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Suger (1082-1152).

Abad de Saint-Dennis y hombre de Estado francés. Nació, probablemente, cerca de París en el año 1081, y murió en la abadía de Saint-Dennis, el año de 1152. De origen humilde, ingresó a los diez años en la abadía de Saint-Dennis como oblato. En este tiempo trabó amistad con el futuro rey, Luis VI, quien también estaba ingresado en dicha abadía. Fue enviado como novicio al monasterio de San Martín de Estrée. En el año 1106, el abad de Saint-Dennis, Adam, le nombró su secretario particular. Gracias a este cargo, Suger desempeñó varias misiones diplomáticas de cierta importancia, como por ejemplo ante el rey Enrique I de Inglaterra. Entre los años de 1108-1119 el rey Luis VI le envió a la corte papal de Gelasio II (1118-1119). En el año de 1122 murió el abad de Saint-Dennis, siendo elegido Suger como su sucesor, el cual estaba en Roma, desempeñando una de sus muchas misiones diplomáticas.

La resurrección de la abadía de Saint-Dennis

Con la elección de Suger como abad de la más ilustre abadía de la orden benedictina, ésta volvió a recobrar su antiguo esplendor. La abadía de Saint-Dennis conoció, a principios del siglo XII, una importante decadencia y relajación espiritual. El lugar se convirtió más en un centro de lujo, placer y diversiones, con un abad más en su papel de gran señor que de guía espiritual de una comunidad de monjes dedicados a la meditación y al estudio. Los abades de las grandes abadías estaban más tiempo en las cortes seculares que en sus monasterios, con un absentismo muy alto. Suger, una vez en el cargo, se ocupó de restaurar lo temporal de la abadía, en un programa básico que se resumió en lo siguiente: aumentar el bienestar material de los religiosos, con el objeto de poder atender a las necesidades de dar limosna; otra medida fue la de engrandecer y embellecer la iglesia del monasterio, tal como le correspondía a la categoría del monasterio (era el panteón de los reyes franceses, y además la abadía llevaba el nombre del santo patrón del país). En poco tiempo logró su objetivo: Saint Dennis volvió a ser de nuevo el santo y seña de la Iglesia de Francia, consiguiendo con ello el beneplácito y las alabanzas del reformador San Bernardo de Claraval, y de Pedro el Venerable, abad de Cluny.

Su actividad política

En el año 1137 murió el rey Luis VI. Su hijo y sucesor, Luis VII, volvió a confiar en Suger, y más concretamente en sus grandes cualidades como diplomático, político y administrador. Suger restableció, en el año 1140, la paz entre el monarca francés y el papa Celestino II, quien levantó la excomunión que pesaba sobre el rey francés. Desde el año 1140 trabajó conjuntamente con Bernardo de Claraval en la reforma eclesiástica que éste último venía desempeñando. Todo ello desembocó con la preparación y predicación de la que sería la segunda cruzada a Oriente.

En junio de 1147 partió el monarca francés hacia Jerusalén, acompañado de su famosa y poderosa mujer Leonor de Aquitania. Al monarca francés le acompañó también el emperador alemán Conrado III. El rey nombró regente a Suger durante su ausencia, demostrando una vez más su valía, no sólo como administrador y financiero del reino, sino también como militar, ya que tuvo que hacer frente a una importante revuelta de nobles, comandada por el conde de Dreux, hermano del rey. Las pretensiones de los insurrectos era deponer al rey legítimo y coronar al hermano. El rey francés, a su vuelta de la desastrosa cruzada, le nombró Padre de la Patria por los grandes favores prestados. En vista del fracaso tan sonoro de la segunda cruzada, en el año de 1150 se encontraba planeando con Bernardo de Claraval los preparativos para otra expedición a Tierra Santa, cuando la muerte le sorprendió, víctima de la malaria.

El legado del Abad Suger

La huella que dejó Suger a su muerte quedó plasmada en el monasterio de Saint-Dennis, obra enteramente suya. La arquitectura de dicho monasterio es considerada como el arranque de la nueva concepción artística denominada como el gótico, que venía a sustituir al estilo precedente, el románico. Otra labor importante de Suger fue la revalorización e impulso dado a la liturgia y organización de la propia orden benedictina. Suger también tuvo una especial relevancia como escritor, dejando obras importantes: Libellus de consacratione ecclesiae, Liber de rebus in administrationem suae gestis (memorias sobre su propia gestión y administración de la abadía), Historia Ludovici VII (obra incompleta), además de bastantes cartas y documentos oficiales.

Bibliografía

  • Colombas, G.M: El monacato primitivo. Madrid, 1974

  • Lekay, L.J: Los cistercienses. Barcelona, 1987

  • Nesmy, C.J: San Benito y la vida monástica. Madrid, 1963

C. Herráiz García.

Autor

  • Carlos. Carlos Herráiz García