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QuímicaBiografía

Willstätter, Richard (1872-1942).

Químico alemán, nacido en Karlsruhe (en el estado federado de Baden-Württemberg) el 13 de agosto de 1872, y fallecido en Muralto (cerca de Locarno, en Suiza) el 3 de agosto de 1942. Fue galardonado con el Premio Nobel de Química en 1915, "por sus investigaciones acerca de los pigmentos de las plantas, especialmente sobre la clorofila". Su nombre completo era Richard Martin Willstätter.

Cursó su formación primaria en la escuela básica de su localidad natal, hasta que se mudó de domicilio con su familia e ingresó en la Escuela Técnica de Nuremberg. Allí dio muestras de poseer una innata vocación científica, por lo que, ya en plena juventud, ingresó en la Universidad de Munich, donde cursó estudios superiores de Ciencias bajo la tutela del prestigioso químico berlinés Adolf von Baeyer (1835-1917).

Richard M. Willstätter pasó quince años ligado al Departamento de Química de dicha universidad, primero en calidad de estudiante (desde 1890), más tarde como lector e investigador (1896), y, a partir de 1902, en condición de profesor titular de Química, cargo en el que sucedió a otro relevante científico alemán, el profesor Thiele.

Durante sus últimos años como estudiante y su fase de investigador, Willstätter se centró en el estudio de la estructura y la síntesis de los alcaloides de origen vegetal, como la cocaína y la atropina. Además, analizó la substancia orgánica denominada quinona, empleada en la fabricación de colorantes, lo que le llevó a especializarse en los procedimientos químicos más usados en la obtención de pigmentos de origen animal y vegetal. Sin embargo, a medida que iba avanzando en sus investigaciones podía ir constatando que las instalaciones de su modesto laboratorio de la Universidad de Munich se le quedaban pequeñas, por lo que, en 1905, aceptó con entusiasmo una oferta laboral del acreditado Instituto Politécnico de Zurich, a cuyo Federal Technical College se incorporó, con el grado de catedrático, en el verano de dicho año.

El ya brillante científico alemán residió en territorio suizo por espacio de siete años, período durante el cual se sintió plenamente satisfecho como profesor e investigador. Las óptimas condiciones laborales que le rodeaban le ayudaron a superar la desgracia de quedarse sólo en tierra extraña, tras el repentino deceso de su esposa; y no decidió regresar a su Alemania natal hasta que, en 1912, recibió otra oferta de trabajo ciertamente ventajosa.

Ocurrió, en efecto, que el káiser Guillermo II (1859-1941), para festejar los cien años de existencia de la Universidad de Berlín, creó en 1910 la denominada Sociedad para la Promoción del Conocimiento Científico, institución que, a su ver, fundó el Instituto de Química de Berlín. Willstätter, reconocido ya como uno de los químicos más prestigiosos del momento, fue invitado a incorporarse, en calidad de director, al laboratorio de dicho centro -también conocido como Instituto Káiser Wilhelm-, así como al plantel docente de la Universidad de Berlín.

Sobrevino, poco después, la I Guerra Mundial (1914-1919), que sorprendió a Richard Martin Willstätter y a su equipo de colaboradores enfrascados en sus investigaciones sobre los pigmentos naturales, la clorofila, la hemoglobina y otras substancias que dan color a los tejidos animales y vegetales. El químico de Karlsruhe no suspendió sus trabajos sobre esta materia, que habrían de hacerle merecedor del Nobel en 1915; pero, a instancias de otro eminente científico alemán, Fritz Haber (1868-1934), dedicó buena parte de su tiempo al perfeccionamiento de una máscara antigás diseñada para proteger a los soldados alemanes.

Pocos meses después de la obtención del Premio Nobel, Willstätter aceptó la invitación de la Universidad de Munich y regresó a su antigua alma máter para ocupar la plaza de catedrático de Física que había dejado vacante Adolf von Baeyer, su viejo profesor. Se incorporó a dicho puesto docente en 1916 -un año antes de la muerte del citado maestro-, y continuó desplegando allí una intensa labor investigadora acerca de la fotosíntesis y de la naturaleza y actividad de las enzimas, con lo que no sólo dio un impulso decisivo a los trabajos que ya le habían hecho célebre en la comunidad científica internacional, sino que llegó a convertirse en uno de los precursores de la Bioquímica moderna. Además, resolvió importantes problemas de la Química teórica.

Pero esta fructífera actividad en Munich quedó bruscamente truncada en 1924, cuando Richard Martin Willstätter dimitió de su cargo en protesta por el creciente antisemitismo que se estaba apoderando de todos los estamentos de la universidad, desde la grey estudiantil hasta el claustro docente, pasando por sus instituciones rectoras. El desencadenante de la drástica decisión de Willstätter fue una arbitraria decisión de los responsables de dicho centro de estudios superiores, que se habían negado a admitir en su plantilla al eminente geoquímico escandinavo Victor Moritz Goldsmchmidt (1888-1947), alegando que era judío.

Algunos alumnos y compañeros le invitaron a reconsiderar su postura, pero Willstätter se negó a cambiar de parecer e hizo efectiva su dimisión, lo que, entre otros infortunios, le despojó de la vivienda y la pensión que, hasta entonces, le venía suministrando el gobierno alemán. Tampoco aceptó las ofertas de trabajo que le llegaban del extranjero, porque deseaba permanecer en su país natal, a pesar de que se había visto relegado a una soledad casi completa: su mujer (Sophie Leser, hija de un profesor de la Universidad de Heidelberg) y su hijo menor (Ludwig) habían fallecido, su hija mayor (Ida Margarete) se había casado y afincado en los Estados Unidos de América, y entre la comunidad científica alemana sólo se relacionaba con algún discípulo aventajado y con el profesor Heinrich Wieland (1877-1957), a quien él mismo había propuesto como sucesor suyo en la Universidad de Munich a raíz de su dimisión.

Para combatir este ostracismo al que le habían relegado sus firmes convicciones políticas, Richard Willstätter realizó varios viajes al extranjero, pero siempre con el propósito de regresar a su patria, en la que, a pesar de todas las dificultades, deseaba seguir residiendo. No obstante, su integridad física se iba viendo tanto más amenazaba en la medida en que el partido nazi iba acaparando una mayor cuota de poder, por lo que, hacia 1938, llegó incluso a temer por su vida. Fue entonces cuando, sabiéndose amenazado por la Gestapo, decidió emigrar definitivamente de Alemania, lo que logró en 1939, tras afrontar muchos peligros, merced a la ayuda de un antiguo alumno, llamado A. Stoll. La premura con que se vio forzado a cruzar la frontera entre Alemania y Suiza provocó que saliera de su tierra natal en condiciones económicas ciertamente penosas, pues había tenido que dejar la mayor parte de sus ya escasas pertenencias en su antigua casa.

En ese estado de pobreza y abandono pasó Willstätter los tres últimos años de su vida, instalado en una modesta residencia de la localidad suiza de Muralto, donde se consagró a la redacción de su biografía (que, bajo el título de Aus meinem Leben, fue corregida y editada en 1949 por el susodicho A. Stoll). Allí murió, víctima de un infarto fulminante, durante el verano de 1942. Había dejado escritas otras obras como Investigaciones sobre la clorofila, Investigaciones sobre las enzimas e Investigaciones sobre la asimilación del ácido carbónico.

Aportaciones de Willstätter

El científico de Karlsruhe fue pionero en el proceso de sintetizar diferentes alcaloides vegetales, como la quinona, la cocaína y la atropina. La obtención sintética de esta última substancia propició un gran avance de los estudios oftálmicos, dada su eficacia en la dilatación de la pupila del ojo. Willstätter probó que todos estos alcaloides son compuestos que aparecen durante la oxidación de hidrocarburos aromáticos, y contribuyó con sus hallazgos a la síntesis de nuevos medicamentos.

En sus constantes investigaciones sobre la estructura de diversos pigmentos vegetales, como la clorofila, Willstätter logró demostrar que esta substancia está emparentada con la hemoglobina que posee la sangre de los vertebrados, ya que ambas son complejos orgánicos rodeados por estructuras proteicas muy semejantes entre sí (la porfirina en el caso de la clorofila, y el grupo hemo en la hemoglobina). Sirviéndose de la técnica cromatográfica desarrollada por el botánico M. Tswett, Richard Willstätter logró trazar, en concreto, las estructuras de las formas a y b de la clorofila, y pudo demostrar que esta substancia posee un único átomo de magnesio en su molécula (del mismo modo que la hemoglobina sólo está dotada de un único átomo de hierro).

Willstätter aportó, además, importantes descubrimientos acerca de la estructura y las propiedades de otros colorantes, como los carotenos y las anticianinas. Y, en otra línea de trabajó, dedicó profundas investigaciones a las enzimas, que, hasta la divulgación de los estudios del bioquímico alemán, eran consideradas seres vivos por la comunidad científica internacional. Willstätter sacó de este error a sus colegas, demostrando que se trataba de meras substancias químicas (aunque se equivocó al estimar que no eran proteínas).

Respecto a su ya mencionada aportación a la mejora de las máscaras antigás, Willstätter consiguió salvar muchas vidas de los soldados alemanes expuestos a los gases venenosos usados en la I Guerra Mundial, merced a la invención de un relleno de hexametileno-tetramina, recubierto de una capa de carbono activo, que hace inocua la hasta entonces nociva absorción de fosfogeno.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.