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MúsicaBiografía

Adam, Theo (1926-2019)

Bajo alemán, nacido en Dresde el 1 de agosto de 1926 y fallecido ibídem el 10 de enero de 2019. Inició sus estudios musicales en el coro de la Iglesia de la Santa Cruz de su ciudad natal, en el que ingresó con tan sólo diez años. Tras la guerra, permaneció en lo que fue el sector soviético de Alemania, después República Democrática de Alemania, y compatibilizó su trabajo como maestro con las clases de canto que realizaba bajo la dirección de Rudolf Dittrich. Como en la mayor parte de los intérpretes de su generación, especialmente entre los cantantes, las bajas producidas en los teatros de ópera le permitieron una rápida integración en un mundo operístico que buscaba la reorganización rápida y eficaz. De esta manera, debutó con tan sólo veintitrés años en la ópera de su ciudad natal.

Posteriornente, ya en la Alemania Federal, el director Hans Knappertsbuch le recomendó abordar el repertorio de barítono heroico, lo que llevó a cabo con gran éxito en interpretaciones de papeles wagnerianos como Amfortas en Parsifal, Hans Sachs en Los Maestros Cantores de Núremberg, Wotan en la tetralogía El Anillo del Nibelungo o el papel titular de El Holandés Errante. Con estos papeles, intervino en sucesivas temporadas en el festival wagneriano de Bayreuth desde 1952, año en el que interpretó un papel secundario, y, sobre todo, desde 1954, año en el que dio vida al Rey Enrique en Lohengrin, que supuso su consagración como intérprete wagneriano. Destacó también en papeles de bajo bufo, como el Barón Ochs von Lerchenau de El Caballero de la Rosa de Richard Strauss, en óperas del siglo XX como Wozzeck de Alban Berg, Baal de Cehra y El Rey Berenguer de Sutermeister, de las que llevó a cabo las primeras representaciones en los Festivales de Salzburgo de 1981 y 1985 respectivamente.

Su repertorio abarcó, además, el papel titular de Don Giovanni de Mozart, Felipe II en el Don Carlo verdiano, Don Pizarro en Fidelio de Beethoven, Caspar en Der Freischütz de Weber (del que queda excelente testimonio grabado bajo la dirección de Carlos Kleiber), La Roche en Capriccio de Strauss y algunas de las infrecuentes óperas de Schubert (así Alfonso y Estrella, en cuya única grabación tomó parte) así como oratorios de Bach (es digna de recordarse su intervención en la Cantata del Café) y Händel y óperas de los repertorios italiano (Verdi) y ruso (Mussorgski).

Como viene siendo habitual en cantantes de las últimas décadas, al disminuir su actividad como intérprete, decidió, desde 1972, compatibilizar su carrera como cantante con la dirección escénica, tarea de la que fueron primeros frutos Las Bodas de Fígaro de Mozart, Eugenio Oneguin de Tchaikovsky y Capriccio de Richard Strauss.

Autor

  • Gerardo Fernández San Emeterio