

Triana, José (1933-VVVV).
Poeta y dramaturgo cubano, nacido en Camagüey (capital de la provincia homónima) en 1933. Autor de una extensa, brillante y fecunda producción dramática con la que intentó difundir un nuevo proyecto de dramaturgia nacional cubana a partir de los modelos experimentales derivados de la Vanguardia (y, muy especialmente, del denominado "teatro del absurdo"), está considerado como una de las voces más destacadas del teatro cubano y, en general, de la escritura dramática hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX.
En medio de un panorama literario en el que, en aras de la modernidad, gran parte de los autores cubanos había comenzado a asimilar las propuestas vanguardistas postuladas por algunos autores señeros como Virgilio Piñera (1912-1979), José Triana irrumpió en la escena antillana de mediados de los años cincuenta con una pieza teatral titulada El mayor general hablará de Teogonía (1956), obra que, estrenada en 1960, le situó de inmediato a la cabeza de los dramaturgos vanguardistas cubanos cultivadores del teatro del absurdo. Alentado por este éxito precoz -aún no había cumplido el cuarto de siglo de existencia cuando culminó esta excelente opera prima-, el escritor de Camagüey se enfrascó en una intensa labor creativa que le llevó a contar con nueve obras en su haber en 1966, cuando habían transcurrido diez años desde su primera incursión en el género teatral. De estas nueve piezas originales de José Triana, siete fueron llevadas a los escenarios cubanos con grandes aplausos por parte de la crítica y el público, por lo que puede afirmarse que, a mediados de la década de los setenta, el escritor camagüeyano ya era el dramaturgo caribeño más importante de su generación.
Tres de esas nueve obras (la recién citada El mayor general hablará de Teogonía, junto a Medea en el espejo -de 1958, pero estrenada en 1960- y El parque de la fraternidad) vieron la luz en un volumen conjunto titulado El parque de la fraternidad (La Habana: Ediciones Unión, 1962). Otros grandes éxitos de aquel primer período de la producción teatral de José Triana fueron las piezas tituladas La visita del ángel (1963) y La muerte del Ñeque (La Habana: Ediciones R, 1964). Pero la obra que exportó definitivamente su gran talento dramatúrgico fuera de las fronteras cubanas, para difundirlo por todo el mundo, fue la titulada La noche de los asesinos (La Habana: Casa de las Américas, 1965), un espléndido drama generacional que, galardonado con el prestigioso premio internacional "Casa de las Américas" en 1965 y estrenado en La Habana al año siguiente, acabó siendo traducido a más de veinte idiomas y representado en los principales escenarios de América y Europa. Considerada unánimemente por parte de la crítica especializada como una de las cotas cimeras del teatro hispanoamericano contemporáneo, La noche de los asesinos recurre a los modelos formales y temáticos del experimentalismo y el teatro del absurdo para poner sobre la escena la angustia y crueldad de tres hermanos que juegan a matar a sus padres en el transcurso de una noche que, dentro del alcance simbólico de la obra, reproduce todas las noches de su existencia. Más allá del mero conflicto generacional, de la necesidad freudiana de "matar al padre" para afirmar la propia personalidad del individuo, y del conflicto individual del ser humano y el medio hostil que le rodea en la sociedad contemporánea, la obra de José Triana apela a la crueldad inocente de los niños y a la violencia cotidiana del hombre frustrado para ahondar en la lucha agónica de cada uno de los personajes con sus oponentes y, desde luego, consigo mismo. Así, las complejas relaciones paterno-filiales se configuran aquí como una necesidad insoslayable que, en medio de la ambigüedad trágica del juego ritual protagonizado una y otra noche por los asesinos (aunque tal vez sería más adecuado hablar de los "no-asesinos"), encauza la evolución psicológica y social de los personajes hacia el intento de deslindar los aspectos aprovechables de la tradición, frente a los usos sociales y valores sociales que no merecen seguir propagándose. Y será, a la postre, la auténtica imposibilidad de llevar a la práctica esta distinción lo que dé pie al conflicto insoluble de la existencia del ser humano, incapaz de soslayar el enfrentamiento constante entre sus ritos de liberación y autoafirmación, y su obligación de existir dentro de unas coordenadas sociales predeterminadas.
Autor de otras piezas teatrales inéditas que tampoco han sido llevadas a la escena, José Triana se afincó en 1980 en París, donde continuó desplegando -ya con menor intensidad- una labor teatral que arrojó por fruto nuevas obras originales -como la titulada Palabras comunes (1986)- y una adaptación teatral de la excelente novela Las honradas (1919), del escritor habanero Miguel de Carrión (1875-1929). En líneas generales, su producción dramática se caracteriza, en el plano estilístico, por una búsqueda constante del lirismo de lo cotidiano; y, en el nivel argumental, por una permanente indagación -como ya se ha apuntado más arriba, a propósito de su pieza maestra- en la soledad, la fragilidad y la angustia existencial del hombre, siempre aterrado ante su ignorancia acerca de la auténtica razón de la existencia. No es de extrañar, por ende, que José Triana haya elegido normalmente a sus personajes entre los seres reales procedentes de los sectores marginados y desfavorecidos, con la intención de intensificar dicha sensación de desamparo y abandono que rodea de continuo al ser humano.
El escritor de Camagüey es también autor de una colección de poemas publicada bajo el título de De la madera del ensueño (Madrid: Gráficas Bachendo, 1958).
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