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MúsicaBiografía

Vivanco, Sebastián de (1551-1622).

Músico español nacido en Ávila alrededor del año 1551 y fallecido en Salamanca el día 26 de octubre de 1622. Fue prácticamente contemporáneo del compositor Tomás Luis de Victoria, nacido como él en la ciudad castellana de Ávila. Algunos estudiosos suponen, incluso, que ambos músicos pudieran muy bien haberse formado juntos bajo la enseñanza de los mismos profesores. De hecho, parece ser que el prestigio obtenido por Vivanco en la época en la que vivió resultaba equiparable, si no superior, al de su conciudadano. Así, fue precisamente Sebastian de Vivanco el músico español de su época que acumuló un mayor número de distinciones, muy superior al que llegó a alcanzar su colega, si bien es cierto que este músico no permaneció en España durante tanto tiempo como él, sino que sirvió durante varios años en las capillas musicales italianas.

Vivanco demostró a lo largo de toda su vida una particular preferencia por permanecer en su ciudad natal, a pesar de que también realizó servicios ocasionales en otros lugares, como Lérida o, incluso, ocupándose de la dirección de la prestigiosa capilla de la catedral de Sevilla durante una de las ausencias de su maestro de capilla titular, el músico sevillano Francisco Guerrero. En cualquier caso, Vivanco prefirió siempre permanecer al servicio de la institución musical asociada a la catedral abulense, a pesar de que su prestigio y riqueza no resistían la comparación con la capilla catedralicia sevillana. De todas formas, el cabildo de la catedral de Ávila se mostró siempre muy consciente de la valía del músico que tenía a su servicio y procuró compensarlo, si no con un sueldo comparable al que le ofrecían en la catedral andaluza, al menos sí con suficientes honores como para que Sebastián de Vivanco considerara que su talento y su trabajo se encontraban lo suficientemente reconocidos, y no aceptara, por lo tanto, las ofertas que pudieran hacerle desde otros templos, lo que constituía una práctica frecuente en la época. En todo caso, incluso después de obtener el puesto de maestro de capilla en Ávila, Vivanco terminó cediendo la tentación de ocupar el mismo puesto al servicio de la catedral de Salamanca, junto con el de catedrático de la Universidad de la misma ciudad, un puesto del que acabaría jubilándose en el año 1621, cuando tan sólo faltaba un año para su muerte.

Sebastián de Vivanco parece haber sido uno de los compositores de música religiosa que con más diligencia procedieron a la publicación de sus obras en ediciones impresas dentro de la España del Renacimiento. Así, llegó a publicar, entre otras muchas obras, hasta dieciocho magnificats, una de las formas más populares dentro del vasto repertorio de la música polifónica religiosa. La mitad de los magnificats elaborados por Vivanco seguirían el texto del "Anima mea" mientras que los pertenecientes a la otra mitad, caracterizados por estar compuestos a un menor nivel de dificultad técnica, seguirían el texto que comienza con las palabras "Et exultavit". Este músico fue, además, el primero de los compositores peninsulares que inauguraron la costumbre de componer dos glorias alternativos para cada uno de los magnificats "Anima mea", de tal manera que pudiera ser interpretado cualquiera de ellos según las preferencias o las posibilidades de cada momento, ya que uno de ellos se distinguiría por presentar unos requisitos y un nivel de dificultad para su interpretación mucho mayores que el otro. Los intrincados efectos contrapuntísticos que Vivanco experimentó en muchas de sus obras llegaron a dar lugar a que algunos estudiosos de su repertorio en épocas posteriores interpretaran como errores lo que no eran sino novedosos retos a la técnica propuestos por el polifonista abulense. Pero los magnificats compuestos por Vivanco no solamente plantean dificultades a la hora de descifrar su intrincado contrapunto, sino que también presentan grandes exigencias para los cantores encargados de interpretarlos, lo que proporciona una idea del grado de maestría que debieron de alcanzar los cantores que prestaban sus servicios en capillas como la de Ávila o Salamanca, y que eran, en definitiva, los encargados de interpretar estas obras.

Los motetes compuestos por Sebastian de Vivanco no presentan, sin embargo, un nivel de dificultad tan exagerado, lo que no tiene por qué implicar una menor eficacia expresiva. En ellos aparecen reiteradamente diversos efectos como la imitación de secuencias musicales o la alternancia de ritmos, lo que hace imposible que el auditorio o los intérpretes pudieran llegar a encontrarlos monótonos. Vivanco se muestra consciente del valor significativo de los textos a los que pone música y, de hecho, en su polifonía se pone de manifiesto una cierta pretensión retórica que proporciona al oyente una determinada sensación de clímax, según la ocasión, o bien de movimiento o de ansiedad, en aquellos casos en los que el compositor intenta reflejar mediante la música el sentido de las palabras que pudieran expresar este tipo de momentos o de sentimientos. Estas técnicas se ponen de manifiesto principalmente en sus motetes, la mayoría de los cuales se encuentran escritos para cuatro o cinco voces. En todo caso, a pesar de la brillantez que alcanzan los motetes y los magnificats compuestos por Sebastian de Vivanco, tampoco sus misas desmerecen con respecto a aquéllos. Estas misas se difundieron, incluso en ediciones manuscritas, por otras catedrales de la época, como la de Valladolid o la de Granada, lo que proporciona una idea del reconocimiento que, ya en vida, debieron de alcanzar las composiciones musicales de Vivanco, que, de hecho, siguieron interpretándose durante décadas después de la muerte del compositor.

Bibliografía

  • STEVENSON, R.: La música en las catedrales españolas del Siglo de Oro.
    RUBIO, S.: Historia de la música española 2. Desde el "ars nova" hasta 1600.

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín