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HistoriaBiografía

Alí Ibn Tashufin. Emir de Marruecos (1084-1143).

De verdadero nombre Ali Ben Yusuf Ibn Tashfin, segundo emir de los almorávides (1106-1143). Hijo de Yusuf Ibn Tashfin, fundador de la dinastía, y de una esclava cristiana llamada Qamar, nació en Ceuta (ciudad en la actualidad perteneciente a España), en el año 1084, y murió en Marrakech (Marruecos), en el año 1143.

Educado por su padre en los mismos hábitos de austeridad y puritanismo, fue contemporáneo de los tres alfonsos peninsulares: Alfonso VII de Castilla-León, Alfonso I el Batallador de Aragón y Alfonso I de Portugal. Aunque Ali se rebeló como un monarca bien preparado para el gobierno de un imperio tan vasto, que confió en capaces y leales gobernadores, su reinado pasó por dos épocas bien distintas. Los primeros quince años fueron ascendentes, los de mayor altura almorávide en el terreno político, militar, económico y cultural. La segunda etapa de su reinado se significó por una paulatina decadencia a todos los niveles, ya que no pudo evitar cómo todo lo logrado anteriormente se derrumbaba ante el empuje de la Reconquista impuesto por los monarcas cristianos peninsulares y la aparición en el mismo corazón del Magreb de la dinastía de los almohades, junto con una seria rebelión producida en Córdoba.

Nada más subir al trono almorávide por deseo expreso de su padre, dadas sus cualidades políticas a pesar de que no era el primogénito, Ali se enfrentó a poderosos factores que influyeron en contra suya tanto en el interior como en el exterior del Imperio almorávide. La península Ibérica cristiana se encontraba animada por el fervor religioso y un fuerte espíritu de cruzada, circunstancia que chocaría con la ambición política y el aspecto religioso de la dinastía almorávide en una confrontación que coincidió con una yihad ('guerra santa') internacional y una cruzada, que traspasaron los límites de al-Andalus y el Magreb. El enfrentamiento destruyó las hasta entonces armoniosas relaciones entre cristianos y musulmanes, los cuales empezaron a mirarse con desconfianza y desdén.

Su reinado comenzó con sublevaciones promovidas por sus familiares directos que cuestionaron su designación como emir. Una vez que logró resolver sus problemas internos, Ali desembarcó en la Península para nombrar una serie de gobernadores y así frenar el avance cristiano sobre al-Andalus. En el año 1107, Ali resolvió nombrar gobernador de todo al-Andalus a su hermano Tamin, quien fijó su residencia en Granada, ciudad desde la que desplegó todas sus fuerzas contra los monarcas cristianos, logrando un éxito clamoroso en la batalla de Uclés, en el año 1108. Al año siguiente, Ali regresó de nuevo a la Península para tomar parte de una campaña contra Talavera, que consiguió ocupar así como Madrid y Guadalajara, sitiando a continuación la ciudad de Toledo durante un mes entero sin resultado positivo alguno. En el año 1110, los ejércitos almorávides alcanzaron su máxima expansión territorial en la Península conquistando Zaragoza a los régulos de taifas aliados con el monarca aragonés Alfonso I el Batallador, triunfo que será redondeado cuatro años después con la conquista de las islas Baleares. El mismo año de la caída de las Baleares en manos musulmanas, el general almorávide Muhammad Ibn al-Hach dirigió una expedición de castigo contra Barcelona sin resultado, sufriendo en cambio en su retirada el desastre del Congest de Martorell. A partir de este momento, el poder efectivo de los almorávides, tanto en la península Ibérica como en el norte de África, comenzó a diluirse progresivamente hasta su total desaparición.

En el año 1118, Alfonso I el Batallador se hizo con la importante ciudad de Zaragoza tras haberse adueñado de varias ciudades y fortalezas en la Marca Superior, haciéndola su capital. El monarca aragonés convirtió su mezquita aljama en una iglesia y obligó a muchos musulmanes a abandonar la ciudad. Con tan trascendental conquista, Alfonso I el Batallador empujó el equilibrio de fuerzas a favor de los cristianos, al igual que pasó en el año 1085 cuando Alfonso VI de Castilla-León conquistó Toledo. Animado por la llamada de los cristianos que se encontraban bajo dominio almorávide, Alfonso I el Batallador emprendió una audaz cruzada contra Granada en el año 1125, ciudad ante la que se presentó encabezando un ejército de unos 80.000 hombres, tras pasar por Lérida, Valencia, Denia, Játiva y Murcia. Aunque el monarca aragonés se vio obligado a retroceder, su profunda penetración en territorios de al-Andalus puso de manifiesto la vulnerabilidad del Imperio almorávide en la Península, al mismo tiempo que Ali comenzó a ser amenazado en el corazón del Magreb por el naciente movimiento almohade.

En el año 1121 estalló una sublevación promovida por los andalusíes en Córdoba que puso en jaque al gobierno de Ali, la cual fue pronto imitada por otros territorios del Imperio en la Península obligando a Ali a intervenir en persona para erradicarla. En estas circunstancias, más preocupado por los asuntos del Magreb, en el año 1128 Ali nombró gobernador de al-Andalus a su hijo Ibn Tashfin, al que llamó diez años más tarde a Marrakech para nombrarle su sucesor, desentendiéndose de los asuntos peninsulares para centrarse en los norteafricanos, que eran bastantes.

Los trece últimos años de su reinado, Ali los pasó luchando contra los almohades, los cuales desde el año 1130 estaban liderados por su mejor general, el primer emir almohade Abd al-Mumin, quien emprendió una sistemática conquista de todo el Magreb occidental hasta llegar a las mismísimas puertas de Marrakech, justo cuando Ali murió, transfiriendo a su hijo un Imperio que ya estaba condenado de antemano a desaparecer ante el empuje almohade.

Bibliografía

  • ARIÉ, Rachel: España musulmana: siglos VIII-XV. Barcelona: Labor, 1984.

  • BOSCH VILÁ, Jacinto: Los almorávides. Granada: Universidad de Granada, 1990.

  • CHEJNÉ, Anwar G: Historia de España musulmana. Madrid : Cátedra, 1980.

  • VV.AA: Itinerario cultural de almorávides y almohades: Magreb y península Ibérica. Granada: Ed. Junta de Andalucía-Consejería de Cultura, 1999.

Autor

  • Carlos Herráiz García.