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FísicaBiografía

Verrier, Urbain Jean Joseph Le (1811-1877).

Astrónomo y matemático francés, nacido en Saint-Lô (en el departamento de La Mancha, región de la Baja Normandía) el 11 de marzo de 1811, y fallecido en París el 23 de septiembre de 1877. Su apellido suele hallarse también bajo la forma Leverrier. Aplicó sus vastos conocimientos matemáticos al estudio de la mecánica celeste, y por medio de sus cálculos llegó a predecir la existencia de un octavo planeta, que una vez descubierto por Johann Gottfried Galle fue bautizado con el nombre de Neptuno.

Su precoz inclinación hacia el estudio de las Ciencias y las Matemáticas le condujo, en su adolescencia, a l'École Polytechnique de París (Escuela Politécnica), donde se convirtió en un matemático y un químico de extraordinaria solvencia. Así, pronto pasó a impartir clases de estas materias en el mismo Centro de estudios donde las había aprendido, y consolidó allí un sólido prestigio que, finalmente, le condujo hasta la Universidad de París. Allí, Le Verrier culminó su brillante carrera docente dando clases de Astronomía, y fue tal el reconocimiento que alcanzó en este campo que acabó ocupando una cátedra creada especialmente para él.

En 1854, después de haber sido reconocido oficialmente como uno de los descubridores de Neptuno, Le Verrier fue nombrado director del Observatorio Astronómico de París, donde tuvo ocasión de realizar otras valiosas observaciones sobre Mercurio, Urano y el Sol. Su fama se extendió por todo el mundo, y recibió premios, honores y condecoraciones en los países que, en su tiempo, estaban a la cabeza de los estudios astronómicos (y, en general, científicos). Entre estos galardones y reconocimientos, cabe destacar la medalla "Copley" que otorga la Royal Society de Londres; la medalla de la Royal Astronomical Society (del Reino Unido), que le fue concedida en dos ocasiones (en 1868 y en 1876); el nombramiento como Oficial de la Legión de Honor; y una condecoración otorgada por la Corona danesa.

En un principio, Urbain Le Verrier se dedicó la estudio de la Química y las Matemáticas; pero pronto se sintió mucho más atraído por el enigmático mundo de la Astronomía, en cuyo conocimiento se adentró con el auxilio inestimable de sus profundos saberes matemáticos, que le fueron de gran utilidad. Así, comenzó por estudiar a fondo el planeta Mercurio, cuya órbita cálculo con total exactitud; y, alentado por este éxito, pasó un tiempo calculando con idéntica precisión las órbitas de diferentes comentas.

Por aquella primera mitad del siglo XIX, el cuerpo celeste que merecía mayor atención por parte de los astrónomos era Urano, el séptimo planeta del Sistema Solar, descubierto por Sir Frederick William Herschel. Le Verrier, siempre auxiliado por sus métodos matemáticos, se enfrascó en el estudio de la órbita de Urano y detectó ciertas irregularidades que, en su opinión, debían de obedecer a la acción gravitatoria de un octavo planeta, mucho más alejado del Sol que Urano.

Simultáneamente -aunque sin tener ninguna relación entre ellos-, un estudiante de la Universidad de Cambridge llamado John Couch Adams llegaba a las mismas conclusiones que Le Verrier. En 1845, Adams presentó ante el astrónomo oficial de la Corona británica -James Challis, director del observatorio de Cambridge- el resultado de los cálculos que, como mero aficionado, venía realizando desde 1841, según los cuales tenía que existir en el Sistema Solar un octavo planeta que provocara los desajustes detectados en la órbita de Urano.

Para desgracia del joven Adams, la Astronomía académica británica no tuvo en cuenta sus hipótesis. Mayor fortuna tuvo, en cambio, el mismo trabajo que, por su cuenta y de forma totalmente independiente, había realizado Le Verrier en París. El científico francés envió sus cálculos y conclusiones al prestigioso astrónomo alemán Johann Gottfried Galle, quien, desde el observatorio de Berlín, siguió las instrucciones precisas de Le Verrier y logró detectar, el 23 de septiembre de 1846, ese octavo planeta que acabaría recibiendo el nombre de Neptuno. Los cálculos de Urbain Le Verrier eran de tal exactitud que Galle sólo tardó una hora en localizar este nuevo planeta del Sistema Solar, ubicado a apenas un grado de distancia del punto que había indicado el astrónomo francés a tenor de sus conocimientos matemáticos.

La importancia de este hallazgo no sólo conmocionó a los astrónomos de todo el mundo, sino que marcó un hito histórico en la Ciencia Universal, ya que venía a confirmar definitivamente, en el espacio interestelar, la validez de la teoría de la gravitación universal formulado por Isasc Newton. Recuérdese que los astrónomos buscaban un planeta más lejano que Urano debido a que observaron, en la órbita de éste, unas irregularidades que achacaron a la acción gravitatoria de otro cuerpo celeste.

Consagrado, en fin, como una de las figuras cimeras de la Astronomía de mediados del siglo XIX, Urbain Jean Joseph Le Verrier fue elevado al rango de director del Observatorio del París, donde, a partir de 1855, abordó en profundidad las anomalías detectadas en la órbita de otro planeta del Sistema Solar, Mercurio. Obedeciendo, una vez más, a sus cálculos matemáticos, propuso la existencia de un cinturón de asteroides o de un planeta desconocido hasta entonces, cuya ubicación, entre el Sol y Mercurio, debía de ejercer una fuerza gravitatoria que bastaría para explicar esas irregularidades detectadas en la órbita del primer planeta.

Poco después de que Le Verrier hubiera lanzado esta hipótesis, un astrónomo aficionado, el doctor Lescarbault, aseguró haber descubierto un planeta en la posición predicha por el flamante director del Observatorio de París. Le Verrier, entusiasmado por lo que parecía ser una nueva confirmación del valor de sus cálculos y predicciones, bautizó a este nuevo cuerpo, como era preceptivo, con el mitológico nombre de Vulcano. Pero nadie más logró detectar el cuerpo que aseguraba haber visto el Dr. Lescarbault, por lo que la existencia de este supuesto primer planeta fue puesta en duda por la comunidad astronómica internacional hasta que un especialista en la materia, el estadounidense James Craig Watson, creyó detectarlo de nuevo en la posición anticipada por Le Verrier y supuestamente localizada por Lescarbault.

Sin embargo, más adelante pudo confirmarse que este planeta Vulcano no existía. A comienzos del siglo XX, la formulación, por parte de Albert Einstein, de la Teoría General de la Relatividad bastó para explicar ese avance del perihelio de Mercurio que tanto había desorientado a los astrónomos decimonónicos estudiosos de su órbita.

Le Verrier fue también un excelente divulgador de los saberes astronómicos de su tiempo. Sus principales conocimientos quedaron fijados en sus obras tituladas Teoría del movimiento de Mercurio, Investigación alrededor del movimiento del planeta Herschel y Memorias sobre las variaciones seculares de las órbitas de los siete planetas principales.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.