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LiteraturaBiografía

Supervielle, Jules (1884-1960).

Poeta, narrador y dramaturgo francés, nacido en Montevideo (Uruguay) el 16 de enero de 1884 y fallecido en París el 17 de mayo de 1960. Autor de una extensa y variada producción literaria que progresa por los géneros más diversos, destacó fundamentalmente en el ámbito de la creación poética, donde logró imponer una tensa distancia entre la autonomía de su estética particular (tendente a la conservación de la mejor herencia clásica de la tradición poética francesa) y los postulados radicales, rupturistas y renovadores de la Vanguardia (de los que aceptó algunos elementos básicos, como la importancia de lo onírico preconizada por los surrealistas, pero sin ubicarlo fuera del alcance de la razón consciente).

Vida y obra

Hijo de padres franceses y francés, por ende, desde su nacimiento, vino al mundo en la capital uruguaya después de que sus progenitores se hubieran conocido allí a raíz de los negocios de la rama paterna de su familia. En efecto, Bernard Supervielle (un tío del poeta que, en 1880, había fundado un banco en Montevideo junto a su esposa Marie-Anne) requirió desde allí la colaboración de su hermano Jules, quien al poco tiempo de haber llegado a tierras de Ultramar contrajo matrimonio con Marie, la hermana de su cuñada Marie-Anne.

En 1884, a los pocos meses del nacimiento del futuro escritor, Jules (que era de origen bearnés) y Marie (natural del País Vasco francés) decidieron regresar temporalmente a Francia para visitar a sus familiares y presentarles al hijo que acababan de tener. Ya en su país natal, durante una estancia en la localidad de Oloron-Sainte-Marie (perteneciente al departamento de los Bajos Pirineos), los padres del pequeño Jules perdieron la vida de forma fulminante, sin que los biógrafos del escritor se hayan puesto de acuerdo en atribuir esta terrible y prematura orfandad a los efectos devastadores del cólera o al consumo de aguas corrompidas vertidas por un grifo emponzoñado. La custodia del bebé -que sólo contaba ocho meses de edad cuando ya era huérfano de padre y madre- quedó en manos de una abuela suya, quien en 1886 atendió a la solicitud de Bernard desde Uruguay y envió al pequeño Jules a la ciudad donde había nacido. Allí, sus tíos Bernad y Marie-Anne criaron y educaron al futuro escritor como si de su propio hijo se tratase, de suerte tal que Jules no tuvo noticia de que no eran sus auténticos padres hasta 1893, cuando, con nueve años de edad, descubrió por casualidad que era hijo adoptivo. Pero esta revelación no fue para él demasiado traumática, pues ya por aquel entonces había caído bajo la tiranía de una precoz vocación que le absorbía gran parte de su tiempo: la creación literaria.

En efecto, antes de haber cumplido los diez años de edad el jovencísimo Jules ya había comenzado a redactar, aprovechando los espacios en blanco de un cuaderno de registros del Banco Supervielle, una serie de relatos que agrupó bajo el título de Livre de fables. Poco después, tras el traslado de su familia de adopción a París, inició en la capital francesa su formación secundaria (concretamente, en el liceo Janson de Saylly), claramente orientada hacia el conocimiento de las disciplinas humanísticas y, en especial, hacia esa materia literaria que venía fascinándole desde su infancia. Fue así como entró en contacto con las respectivas obras de algunos poetas decimonónicos que le sedujeron en su adolescencia e influyeron decisivamente en su inclinación hacia la escritura poética, modalidad creativa que ya cultivaba profusamente -bien es verdad que en secreto- hacia 1898, cuando contaba catorce años de edad. Estos poetas predilectos durante aquel período de formación fueron Alfred Musset (1810-1857), Victor Hugo (1802-1885), Alphonse de Lamartine (1790-1869), Charles-Marie Leconte de Lisle (1818-1894) y René Sully-Prudhomme (1839-1907). Fruto de esta temprana pero intensa dedicación al cultivo de la creación poética fue la publicación, a los diecisiete años de edad, de una pequeña plaquette titulada Brumes du passé (Brumas del pasado, 1901), cuyos gastos de edición corrieron por cuenta del precoz poeta.

Viajaba, por aquel tiempo, con cierta frecuencia y regularidad a su Uruguay natal, en donde pasó los veranos de 1901, 1902 y 1903, en casa de los familiares que allí le quedaban. Entretanto, una vez obtenido el título de Bachiller había empezado a cursar en la Universidad de la Sorbona estudios superiores de Letras, carrera en la que obtuvo el grado de licenciado después de haber cumplido con el servicio militar. Debido a su frágil salud, soportó mal las penalidades de la vida en el cuartel, por lo que durante muchos años guardó un pésimo recuerdo de ese forzoso período castrense. Una vez liberado de sus obligaciones militares y licenciado en Letras por la Sorbona, Jules Supervielle continuó ampliando sus conocimientos con estudios de Derecho e Idiomas, actividad intelectual que compaginaba con sus visitas a Uruguay, en donde conoció a Pilar Saavedra, con la que contrajo matrimonio en 1907, en la ciudad en la que había nacido el poeta. Fruto de esta unión fueron seis vástagos que vinieron al mundo entre 1908 y 1929.

De nuevo en París, Jules Supervielle siguió ampliando sus estudios de Letras y, en 1910, presentó un proyecto de tesis doctoral bajo el título de "Le sentiment de la nature dans la poésie hispano-américaine" ("El sentimiento de la Naturaleza en la poesía hispanoamericana"), trabajo que le granjeó un cierto reconocimiento como crítico literario, merced a algunos extractos que vieron la luz en las páginas del Bulletin de la bibliothèque américaine. En el transcurso de aquel mismo año, dio a la imprenta un poemario titulado Comme des voiliers (Como unos veleros, 1910), obra que anunciaba desde el privilegiado frontispicio de su título la afición del poeta a los viajes. Continuaba, en efecto, por aquel tiempo recorriendo numerosos lugares del mundo, hasta que en 1912 decidió instalarse definitivamente en París, en un apartamento sito en el número 47 del boulevard Lannes, en el que habría de residir por espacio de veintitrés años (sin dejar por ello de cruzar el Atlántico en múltiples ocasiones, pues no soportaba permanecer alejado durante mucho tiempo de Uruguay, país al que amaba tanto como a Francia).

En 1914, el violento estallido de la Primera Guerra Mundial provocó la inmediata movilización de Jules Supervielle, a quien, en atención a sus problemas de salud (padecía desde su juventud serias complicaciones cardíacas) y a sus brillantes competencias lingüísticas (dominaba a la perfección varios idiomas), se exoneró de ir al frente, al tiempo que se le asignaban relevantes funciones dentro del Ministerio de la Guerra. Durante todo el dilatado período bélico, el escritor nacido en Montevideo aprovechó para leer con fruición las obras de numerosos autores franceses y extranjeros, con singular entrega a la poesía de algunos poetas que le habían fascinado, como sus compatriotas Paul Claudel (1868-1955), Arthur Rimbaud (1854-1891), Stéphane Mallarmé (1842-1898) y Jules Laforgue (1860-1887) -este último, considerado como uno de los grandes precursores de la poesía de Supervielle-, y el norteamericano Walt Whitman (1819-1892).

Acabada la contienda bélica, Supervielle dio a la imprenta una nueva colección de versos que, agrupados bajo el título genérico de Poèmes (Poemas, 1919), despertaron la admiración de algunos autores consagrados como André Gide (1869-1951) y Paul Valéry (1871-1945), quienes contribuyeron decisivamente a la consolidación del prestigio literario del autor montevideano en los principales foros y cenáculos artísticos e intelectuales de la capital francesa, y le presentaron a Jacques Rivière (1886-1925), recién nombrado director de la Nouvelle Revue Française. A partir de entonces, Jules Supervielle empezó a colaborar asiduamente en esta célebre y difundida publicación, uno de los principales órganos de difusión de las nuevas tendencias estéticas que florecieron profusamente en la Francia del primer tercio del siglo XX.

Consagrado, en fin, como una de las grandes revelaciones de la nueva poesía francesa, Supervielle confirmó las buenas expectativas creadas por sus poemarios anteriores con la publicación de una espléndida colección de poemas titulada Débarcadères (Desembarcaderos [París: Gallimard, 1922]), a la que pronto añadió nuevos volúmenes de versos que le mantuvieron a la cabeza de la lírica francesa de los años veinte y treinta, como Gravitations (Gravitaciones [París: Gallimard, 1925]), Le forçat innocent (El forzado inocente [París: Gallimard, 1930]), Amis inconnus (Amigos desconocidos [París: Gallimard, 1934]) y La fable du monde (La fábula del mundo [París: Gallimard, 1938]). Tras un largo paréntesis de más de diez años, abierto por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Supervielle reanudó su actividad poética y publicó otras colecciones de versos como Oublieuse mémoire (Olvidada memoria, 1949), 1939-1945 (París: Bibliothèque de la Pléiade, 1946), A la nuit (Por la noche [París: Bibliothèque de la Pléiade, 1947]), Naissances (Nacimientos [París: Bibliothèque de la Pléiade, 1949), En songeant à un art poétique (Soñando un arte poética [París: Bibliothèque de la Pléiade, 1951]), L'escalier (La escalera [París: Bibliothèque de la Pléiade, 1956]) y Le corps tragique (El cuerpo trágico [París: Bibliothèque de la Pléiade, 1959]).

Mientras incrementaba esta copiosa producción lírica, Jules Supervielle trabajaba también en el cultivo de otros géneros como la prosa de ficción y la escritura dramática. Ya en 1923 -año en el que le habían presentado al poeta y pintor de origen belga Henri Michaux (1899-1984), que acabaría siendo íntimo amigo suyo- se había dado a conocer como narrador merced a la novela titulada L´homme de la pampa (El hombre de la pampa [París: Gallimard, 1923]), obra a la que siguieron otras narraciones extensas como las tituladas Le voleur d'enfants (El ladrón de niños [París: Gallimard, 1926]), Le survivant (El superviviente [París: Gallimard, 1928]) y, casi al final de su vida, Le jeune homme du dimanche et des autres jours (El joven hombre del domingo y de los otros días [París: Gallimard, 1952]). Además, cultivó con singular éxito el género cuentístico, al que aportó algunas colecciones de relatos tan notables como L'enfant de la haute mer (El niño de alta mar [París: Gallimard, 1931]), L'arche de Noé (El arca de Noé [París: Gallimard, 1938]), Les B.B.V. (París: Gallimard, 1949) y Premiers pas de l'univers (Primeros pasos del universo [París: Gallimard, 1950]). Su obra narrativa se completa con el relato autobiográfico Boire à la source. Confidences (Beber de la fuente. Confidencias [París: Gallimard, 1933]).

Autor fecundo y polígrafo, Jules Superville también escribió algunas piezas teatrales que gozaron de gran aceptación entre la crítica y el público de su tiempo. Entre estas obras dramáticas del escritor montevideano, cabe recordar las tituladas La Belle au bois (La bella del bosque [París: Gallimard, 1932]), Bolívar (París: Gallimard, 1936), Robinson (París: Gallimard, 1948) y Shéhérazade (Paris, Gallimard, 1949).

Ubicado, en fin, desde los años veinte en el epicentro del París literario y artístico, Supervielle compartió amistad no sólo con los grandes figuras citadas en parágrafos anteriores, sino también con otros escritores de la talla del alemán Rainer Maria Rilke (1875-1926) -a quien conoció en 1925-; el narrador, ensayista e infatigable animador cultural Jean Paulhan (1884-1968) -con el que llegó a tener tanta confianza que, a partir de 1927, sometía a su juicio todos sus borradores-; y el narrador, ensayista y crítico de arte Marcel Arland (1899-1986). Durante la década de los treinta, a medida que iba dando a la imprenta o estrenando algunas de las obras recientemente citadas, Jules Supervielle siguió gozando de un gran prestigio literario tanto en Francia como en Uruguay. Este reconocimiento unánime de la crítica, los lectores y el público teatral le animó, desde entonces hasta el final de sus días, a revisar y corregir constantemente sus obras, ofreciendo múltiples reediciones de un mismo texto que, en ocasiones, llegaban a presentar un cambio de género respecto a la versión original.

Pero este período de fama literaria, prestigio intelectual y bonanza económica se interrumpió bruscamente con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que no sólo le impuso -como ya se ha apuntado más arriba- un forzoso mutismo en su actividad poética, sino también la necesidad de abandonar con presteza esa Francia ocupada en la que, como tantos otros escritores, artistas e intelectuales, se sentía seriamente amenazado. Lastrado, pues, por la tensión reinante en todo el mundo, así como por el empeoramiento de su salud quebradiza (con problemas pulmonares complicándose con su crónica dolencia cardíaca) y por las dificultades económicas derivadas de la inestable situación bélica, Superville tomó el rumbo del exilio y se afincó en su segunda patria, en donde habría de permanecer por espacio de siete años (1939-1946). Confiaba en que, a su llegada, la entidad financiera fundada por su tío contribuyera a socorrer su precaria situación económica; pero, al poco de haber arribado a su Montevideo natal, quebró el "Banco Superville", con lo que se encontró, de repente, en la ruina. Por fortuna, el reconocimiento literario que le arropaba le permitió subsistir con el producto de su pluma, aunque obligándole a trabajar sin descanso: ganó algo de dinero con los montajes de sus piezas teatrales, puestas en escena por los mejores actores y directores del mundo -como su compatriota Louis Jouvet (1887-1951)-; se alzó con varios premios literarios que le reportaron algunos beneficios económicos; y recurrió a su condición de políglota para convertir sus traducciones en una importante fuente de ingresos -vertió al francés obras de Lorca (1898-1936), Jorge Guillén (1893-1984) y Shakespeare (1564-1616)-. Y recibió, simultáneamente, algunos honores y distinciones que, aunque no repercutieran directamente en su hacienda, contribuyeron a ensalzar su nombre y a elevar su caché como escritor, traductor y conferenciante (fueron muy celebradas las disertaciones que, centradas en la poesía francesa contemporánea, ofreció en 1944 en la Universidad de Montevideo); entre estos reconocimientos y galardones, cabe destacar su nombramiento como Oficial de la Legión de Honor (1939).

Acabada la guerra, Supervielle regresó a Francia con el cargo de agregado cultural honorario de la embajada uruguaya en París. Publicó entonces algunos cuentos mitológicos -agrupados bajo el título de Orphée (Orfeo, 1946)- y empezó a trabajar en su ya mencionada autobiografía, así como en sus poemarios y narraciones de madurez. A comienzos de la década de los cincuenta, próximo a alcanzar ya la condición de septuagenario, la inestable salud del poeta sufrió una recaída ocasionada por las secuelas de su antigua dolencia pulmonar, complicadas con esa arritmia cardíaca que le venía acompañando desde su juventud. Continuó, empero, cultivando el género poético y, un año antes de su muerte, dio a la imprenta el que habría de ser su último poemario -el ya citado El cuerpo trágico (1959)-. Poco después, recibió el título honorífico de "Príncipe de los poetas", otorgado por sus propios colegas; pero apenas tuvo tiempo de saborear este honor, ya que la muerte le sobrevino a los pocos meses en su residencia parisina. Su cadáver fue trasladado a Oloron-Sainte-Maire, donde recibió sepultura junto a los restos mortales de sus progenitores.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.