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MúsicaBiografía

Tomkins, Thomas (1572-1656).

Compositor y organista inglés nacido en Saint Davids, Pembrokeshire, en 1572 y fallecido en el año 1656. Fue el segundo hijo de Thomas Tomkins, también compositor y organista, miembro de una destacada familia dentro de la vida musical de la Inglaterra de los siglos XVI y XVII. Gracias a la dedicatoria de una de sus canciones sabemos que debió de ser discípulo de William Byrd. Alrededor del año 1596 consiguió la plaza de organista de la catedral de Worcester. Ya en 1607 se graduó en música en el Magdalen College de la Universidad de Oxford. En 1621 fue nombrado, además, organista de la Chapel Royal, la institución musical adscrita a la corona inglesa, dentro de la cual realizó tareas como la composición de la música que se interpretaría con ocasión de las ceremonias de coronación del rey Carlos I, en el año 1625. Este cargo dentro de la capilla musical de la Corte que muchos otros compositores e instrumentistas de gran calidad ambicionaron sin conseguirlo durante toda su vida, era una de las menciones más prestigiosas a las que podía aspirar un músico en la época de Tomkins, así que su nombramiento nos da una idea del grado de reconocimiento del que debieron de gozar sus obras ya durante la vida del compositor. En 1628, todo parecía indicar que Thomas Tomkins iba a suceder al italiano Alphonso Ferrabosco como compositor habitual de la capilla de Carlos I, pero el mismo rey impidió el nombramiento, pues el puesto ya había sido prometido al hijo de Ferrabosco. Así pues, Tomkins mantendría su posición de organista en Worcester hasta 1646, año en que los servicios religiosos fueron suspendidos en la catedral, después del segundo asedio de Worcester. Los últimos años de la vida de Tomkins transcurrieron retirado en la intimidad, aunque continuaría llevando a cabo sus tareas de composición hasta el final de sus días.

Se considera a Thomas Tomkins como el último representante de la escuela de compositores ingleses cuyo padre fue William Byrd. Lo mismo que su maestro, Tomkins no demuestra un interés particular en la composición de canciones para laúd, un género que al que otros compositores, como John Dowland, habían dotado de nueva categoría y habían puesto de moda dentro de la Corte inglesa, sino que se dedica, sobre todo, a la composición de madrigales. En todo caso, en lo que se refiere a la composición de estos madrigales, el compositor no da muestras de haber recibido las nuevas influencias italianas en tan gran medida como algunos de sus contemporáneos. En los madrigales de Tomkins apenas si se aprecian los rasgos típicos de la seconda prattica, que por aquel entonces sí se encontraban presentes en la obra de buena parte de los madrigalistas italianos, así como en la de muchos de los ingleses. Según la estética de la seconda prattica, son las palabras, tanto desde el punto de vista de su contenido semántico como de su calidad sonora, las que deben actuar como "maestras de la armonía", en lugar de estar a su servicio, al contrario que en el estilo típico de la prima prattica, en el que la perfección de la escritura musical se consideraba más importante que la expresión contenida en el texto. Debido a esta falta de atención a las novedades italianas, algunos musicólogos consideran las obras de Thomas Tomkins como dignas de figurar entre las mejores creaciones de compositores reconocidos como Thomas Weelkes, Orlando Gibbons o Thomas Wilbye. Sin embargo, existen también otros musicólogos que consideran las obras de Tomkins como propias de un compositor diletante, precisamente debido al hecho de que Thomas Tomkins no aplica en ellas las novedades que provenían de Italia y teniendo en cuenta, además, que los madrigales de Tomkins no llegan nunca tan lejos, al menos en lo que se refiere a la construcción armónica o a la invención formal, como habían conseguido llegar con las suyas algunos compositores anteriores a él. Así pues, quizá Tomkins dé muestras en sus obras de carecer de la audacia compositiva presente en las composiciones de los primeros madrigalistas ingleses, del mismo modo que se manifiesta ignorante acerca de las novedades italianas, o quizá, simplemente, reticente a aplicarlas en sus composiciones. Sin embargo, a los madrigales de Tomkins, recogidos en su libro de canciones (Songs) de 1622, no se les puede negar la consideración como piezas de extraordinaria inspiración. Algunas de sus más hermosas composiciones escritas para ser interpretadas a varias voces son las tituladas: Weepe you no more, thou sorry boy, con su segunda parte titulada Yet againe, as soon revived; o las parodias de otras composiciones de John Dowland tituladas O let me live (dedicada precisamente al Doctor Douland) y O let me dye (dedicada al maestro John Daniell).

Pero Thomas Tomkins no sólo brilló como compositor de madrigales, sino que también dedicó buena parte de su tiempo a la composición de música destinada a ser interpretada durante los servicios eclesiásticos. Lo cierto es que la música religiosa de Tomkins parece haber gozado en su época de una grandísima popularidad, reflejada en el hecho de que sus composiciones circulaban a menudo en forma manuscrita, sin haber sido siquiera publicadas. Tomkins fue, además, el compositor mejor representado dentro del repertorio de la Chapel Royal, la capilla musical adscrita a la Corona británica, al menos en los años treinta del siglo XVII. En el caso de Thomas Tomkins contamos además con la ventaja añadida de que una gran parte de su música se ha conservado hasta nuestros días, lo que no ocurre, sin embargo, la de otros compositores contemporáneos suyos. Esto se debe a que sus obras fueron compiladas y editadas en el años 1668 por su hijo, Nathaniel Tomkins, bajo el título general de Musica Deo Sacra. Gracias a esta feliz circunstancia han podido conservarse una gran cantidad de anthems y otras obras polifónicas que, de otra manera, se habrían perdido. Por las composiciones recogidas en esta colección Musica Deo Sacra, podemos considerar a Thomas Tomkins como un digno heredero de la tradición compositiva de la polifonía religiosa británica, que presenta su expresión más elevada en el cultivo del anthem o himno con texto en inglés, la forma musical más característica del servicio religioso anglicano. Sus anthems a tres voces fueron probablemente escritos para ser interpretados en la oración privada, quizá por los miembros de su propia familia. Entre sus composiciones a cuatro voces, seis de ellas fueron escritas para ser interpretadas por voces de hombres, mientras que otras treinta y cinco están destinadas a la interpretación en diferentes combinaciones de voces de hombres y niños. El más elaborado de estos anthems, el titulado O praise the Lord all ye heathen, presenta una estructura a doce voces y constituye una muestra del hecho de que Tomkins no era ni mucho menos un compositor inexperto, sino que dominaba las técnicas del contrapunto imitativo. La mayor parte de sus himnos litúrgicos suelen presentar la forma tradicional según la cual la obra se abre con un motivo musical enunciado por una voz solista de donde parte la sucesión de imitaciones llevadas a cabo por el resto de las voces hasta dar lugar, en los momentos que la obra requiere mayor intensidad, a las impresionantes secciones de unísono coral. En todo caso, la estructura de las obras corales de Tomkins resulta extraordinariamente variada, de tal manera que, prácticamente, no existen dos anthems que presenten el mismo número de secciones, ni siquiera la misma disposición entre las partes a solo y las partes a coro completo. Ni siquiera la extensión de todos sus anthems coincide, ni aunque sea aproximadamente. De este modo, mientras que el himno titulado Behold, I bring you, de una extensión aproximada de unos cien compases, se divide tan sólo en dos de estas secciones, en las que una voz solista da lugar a todo un trenzado de imitaciones hasta llegar a las partes a coro pleno, otro de estos himnos, el titulado Turn thou us, cuya extensión no llega siquiera a la mitad del anterior, está dividido, sin embargo, en un número mucho mayor de secciones: alrededor de catorce.

Además de su extenso repertorio de música vocal, tanto profana como religiosa, Thomas Tomkins dedicó también su tiempo a la composición de música instrumental. La mayor parte de sus obras instrumentales están destinadas a la interpretación con instrumento de teclado, si bien también compuso algunas obras para conjunto instrumental, entre las que destacan sus fantasías y sus danzas. Parece ser que Tomkins poseía una colección de música para teclado procedente de las épocas Tudor e Isabelina, compuesta por obras de músicos tan destacados como Redford, Preston, Byrd, Gibbons, Farmer y Morley. En los márgenes de las partituras se han encontrado notas y comentarios escritos por la mano del mismo Tomkins, expresando su opinión sobre la música en cuestión, así como sobre la utilidad que una determinada obra pudiera tener para perfeccionar la técnica del instrumentista. Estos pequeños comentarios constituyen una muestra del cuidadoso estudio que Thomas Tomkins debió de llevar a cabo para interpretar y comprender toda esta música, así como de la influencia que estas obras de épocas precedentes debieron de ejercer sobre la formación artística del compositor. En general, podemos considerar las obras para teclado de Thomas Tomkins como la parte más "conservadora" de toda su producción musical, por lo menos en lo que se refiere a su contenido estético. Pero si en algunas de estas obras el compositor otorga más importancia a la invención que a la imitación de técnicas compositivas basadas en la estética de épocas pasadas, probablemente esta preferencia se expresa, sobre todo, en sus danzas, dotadas de una expresión mucho más imaginativa y mucho más espontánea que buena parte de sus otras obras instrumentales.

Thomas Tomkins compuso, además de sus obras para instrumento solista, un pequeño número de piezas para conjunto instrumental entre las que destaca, por su belleza, la pavana en La a cinco partes, obra que ha sobrevivido también en una versión para teclado. Una vez más es en la composición de danzas donde se manifiesta toda la maestría, toda la espontaneidad y toda la imaginación de los compositores de la época de Tomkins.

Bibliografía

  • -The New Grove Dictionary of Music and Musicians

  • -The english madrigal composers, Oxford, 1921.

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín