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ArquitecturaBiografía

Boullée, Étienne-Louis (1728-1799).

Arquitecto francés, nacido en París en 1728 y muerto en la misma ciudad en 1799. Fue un destacado teórico de la arquitectura del siglo XVIII, uno de los denominados arquitectos visionarios o utópicos. La mayor parte de su obra fue arquitectura dibujada, pensada para no ser construida. Junto con Ledoux y Lecqueu propuso una ruptura definitiva con el clasicismo, para lo cual generó una nueva concepción de la arquitectura.

Vida

Su primera formación y su vocación inicial fue la pintura; por parte materna fue pariente del pintor François Boucher quien le inició en ese arte; esta formación determinaría luego, como arquitecto, la importancia que otorgó al dibujo.

Estudió arquitectura bajo la guía de diversos arquitectos, ninguno muy destacado. A los diecinueve años ya enseñaba en la École des Ponts et Chaussées. Su carrera como docente fue muy larga y, en parte, a ella se debió la repercusión tan fuerte que tuvieron sus ideas, ya que sus alumnos las siguieron y en muchos casos las concretaron en proyectos presentados para el Grand Prix de Francia.

Fue un hombre de una vasta cultura y gran erudición. Ávido estudioso de disciplinas como la física o las matemáticas, incansable lector de libros de viajes, además de un gran conocedor de mineralogía y cristalografía. Cada una de las visiones plasmada en sus proyectos visionarios respondía a un profundo estudio y meditación asentado en su amplia cultura.

Además Boullée, como la mayoría de los arquitectos de su época, fue masón lo que le proporcionó unos amplísimos conocimientos exotéricos, que aunque no dejó que se traslucieran en sus proyectos se encontraban en la base de los mismos.

Obra

Comenzó su carrera activa en 1752 con J.B. Pierre y E.M. Falconet, con la proyección de la Cahapelle Calvaire en Saint–Roch, París. Construyó después numerosas casas en la ciudad y en el campo. En 1775 fue, sólo por dos años, Intendant de Bâtiments del conde de Artois, para el que diseñó, en 1780, un gran palacio en los jardines de Roule, el primero de sus proyectos visionarios con los que se hizo famoso. En 1778 se le nombró Controleurenel Hôtel Royal des Invalides y, dos años después, en la École Militaire, pero en 1782 dimitió de ambos cargos. Continuó recibiendo encargos oficiales y transformó el Hôtel de Force en una prisión, 1780-1782, el Hôtel Tubeuf, en Bolsa, 1784, y el Hôtel Langlée, en la Lôterie Royal, 1788. Tras realizar estos proyectos abandonó el ejercicio de la arquitectura, se dedicó a la docencia y a la elaboración de una serie de proyectos fantásticos, muchos de los cuales ilustrarían su breve Essai sur l’art, que no se publicó hasta el siglo XX.

Fue miembro de la Académie desde 1762 hasta su supresión en 1793.

Entre sus principales obras construidas destacan: Hôtel Alexandre, 16 rue de la Ville l’Evêque, París, 1763-1766; Hôtel de Monville, rue de la Ville l’Evêque, París, 1764 (ambos demolidos); Château de Chaville, 1764-1766 (demolido); Hôtel de Pernon, Chaussée d’Antin, París, 1768-1771 (demolido); Hôtel de Thun, Chaussée d’Antin, París, 1779-1771 (demolido); Hôtel Brunoy, rue du Faubourg Saint-Honoré, París, 1775-1779 (demolido).

Proyectos visionarios

Las nuevas ideas asentadas con la revolución francesa tuvieron claras consecuencias sobre la arquitectura de ese país. En primer lugar, la necesidad de nuevos edificios públicos que fueran emblema de las nuevas ideas de igualdad; en segundo lugar, la aparición de tipologías igualmente novedosas que respondiesen a las nuevas necesidades de los ciudadanos, como bibliotecas, hospitales, cárceles o museos, todos ellos emblemas de la nueva patria. En tercer lugar, una arquitectura que mostrara la afirmación de los nuevos ciudadanos y de sus derechos, hecho que se expresó a través de un gigantismo arquitectónico y por la aplicación de la idea de monumento, es decir construcción conmemorativa, a todos los edificios públicos que tenían que expresar el carácter simbólico de la nueva Francia.

Todas estas circunstancias se pudieron concretar tras la revolución por la existencia de una arquitectura denominada visionaria de la que Boullée y Ledoux fueron sus más destacados y más prolíficos representantes. Aunque su obra fue muy distinta, claramente hubo una interacción entre ambos y, desde luego, fueron los dos arquitectos que consiguieron iniciar la ruptura con el clasicismo y la ortodoxia de la Academia, produciendo un nuevo estilo visionario que supieron plasmar en proyectos concretos e incluso en encargos oficiales y que más tarde se convirtió en el poso sobre el que se construyó la nueva arquitectura.

El factor decisivo que sirvió para alterar el modo de pensar de la arquitectura fue la introducción del jardín inglés en Francia, con la carga de pintoresquismo que conllevaba. Boullée trabajó posiblemente en el jardín del Château de Chaville en 1765, uno de los primeros jardines ingleses en Francia y posteriormente en el de Issy-les-Moulineaux. En estas dos obras Boullée empezó a adoptar el criterio visual de la arquitectura por sí mismo, y la posibilidad de realizar construcciones puramente imaginativas. Posteriormente en las obras y composiciones de Boullée existió una clara conexión con las composiciones introducidas en Francia por los teóricos de la jardinería.

Boullée inició la transformación de su estilo academicista tras la finalización del Hôtel Brunoy, en 1779, a partir de este momento su estilo se cargó de solemnidad y se hizo espléndido y también más ostentoso. La confirmación de su transformación se produjo en 1780 cuando recibió el encargo de la reedificiación de Versalles, para lo que realizó una serie de proyectos de los que sólo queda el último, el 'grand projet', presagio de las utopías que desarrollaría después. Boullée planteó un enorme edificio de angustiosa uniformidad y monotonía, con el que inició su búsqueda de una arquitectura sublime basada en el concepto de simetría. En este proyecto Boullée abandonó la realidad, para lo cual planteó un edificio irrealizable, en primer lugar porque las obras de Versalles llevaban paralizadas varios años por falta de presupuesto y, en segundo lugar, porque el rey no quería realizar grandes proyectos arquitectónicos. Pese a estos dos hechos, perfectamente conocidos por Boullée, planteó un edificio de grandes dimensiones y de muy costosa realización. En realidad, como se iría poniendo de manifiesto más tarde, Boullée no estaba interesado en la realización de edificios, sino en la plasmación de arquitecturas mediante el dibujo.

Tras este primer encargo, posteriormente en 1781, recibió el de proyectar un teatro para la Place du Carrousel. En él, Boullée se iba alejando cada vez más de la realidad, se aproximaba al gigantismo, a la utopía y sobre todo a las ideas simbólicas, más que a la idea de edificio. Todas estas características las plasmó en sus siguientes proyectos. Proyectó un enorme edificio de planta circular rodeado de una gigantesca columnata y cubierto con una cúpula rebajada. Al mismo año corresponde su proyecto de gran iglesia, pensada para ser edificada sobre los cimientos de la inacabada Madeleine de Contant d’Ivry, en el que planteó un edificio del grandiosidad sobrenatural, cuya escala estaba fuera de las posibilidades constructivas del siglo.

En 1783 Boullée realizó un proyecto de Museo Nacional, muestra de la capacidad artística de la nueva Francia a lo largo de los siglos, y en 1784 un proyecto de Biblioteca Nacional, depósito de la sabiduría francesa expresada a lo largo de los siglos; ambos edificios fueron pensados exclusivamente por su carácter simbólico, de guardianes de los valores culturales franceses y no por su carácter práctico, hecho que se olvidó totalmente.

Todos los proyectos visionarios de Boullée, pese a su imposibilidad de ser realizados, y en particular los proyectos de Museo y Biblioteca Nacional, ejercieron una gran influencia en los arquitectos que se dedicaron a la construcción de estas tipologías de edificios, debido a que Boullée, aunque no los desarrolló en su aspecto práctico, si les dotó de una fuerte carga simbólica que acompañaría, posteriormente, a estos edificios.

En 1784 sintetizó sus ideas en su obra más conocida, el diseño de un cenotafio para Newton, donde proyectó una gran esfera vacía cuya finalidad era evocar la inmensidad del universo.

A partir de ahí, y en particular después de la revolución, sus proyectos, edificios públicos, arcos triunfales, puertas, faros, tumbas y pirámides, entraron en el reino de lo sublime para lo cual sacrificó toda realidad.

En 1780 empezó a escribir su único libro Essai sur l’art, y sus notas sobre arquitectura, aunque realizó la mayor parte de este trabajo entre 1790 y 1793, cuando enfermo se retiró a vivir al campo. Ambos escritos expresan sus ideas acerca de la arquitectura y ayudan a entender sus dibujos. No fueron publicados durante su vida, y de hecho su Essai no salió a la luz pública hasta el siglo XX.

Ideas y teoría

Boullée redujo la arquitectura a poco más que una representación pictórica, el dibujo lo era todo; con ello Boullée elevó el dibujo, de un mero instrumento de representación gráfica, a arquitectura en sí misma. Con ello abrió el debate sobre la esencia misma de lo que era la arquitectura, una idea arquitectónica que tomaba cuerpo mediante el dibujo, o un hecho construido.

En sus visiones Boullée buscó la expresión de una arquitectura pura, representativa de una idea, de lo sublime, elevada por encima del mero edificio, y más allá incluso de los límites de la razón. Su arquitectura se presentaba a través de formas puras.

La base de su teoría residía en la idea de que las formas servían para evocar pensamientos e ideas, por tanto una relación entre las formas y las sensaciones que suscitaban. Su imagen del orden era la simetría y sus proyectos se desarrollaban a partir de cubos, cilindros, pirámides y conos, figuras geométricas, donde la esfera era considera la más perfecta de las figuras, no sólo por su regularidad, sino también por los efectos de luz que jugaban con ella. Por esta razón, el cenotafio de Newton fue su obra más representativa, porque en ella Boullée expresó del modo más puro y utópico todas sus consideraciones acerca de la forma y de la luz en la arquitectura.

Pero además, y como ya se ha visto, los proyectos visionarios de Boullée, por su abandono de la realidad, por su imposibilidad de convertirse en un edificio construido y por su desprecio a la funcionalidad, se convirtieron en puro simbolismo, lo que planteó la polémica entre la funcionalidad y la práctica de la arquitectura y la carga simbólica de la misma. En este sentido Boullée expresó como las técnicas de fortificación eran irrelevantes, lo que importaba era la imagen de fuerza que transmitía una arquitectura.

Bibliografía

  • ROSENBLUM, R. Transformaciones en el arte de finales del siglo XVIII. Madrid, 1986.

  • RYWERT, J. Los primeros modernos. Los arquitectos del siglo XVIII. Barcelona, 1982.

  • SAMBRICIO, C. E.L. Boullée y la arquitectura de la Razón. Introducción al 'Essai sur lart'. Barcelona, 1985.

E. Alegre Carvajal.

Autor

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