equipararse con el de las mejores obras de Gogol y Chejov. El éxito cosechado por esta entrega narrativa se vio confirmado, pocos años después, con la publicación de otra famosa novela de Brancati, Don Giovanni in Sicilia (Don Juan en Sicilia, 1941), otra obra cómica, en clave farsesca, centrada ahora en las supuestas hazañas del Tenorio en la isla meridional italiana. Al cabo de tres años, el escritor de Pachino volvió a los escaparates de las librerías con un nuevo éxito de ventas, Il bell'Antonio (El bello Antonio, 1944), un acercamiento tragicómico al espinoso asunto de la impotencia sexual. Poco después, le llegó el turno de la ridiculización al pensamiento fascista, duramente satirizado por Vitaliano Brancati en la novela titulada Il vecchio con gli stivali (El viejo de las botas, 1945), en la que los ingredientes cómicos cobran tintes macabros. Posteriormente, el autor siciliano emprendió la redacción de otra ambiciosa novela que, al amparo del análisis de las costumbres sociales y los valores morales de la Italia posterior a la Segunda Guerra Mundial, pretendía reflejar las obsesiones eróticas de su protagonista. Esta obra, titulada Paolo il caldo (Pablo el ardiente, 1955), quedó inconclusa debido a la temprana muerte de Brancati (sobrevenida cuando aún le faltaban tres años para alcanzar los cincuenta). No obstante, vio la luz al cabo de un año de la desaparición de su autor, y se convirtió en el gran éxito póstumo del agudo cronista italiano.
Como era de esperar, la facilidad de Vitaliano Brancati para llegar de forma tan directa como eficaz al lector medio italiano permitió que algunas de sus narraciones y piezas teatrales sirvieran de base a otras tantas cintas cinematográficas de éxito. El caso más significativo fue el de su extraordinaria novela antifascista Il vecchio con gli stavili, sobre la que ofreció una magnífica adaptación a la gran pantalla el director italiano Luigi Zampa, bajo el título de Años difíciles.
En general, la rigurosa censura italiana de mediados del siglo XX se ensañó con la obra del escritor siciliano, y muy especialmente con sus piezas dramáticas. El mayor problema de esta índole, como ya se ha indicado más arriba, le sobrevino a raíz de la presentación de su mejor obra teatral, La governante, en la que Brancati seguía explorando sus obsesiones eróticas para abordar sin prejuicios el delicado tema de la homosexualidad femenina.
JRF
