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Zeno Gandía, Manuel (1855-1930).

Narrador, periodista y político puertorriqueño, nacido en Arecibo el 10 de enero de 1855 y fallecido en San Juan el 30 de enero de 1930. Autor de una brillante producción narrativa que se alimenta de la mejor tradición realista y naturalista europea, está considerado como uno de los fundadores de novela puertorriqueña contemporánea. Fue, además, uno de los primeros escritores de Puerto Rico que alcanzó prestigio y reconocimiento literario en las restantes naciones de Hispanoamérica.

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada -su padre era un rico hacendado de ideología conservadora-, vino al mundo cuando su isla natal era aún una de las escasas posesiones que mantenía España en el subcontinente americano, por lo que recibió una educación profundamente arraigada en la tradición hispana. En 1866, cuando sólo contaba once años de edad, fue enviado a Barcelona para que recibiera allí su formación secundaria, y unos años después, ya en plena juventud, se afincó en Madrid para cursar estudios superiores de Medicina. Durante esta estancia en la Villa y Corte, el joven Manuel Zeno se empapó del talante progresista que animó a los revolucionarios partidarios de la Primera República (1873-1874) y acabó por compartir lo que luego él mismo denominaría en una de sus obras "los alientos liberales de la revolución de septiembre". Así, de regreso a su Puerto Rico natal (1875), ya con el título de doctor en Medicina y Cirugía expedido por la Universidad de San Carlos de Madrid, empezó a desplegar sus primeras actividades políticas, primero como simpatizante del movimiento autonomista promovido por Román Baldorioty (1823-1889) y, años después, en calidad de miembro fundador del Partido Autonomista (1887).

A finales de la década de los años setenta, Manuel Zeno empezó a darse a conocer como escritor por medio de las crónicas, las reseñas literarias y los artículos ensayísticos que fue publicando en diferentes revistas culturales de su isla antillana, entre ellas la prestigiosa y difundida Revista Puertorriqueña, en la que colaboró asiduamente desde 1879. Tres años después, con el propósito de ejercer su profesión médica, se afincó en la localidad costera de Ponce, al sur del país, en la que residió durante veinte años (1882-1892). Este enclave caribeño fue el primer municipio de Puerto Rico que se declaró autónomo, decisión histórica en la que jugó un papel relevante el escritor de Arecibo, quien por aquel entonces compaginaba sus obligaciones como facultativo con sus actividades políticas independentistas y con su intensa dedicación al cultivo de la creación literaria. Así, a mediados de los ochenta publicó Abismos (Ponce: El Vapor, 1885), una interesante colección de poemas a la que siguió, tres años después, una segunda entrega poética titulada La señora duquesa (Ponce: Tipografía de la Revista Puertorriqueña, 1888). En ambos poemarios, Zeno Gandía acusaba la influencia de un romanticismo tardío que ya había sido ampliamente superado por otros poetas hispanoamericanos más atentos a los nuevos postulados estéticos procedentes de Europa (repárese, v. gr., en que en el mismo año en que apareció La señora duquesa vio la luz el poemario Azul..., del nicaragüense Rubén Darío).

Fue, por ello, en el ámbito de la prosa de ficción donde su prestigio literario alcanzó sus más altas cotas, aunque conviene recordar que, en su condición de escritor variado y polifacético, Manuel Zeno Gandía cultivó no sólo la poesía, el relato y la novela, sino también la crónica periodística, el ensayo, la historiografía y la escritura teatral. A finales de los ochenta vio la luz su primera incursión en el campo de la narrativa, "Rosa de Mármol" (1889), un excelente relato que fue impreso por vez primera en las páginas de la Revista Puertorriqueña ([San Juan], III [1889], págs. 17-30), y al que siguió, al cabo de un año, una segunda narración breve titulada "Piccola", que quedó estampada también en dicho medio ([San Juan], IV [1890], págs. 385-415). En ambas obras se apreciaban ya las buenas dotes de Zeno Gandía para el cultivo de la prosa de ficción, si bien seguían siendo tributarias de ese romanticismo caduco y desfasado que lastró todos sus escritos primerizos.

El comienzo de los años noventa registró un incremento de la actividad del doctor Zeno Gandía en todos los terrenos que pisaba. La muerte del ya citado cabecilla autonomista Baldorioty propició que el colectivo político del que formaba parte el escritor asumiera la dirección del movimiento independentista, responsabilidad que no le apartó de sus inquietudes creativas e intelectuales. Así, tras coordinar la elaboración de un Compendio de la gramática castellana (San Francisco, 1891), comenzó a redactar un vasto proyecto narrativo concebido bajo el título de "Crónica de un mundo enfermo" e integrado, a la postre, por cuatro narraciones extensas y una quinta novela que, a su muerte, quedó inconclusa. Escribió, en primer lugar, la novela Garduña (Ponce: Tipografía El Telégrafo, 1896), que vio la luz después de la aparición de la narración extensa que había escrito en segundo lugar, La charca (Ponce: Tipografía M. López, 1894). La tercera entrega de "Crónica de un mundo enfermo", cuya redacción inició Manuel Zeno a finales del XIX, tardó en aparecer más de un cuarto de siglo; se trata de El negocio (Nueva York: Geo A. Powers, 1922), a la que siguió Redentores, publicada en forma de novela por entregas en el rotativo puertorriqueño El Imparcial (San Juan), en sucesivas ediciones sabatinas de este periódico, comprendidas entre el 7 de febrero y el 31 de octubre de 1925. La quinta novela de Manuel Zeno Gandía, que habría de titularse Nueva York, quedó interrumpida en sus primeros compases, al igual que Resumptia indoantillana, un ensayo sobre la prehistoria del archipiélago antillano.

A partir de 1898, fecha en la que Puerto Rico se convirtió en colonia estadounidense, el escritor de Arecibo se centró de lleno en sus labores políticas y periodísticas. Fue uno de los integrantes -junto al escritor e intelectual Eugenio María de Hostos (1839-1903) y el político Julio J. Henna (1848-1924)- de la comisión que se desplazó hasta Washington para reivindicar, ante el presidente McKinley (1843-1901), el derecho de Puerto Rico a su autodeterminación, y fruto de estas negociaciones diplomáticas fue el volumen colectivo The Porto Rico Case (Washington D.C.: W.F. Roberts, 1899), escrito por los tres comisionados. A partir de 1902, afincado ya en San Juan, el doctor Zeno García encabezó la propuesta de un frente anticolonial, para lo cual adquirió el diario La Correspondencias, cuyas páginas puso al servicio de la causa autonomista. La propaganda ideológica difundida por este rotativo contribuyó decisivamente a la fundación del Partido Unión de Puerto Rico, en cuyas filas militó el escritor de Arecibo; pero pronto los líderes del partido unionista evolucionaron hacia una propuesta de plena integración en la administración colonial, lo que dio pie a que el diario La Correspondencia se erigiera en el auténtico estandarte de la causa autonomista, congregando en sus secciones a los intelectuales más radicales, como el propio Zeno Gandía, el político y orador Rosendo Matienzo (1855-1913) y el joven -pero ya por aquel entonces gran escritor- Luis Lloréns Torres (1876-1944). En 1912, tras la fundación, por parte de los sectores más radicales de la política puertorriqueña, del Partido de la Independencia -que contemplaba un amplio programa de reformas sociales, políticas y económicas-, Manuel Zeno Gandía consideró que sus labores dentro de la vida pública de su nación habían concluido satisfactoriamente y se retiró, con discreción, de la actualidad política para reanudar su actividad literaria, a la que se entregó de lleno hasta que la muerte le sobrevino en la capital de la isla, a comienzos de 1930.

Obra

A pesar de estar considerado como una de las figuras cimeras de las Letras puertorriqueñas, la producción literaria de Manuel Zeno Gandía no ha recibido nunca el apoyo editorial que merece. Sus relatos, diseminados por periódicos y revistas, no fueron reagrupados hasta la segunda mitad del siglo XX (Cuentos [Nueva York: Las Américas Publishing Co., 1958]); sus escritos poéticos no corrieron mejor fortuna editorial (Poesías [San Juan: Coquí, 1969], ed. de Margarita Gardón); su novela Redentores -publicada originariamente, como ya se ha indicado más arriba, por entregas periódicas- tardó siete lustros en ser objeto de una reedición en forma de libro (San Juan: Club del Libro de Puerto Rico, 1960); y algunas de sus obras mayores, como la novela El negocio, carecen de la atención crítica debida a un autor tan relevante como el doctor Zeno Gandía. Cierto es que el Instituto de Cultura Puertorriqueña, con motivo del primer centenario de su nacimiento, concibió en 1955 el proyecto de publicar sus Obras completas; pero hasta la fecha sólo han aparecido dos volúmenes que contienen sus cuatro novelas concluidas (Obras completas [San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1973]. Vol. I: La charca. El negocio; vol. II: Garduña. Redentores). Sólo su narración extensa La charca, considerada unánimemente por la crítica como su obra maestra, ha recibido la atención que merece: figura como texto de lectura obligatoria en los programas escolares puertorriqueños, y ha sido incluida en el catálogo de la prestigiosa Biblioteca Ayacucho (de Caracas) y traducida a la lengua inglesa en 1982.

Poesía

No brilla con luz propia, ciertamente, la producción lírica de Zeno Gandía entre el voluminoso corpus poético de la legión de autores tardo-románticos que floreció en Hispanoamérica en la segunda mitad del siglo XIX. Sus versos pecan de un exceso de sentimentalismo heredado de los poetas españoles e hispanoamericanos de las generaciones que le precedieron, pero también anuncian -en lo que tal vez sea su mayor mérito- una precoz intuición de los nuevos postulados estéticos del Modernismo, por lo que una parte de la crítica especializada incluye la poesía del autor de Arecibo -no sin cierta benevolencia- en la corriente pre-modernista. El lector puede juzgar por sí mismo tras la lectura de "Estudio del natural", uno de sus poemas más conocidos: "Puse la mano sobre el sepulcro / donde por siempre yace Danton, / alzo la losa, registro el fondo / y de cenizas miro un montón... // Llego a la tumba de Mesalina: / masa de huesos informe vi, / polvo de forma que antes fue bella, / de alegres horas andrajo vil... // Abro la fosa de Víctor Hugo / y miro aquello que de él quedó: / ángel caído, ruina de un siglo, / noche profunda de muerto sol... // Y es todo polvo, ceniza es todo / lo que en la vida logró existir, / lo mas inmundo, lo mas villano / lo mas sublime, lo mas sutil. // Si las grandezas del pensamiento / llegar pudieron cerca de Dios, / polvo de dioses fueron, caídas / cuando la muerte las derribo".

Obra narrativa

Idéntica sensibilidad romántica exhiben los relatos primerizos de Manuel Zeno Gandía. "Rosa de Mármol" y "Piccola", por lo que conviene abordar cuanto antes su obra narrativa mayor, adscrita a un vigoroso naturalismo que sitúa al escritor de Arecibo entre los grandes cultivadores hispanoamericanos de esta corriente. Ya el título general que engloba sus novelas, "Crónicas de un mundo enfermo", pone de manifiesto la mirada severa y rigurosa de un facultativo que pretende analizar los males que aquejan al tejido social en el que vive, con el objetivo de diagnosticar las causas de la enfermedad y recetar el tratamiento capaz de procurar su cura. Aborda, así, en sus novelas Zeno Gandía la miseria de los grupos sociales menos favorecidos, tanto en el ámbito rural como en los núcleos urbanos, desde una perspectiva crudamente realista que tropieza, a pesar de su buena intención, en la elección del lenguaje utilizado, ya que por boca de estos personajes "humillados y ofendidos" salen parlamentos cuya limpieza y corrección aleja al lector de esa dura realidad que Manuel Zeno pretender reflejar y denunciar. Otro de los defectos patentes en su prosa de ficción es la preponderancia del monólogo en menoscabo del diálogo, con lo que los personajes -y, en muchas ocasiones, el propio narrador- se convierten en meros portavoces de las tesis del autor, expuestas como juicios incontestables de esa voz empeñada en detectar síntomas, diagnosticar males y proponer los remedios adecuados.

Ya en el prólogo a la novela La muñeca (1895), opera prima de la escritora sanjuanera Carmela Eulate Sanjurjo (1871-1961), el doctor Zeno García había dejado clara su convicción acerca de que "el naturalismo [es] lo único formal, útil y positivamente artístico". Pero lo cierto es que, aun inmerso en esa corriente estético-ideológica que se difundió desde Francia a todo el mundo a finales del siglo XIX, el naturalismo del autor de Arecibo no lleva hasta sus últimas consecuencias los principios básicos (como el determinismo absoluto o el reduccionismo biológico) que regulan la producción literaria del gran maestro de la corriente, el francés Émile Zola (1840-1902), cuya influencia es -pese a todo- innegable en la prosa de Zeno Gandía. En general, el escritor puertorriqueño se deja vencer por una suerte de paternalismo que le hace contemplar con una mirada comprensiva a las víctimas de la injusticia social, lo que no es óbice para que aflore también su airado grito de protesta contra la pasividad y la incapacidad de la burguesía liberal, que se muestra muy torpe a la hora de socorrer a los necesitados y llevar a cabo esa transformación que la sociedad está pidiendo a gritos. Todo ello queda bien patente en la trama argumental de La charca, una espléndida radiografía de la miseria que rodea a los jornaleros, pero también una firma denuncia de los peores vicios sociales (como la usura) y un aldabonazo en las conciencias de los ilustrados, incapaces de llevar a la práctica los cambios sociales que, en teoría, defienden.

Garduña aborda una situación social muy parecida, aquí plasmada en la falta de escrúpulos del abogado homónimo, quien sale airoso en sus innobles intrigas merced a la miseria moral y al egoísmo de una comunidad en plena descomposición, reflejada por Zeno Gandía como un campo abonado para los turbios intereses de abogados, comerciantes, prestamistas y demás intermediarios que impiden, con sus artimañas, la justa distribución de la riqueza y el desarrollo de todos los grupos sociales. Y el mismo encono contra los responsables del inmovilismo en las sociedades hispanoamericanas de finales del XIX y comienzos del XX da sentido a El negocio.

Sumamente representativa de las ideas políticas del doctor Zeno Gandía es la última novela que concluyó en vida, Redentores, uno de los primeros textos de las Letras puertorriqueñas que aborda el fenómeno de la emigración a los Estados Unidos de América. Sin embargo, la tensión generada en sus páginas no procede del enfrentamiento entre puertorriqueños y norteamericanos, sino más bien de las posturas encontradas que defienden los personajes estadounidenses, divididos entre los defensores a ultranza del espíritu imperialista y los partidarios de los derechos soberanos de Puerto Rico. Áureo del Sol, uno de los protagonistas de esta obra, encarna la mentalidad acomodaticia -objeto de la crítica de Zeno Gandía- de aquellos puertorriqueños que, en función de sus propios intereses, apoyaron las acciones de los estadounidense imperialistas. Cabe anotar, por último, a propósito de esas ideas políticas del autor de Arecibo bien plasmadas en esta novela, que en un principio Zeno Gandía militó en las filas de los defensores de la "americanización", entendida por él -y por sus compañeros de viaje ideológico- como un proceso de democratización encaminado a introducir en Puerto Rico los mismos logros políticos, sociales y económicos que creía vislumbrar en la sociedad norteamericana; pero, a partir de 1900, se hizo evidente que el poderoso vecino del Norte aplicaba en Puerto Rico unas formas de gobierno muy poco acordes con el ideal democrático, por lo que tanto Zeno Gandía como otros partidarios de la "americanización" denunciaron la "falsa americanización" llevada a cabo en su país natal por los Estados Unidos de América, a los que habían considerado hasta entonces garantes de las tradiciones democráticas.

Bibliografía

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  • MATOS, Elena Zeno de. Manuel Zeno Gandía; documentos biográficos y críticos. Su vida y su obra reproducidas por eminentes críticos de Puerto Rico y del extranjero (San Juan, 1955).

  • QUIÑONES, Samuel R. Manuel Zeno Gandía y la novela en Puerto Rico (México: Ed. Orión, 1955).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.