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HistoriaPolíticaBiografía

Agualongo, Agustín (1780-1824)

Militar y político colombiano partidario de la unión con España, nacido en Pasto el 25 de agosto de 1780 y muerto en Popayán el 13 de julio de 1824. Fueron sus padres el indio Manuel Criollo y la montañesa Gregoria Sisneros. Se educó en la escuela de su barrio Río Blanco, de San Juan de Pasto. El 25 de enero de1801 contrajo matrimonio con Jesusa Guerrero de la que, según su testimonio, se divorció luego "legalmente" sin dejar descendencia legítima conocida. Iniciadas las luchas pre-independentistas en Nueva Granada, el 7 de marzo de 1811 se enroló en la Compañía 3ª de Milicias "...para servir en nombre del rey..." Adujo para esta ocasión ser pintor al óleo, se añadió el nombre de José y declaró como único y supuesto apellido materno Almeida. En septiembre de 1811 luchó contra las tropas quiteñas al mando del patriota Pedro Montúfar cuando éstas invadieron Pasto; luego se enfrentó al caucano Joaquín Caycedo y Cuero. Ostentando el grado de cabo, se le reconoce peleando contra las fuerzas del médico norteamericano Alejandro Macaulay, fusilado, junto a Caycedo, en San Juan de Pasto por orden del gobernador de Quito Toribio Montes, a cuya hija perseguía Macaulay. El juez instructor de esta causa fue Estanislao Merchacano, quien se pasaría al lado realista, convirtiéndose entonces en mentor y protector de Agualongo. Ascendido a sargento, sirvió con el teniente coronel Juan María Villota en el Primer batallón de Milicias de San Juan de Pasto, destinado a defender la capital contra las tropas del Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. Esta acción valió a Agualongo el ascenso a teniente -grado aparentemente concedido por el mismo Juan Sámano- y su posterior destino como Ayudante del Capitán de la Rosa en Popayán.

Poco se conoce sobre sus actividades militares no sólo durante la reconquista realista de Morillo (1816-1819), sino con posterioridad a la derrota española en Boyacá. Aunque nunca se confirmó que formara parte de los derrotados ejércitos realistas de Bomboná y Pichincha, se sabe que participó eficientemente en la defensa de Cuenca, que le valió que Melchor Aymerich lo ascendiera a teniente coronel. Más tarde fue destinado a Pasto como segundo al lado del coronel Remigio Benito Boves. El 28 de octubre de 1822 Agualongo figuraba con los rebeldes que en Pasto se revelaron contra el gobernador de la capital, coronel Antonio Obando, jurando "...destruir a los enemigos de Su Majestad Fernando Séptimo y de la Santa Religión...", proclama que cundió hacia el sur y el norte (Tulcán, Ibarra, y Popayán, respectivamente); logró reclutar 1.500 hombres contra los 300 republicanos. Para su sometimiento Bolívar, que se encontraba en Quito, envió a los generales Sucre y Córdoba, héroes consagrados en Pichincha. En Túqueres, los rebeldes repelieron a Sucre, quien luego se vengó con la toma final de Pasto (23 a 25 de diciembre de 1822), en cuya batalla, decidida cuerpo a cuerpo, terminaron por desertar, en vergonzosa fuga, los jefes realistas, Boves -que huyó hacia el Brasil- y Agualongo -que se refugió en los montes aledaños del Patía-. Tras esta huida, las tropas colombianas, en especial el sanguinario Batallón Rifles, se dedicaron a matanzas y saqueos indiscriminados. Bolívar volvió a Pasto, donde impuso drásticas medidas como colofón a la obligada jura de la Constitución de Colombia por parte de los pastusos. El general venezolano Bartolomé Salom fue designado pacificador de la Provincia; su rigor y crueldad fue atestiguado por los 1.400 presos, oriundos de Pasto, Genoy, Anganoy y otras localidades, que fueron deportados hacia el Perú. Muchos de ellos murieron o se suicidaron durante el trayecto.

En junio de 1823, recuperado de su fuga, José Agustín Agualongo y 800 indios derrotaron por sorpresa a las tropas colombianas en Catambuco, obligando al Gobernador militar Flórez a abandonar transitoriamente Pasto y refugiarse en Popayán. Los vencedores, a cuya cabeza marchaban Estanislao Marcano y el autoproclamado coronel Agualongo, entraron victoriosos en Pasto, proclamando su sumisión a Fernando VII en medio de un solemne tedeum y posterior bebata popular, como era de rigor. Aunque Bolívar había condenado a la infame Pasto a la venganza y escarnio de sus tropas, Agualongo, tras preparar un ejército de más de mil quinientos voluntarios, decidió atacar la ciudad de San Miguel de Ibarra defendida por los generales Salom, Manuel y Jesús Barreto y Hermógenes Maza. Corría el mes de julio de 1823. Después de más de 9 horas de encarnizada lucha perecieron 800 pastusos y apenas 8 republicanos. Agualongo se refugió en las montañas cercanas a Pasto, desde donde rearmó, con modestas y rústicas armas, un nuevo contingente de 1.500 hombres. Entre tanto, Salom y Flórez fueron encargados por Bolívar de la total pacificación de los pastusos. En sus 20 instrucciones, Bolívar otorgó a los pacificadores plenos poderes para vengar la rebelión, expoliar el territorio y extinguir todo tipo de subversión.

En una persistente acción guerrillera, con ataques furtivos en los alrededores de Pasto, Agualongo forzó un nuevo encuentro con las tropas de Salom en Catambuco. Días antes Salom había intentado, por intermedio de tres monjas del Convento de la Concepción, una fracasada mediación con las tropas rebeldes. Posesionado nuevamente de Pasto, Agualongo decidió salir al encuentro de las tropas del general José Mires, enviado por Bolívar como nuevo Gobernador y Comandante de Pasto. Éste recuperó la ciudad después de limpiar de guerrilleros las rutas que enlazaban con Quito.

Agualongo se refugió de nuevo en las faldas aledañas a Pasto, donde reinició su estrategia de asedios y escaramuzas guerrilleras; logró repeler el ataque del joven general de Brigada, José María Córdova, enviado desde Popayán. Acto seguido intentó una nueva y alocada toma de Pasto, entonces bajo el mando del general Flórez. La suicida batalla, que se prolongó por tres días, tuvo lugar a comienzos de febrero de 1824; al final, los principales líderes realistas, Agualongo, Marchacano, Joaquín Enríquez, Jerónimo Toro y Juan Polo se refugiaron en el Convento de la Concepción. Flórez accedió a la mediación del presbítero Aurelio Rosero para pactar la entrega de los cabecillas, los cuales, quizás con la complicidad de las monjas, lograron escapar al cerco. Flórez respondió con el fusilamiento, en la Plazuela de San Sebastián, de 70 guerrilleros presos.

El 6 de noviembre de 1823, el vicepresidente Santander decidió intervenir en la confusa situación y se dirigió a los "jefes de Pasto [...] F. Merchacano y F. Acualono", haciéndoles ver la insensatez e inviabilidad política y militar de su destructora campaña e invitándoles a un pacto pacificador y conciliador. La nota fue remitida al Intendente General del Cauca, José María Ortega, quien a su vez designó a los religiosos Fray Ángel Piedrahíta y Tomás Villegas, para entrevistarse con los dos líderes rebeldes; quienes sólo lograron hacerlo con Merchacano, entonces autodenominado Gobernador de la localidad de Tablón de los Gómez. Éste respondió insolentemente a Santander el 7 de diciembre de 1823, repitiéndose en su indeclinable decisión de continuar luchando por defender los "derechos de la Religión y la obediencia al Rey, su Señor Natural, primero que obedecer a los lobos carniceros e irreligiosos de Colombia". Fue el mismo Libertador el siguiente en intentar un arreglo honroso con Agualongo. Desde Pativilca, el 25 de enero de 1824, encomendó al antiguo obispo de Popayán, ahora reconvertido republicano, Salvador Jiménez de Enciso y Cobos Padilla, pactar con el indómito guerrillero realista una amnistía total, misión que no pudo cumplir dicho prelado al ser inciertos y desconocidos el paradero de Marchacano, Agualongo y demás cabecillas.

Para estas fechas, nuestro personaje había decidido cambiar sustancialmente de estrategia. Para atacar a los ejércitos colombianos prefirió ahora las costas del mar Pacífico, antes que las laderas del Patía, que conocía como la palma de sus manos, y asolar los puertos desde Tumaco hasta Esmeraldas. El 30 de mayo de 1824 atacó el puerto fluvial de Barbacoas. La atroz batalla, iniciada a las 6 horas del 2 de junio, concluyó con la muerte de 140 realistas, el fusilamiento de 33 oficiales y el apresamiento de 150 de los hombres de Agualongo, frente a los 13 muertos y 8 heridos del ejército colombiano. Desmoralizado, y prescindiendo de su instinto salvador, Agualongo decidió atacar de inmediato la localidad del Alto del Castigo, cuyo gobierno ejercía el general José María Obando, otro futuro prohombre del siglo XIX colombiano. El enfrentamiento tuvo lugar el 23 de junio de 1824; el aguerrido capitán Córdoba rápidamente venció a los 87 guerrilleros. Al día siguiente Agualongo fue capturado. Agualongo y sus oficiales fueron juzgados en Popayán y fueron fusilados el 13 de julio siguiente.

Bibliografía

  • MONTEZUMA HURTADO, Alberto: Banderas solitarias. Vida de Acualongo. Bogotá 1906.

  • ORTIZ, Sergio Elías: Acualongo y su tiempo. Bogotá 1958

Autor

  • Manuel Lucena Giraldo