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LiteraturaFilologíaBiografía

Valverde, José María (1926-1996).

Poeta, ensayista, traductor y profesor universitario español, nacido en Valencia de Alcántara (Cáceres) en 1926 y fallecido en Barcelona en 1996. Hombre de hondas inquietudes intelectuales y acusada sensibilidad artística, dejó impresa una extensa y profunda producción lírica que, animada siempre por su sostenido aliento religioso, partió de las preocupaciones comunes de los poetas garcilasistas de posguerra para acabar abordando nuevos contenidos más acordes con las cuestiones sociales y políticas que inquietaron a los grandes artistas y pensadores de su época (como la toma de conciencia histórica o la protesta social). En esta línea de reflexión y creación, su obra, aunque marcada por unas originales señas de identidad que resaltan su poderosa individualidad, sigue una evolución paralela a la desplegada por otros grandes poetas españoles de su generación, como Gabriel Celaya, Juan Bernier, Ramón de Garciasol, Blas de Otero, Ricardo Molina, Leopoldo de Luis, Rafael Morales, José Hierro y, entre otros muchos, Carlos Bousoño.

Vida

Inclinado desde su temprana juventud hacia el conocimiento de las disciplinas humanísticas y el cultivo de la creación poética, cursó estudios superiores de Letras en la Universidad Complutense de Madrid, donde muy pronto se dio a conocer como escritor con la publicación, con tan sólo diecinueve años de edad, del poemario titulado Hombre de Dios (1945), una opera prima plenamente inserta en la corriente estética e ideológica que presidía la poesía española de posguerra: la exaltación gozosa del "nuevo orden" surgido tras la contienda, dominado por las reminiscencias del glorioso pasado imperial y, en el plano espiritual, por una acusada religiosidad que, ya desde su propio título, era uno de los rasgos más visibles en esa primera colección de versos de José María Valverde ("Aquí está mi infantil fotografía / clavándome mis ojos, más profundos que nunca, / con una vaga cosa / posada entre las manos, distraídas y leves. // [...] // ¡Oh, Señor, aquel niño que yo era / quiere pedirte, muerto, / que le dejes vivir en mi presente un poco! / Que siga en mí, Dios mío -como tú nos decías-, / y viviré del todo, / y sentiré la vida plenamente, / y tú serás mi asombro virgen cada mañana...").
Poesía, pues, como fácilmente se desprende de estos versos recién transcritos, característica de los poetas del grupo "Juventud Creadora", que ya desde los años de la guerra venían reuniéndose para discutir esos valores morales y formales que habrían de imponerse tras la consolidación de un nuevo régimen. Entre estos creadores figuraba ya, al lado de otros autores como José García Nieto, Rafael Laffón, Pedro de Lorenzo y Jesús Juan Garcés, un jovencísimo José María Valverde que, como integrante del grupo, tuvo ocasión de colaborar también en los principales órganos de expresión fundados por casi todos ellos para canalizar sus obras de creación, reflexión e investigación, como las célebres revistas Garcilaso, Mensaje y La Estafeta Literaria.

Al tiempo que se entregaba a esta precoz actividad literaria, José María Valverde fue desarrollando una intensa labor como docente e investigador que, orientada siempre hacia el estudio de las Letras, le condujo a comienzos de los años cincuenta hasta la Universidad de Roma, en donde impartió clases entre 1950 y 1955. En el transcurso de este último año obtuvo la cátedra de Estética de la Universidad de Barcelona, por lo que se trasladó desde la capital italiana hasta la Ciudad Condal para proseguir allí una brillante carrera docente que se vio bruscamente amenazada en 1965, año en el que Valverde y otros profesores universitarios españoles renunciaron voluntariamente a sus cátedras para hacer pública su solidaridad con José Luis López Aranguren, Enrique Tierno Galván y Agustín García Calvo, tres catedráticos de la Universidad Complutense que, en agosto del referido año, habían sido separados de sus cátedras bajo la acusación de haber incitado a los estudiantes a emprender acciones subversivas contra el régimen franquista.

Esta valiente toma de posiciones frente a las autoridades políticas le forzó a abandonar su cátedra, pero no su vocacional dedicación a la docencia, que a partir de entonces tuvo por escenario las aulas de diferentes universidades y centros de enseñanza superior de Canadá y Estados Unidos. En 1975, tras la muerte del dictador, fue restituido en su cátedra de la Universidad de Barcelona, en la que volvió a impartir clases hasta el día de su jubilación.

Obra

Fue el propio Valverde quien, con el paso del tiempo y desde la amplia perspectiva del gran crítico literario en que se había convertido, calificó su poemario inicial como un típico "clamor adolescente", expresión con la que venía a señalar, por un lado, el origen "hormonal" de esas inquietudes religiosas propias de un joven que se rebela contra las injusticias de la existencia humana sin saber muy bien contra quién debe dirigir esas quejas que le dicta su angustia; y, por otro lado, el influjo innegable de los dictados estéticos e ideológicos impuestos por unos poetas de mayor edad y presencia en las Letras españolas del momento (algunos ya consagrados), que ejercían una poderosa fascinación en el joven creador admitido, sin más, en el grupo.

Lo cierto es que, tras la publicación de Hombre de Dios, la obra del poeta cacereño emprendió una búsqueda propia que, poco a poco, le fue apartando de estos modelos de su adolescencia (los poetas garcilasistas, por mal nombre señalados también como "soneteros") para arribar a otros cauces en los que la ética de tradición cristiana -que no dejará nunca de estar presente en sus textos- se despoja de huecas solemnidades e intenta ahondar en la realidad cotidiana del hombre de su tiempo. En su segunda y tercera obras poéticas, publicadas bajo los títulos de La espera (1949) -premio "Primo de Rivera"- y Versos del domingo (1954), se hacen patentes ya los primeros pasos de dicha evolución, si bien continúan apareciendo numerosos rasgos de honda religiosidad que acercan estos poemarios a la poesía coetánea de Leopoldo Panero y Luis Felipe Vivanco; pero otras colecciones de versos posteriores, como las tituladas Voces y acompañamientos para San Mateo (1959), La conquista de este mundo (1960) y Años inciertos (1971), aparecen ya impregnadas de un fuerte tono coloquial que, en sus pretensiones de sencillez y claridad, buscan llegar directamente al lector para anunciar la renuncia del poeta a la búsqueda sistemática de lo maravilloso, como resultado de un nuevo compromiso ascético que, desde la simpleza, le va a permitir profundizar mejor en la problemática del hombre y en sus inquietudes cotidianas ("Vienes primero tú, y después tu belleza / te sigue [...]").

El poeta, pues, se ha impuesto a sí mismo el deber de partir en todas sus creaciones de situaciones reales, lo que a la postre da pie a que su obra se vaya tiñendo paso a paso de una mayor tristeza, como queda patente en Enseñanzas de la edad. Poesía 1945-1970 (1971), la primera gran recopilación de su obra que ofreció José María Valverde. Sin embargo, dentro de estas mutaciones apreciables en la comparación entre sus primeros poemas y las últimas composiciones que conforman este espléndido volumen recopilatorio, se observa también nítidamente esa continuidad marcada a lo largo de toda su obra por la temática esencial que la anima, que rara vez se aparta de la búsqueda existencial de Dios o de la indefensión del hombre en un mundo que le resulta hostil. Esta continuidad temática se mantiene luego en otros poemarios de madurez de José María Valverde, como Ser de palabra, y otros poemas (1976), y triunfa plenamente en sus Poesías reunidas (1990).

En su faceta de ensayista, investigador y crítico literario, el humanista extremeño dejó también impreso un valioso legado en el que abordó temas y personalidades del mundo de las Letras, el Arte y la Filosofía tan importantes como los que se reflejan en los títulos siguientes: Estudios sobre la palabra poética (1952); Guillermo Humboldt y la filosofía del lenguaje (1955), obra que constituyó su tesis doctoral; Storia della letteratura spagnola (1955); Historia de la literatura universal (1957-1959), escrita en colaboración con Martín de Riquer; Breve historia de la literatura española (1969); Azorín (1972); Antonio Machado (1975); La literatura de Hispanoamérica (1977); Joyce (1978), Vida y muerte de las ideas (1980) y Nietzsche, de filósofo a anticristo (1992). Además, su extraordinario conocimiento de la literatura española del siglo XX le permitió preparar las ediciones críticas de varias obras de Antonio Machado(Nuevas canciones, De un cancionero apócrifo y Juan de Mairena) y de Azorín (Artículos olvidados y Los pueblos), así como diferentes antologías generales de la poesía española e hispanoamericana. También dio a la imprenta otras muestras antológicas de las creaciones individuales de autores españoles (como Luis Felipe Vivanco y Miguel de Unamuno) e hispanoamericanos (como el nicaragüense Ernesto Cardenal).

Otras obras suyas son Cartas a un cura escéptico en materia de arte moderno (1959), en la que aborda la problemática del arte actual, y la refundición y ampliación, en diez volúmenes, de esa Historia de la literatura universal (1984-1986) que escribió en colaboración con Martín de Riquer. A finales del siglo XX salieron de la imprenta los dos primeros volúmenes de sus obras completas, publicadas bajo el título de José María Valverde. Obras completas (1998) [vol. I: Poesía; vol. II: Interlocutores].

Especial atención merece también su fecunda labor como traductor, con versiones al castellano del Nuevo Testamento y de algunas de las obras más importantes de autores universales de la talla de Friedrich Hölderlin, Rainer Maria Rilke, Thomas J. Merton, Charles Dickens, Johann von Goethe, William Shakespeare, Herman Melville, James Joyce, Chistian Morgenstern y Thomas S. Eliot. Además, en su constante preocupación religiosa, José María Valverde vertió al castellano las obras de algunos notable teólogos del siglo XX, como el italiano Romano Guardiniy el suizo Hans Urs von Balthasar.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.