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Ocio y entretenimientoBiografía

Soto Moreno, Rafael o "Rafael de Paula" (1940-VVVV).

Matador de toros español, nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 11 de febrero de 1940. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de "Rafael de Paula". Considerado como uno de los toreros más irregulares de todos los tiempos, capaz de protagonizar en una misma tarde el éxito más sonado y el fracaso más estrepitoso, está tocado por una inspiración genial que, en contadas ocasiones, ha situado el embrujo de su toreo gitano en las más altas cotas artísticas del toreo.

Nacido en el popular barrio jerezano de Santiago, respiró desde niño el ambiente taurino que le rodeaba, si bien no mostró en su ejercicio esa precocidad que suele caracterizar la vocación de casi todas las grandes figuras del toreo. En efecto, no comenzó a entrenarse en el manejo del percal hasta los dieciséis años de edad, cuando, todavía en calidad de mero aficionado, dio algunos lances de capote en la dehesa del ganadero Fermín Bohórquez. Un año después, animado por el juicio favorable de quienes presenciaron estos fogueos, se decidió a enfundarse su primer traje de luces; para ello, eligió como escenario la secular majestuosidad de la plaza de toros de Ronda (Málaga), cuya arena cruzó el día 9 de mayo de 1957.

Tras dedicar el resto de dicha temporada a probarse en varias novilladas sin picadores, debutó con el concurso de los varilargueros el día 2 de mayo de 1958, en las arenas de su villa natal, en donde se enfrentó a las reses de don Juan Belmonte acompañado en los carteles por los jóvenes novilleros Antonio González y Juan García ("Mondeño"). El propio Juan Belmonte, desde la atalaya de su sabiduría taurómaca, alentó desde un principio la incipiente carrera de "Rafael de Paula", en quien veía un torero en ciernes capaz de conmover, como él lo había hecho en sus tiempos, los cimientos artísticos del toreo.

Con avales tan fundamentados, Rafael Soto Moreno se presentó ante la afición sevillana el día 29 de junio de 1959, y dos meses y medio después (concretamente, el día 6 de septiembre de aquella temporada) compareció por vez primera ante el severo público de Las Ventas (Madrid), donde, en compañía de los novilleros "Curro Puya" y Juan Vázquez, despachó un encierro de don Antonio Pérez de San Fernando (remendado con un sobrero procedente de las dehesas de don Tomás Prieto de la Cal). Anduvo muy desacertado aquella tarde el joven "Rafael de Paula", preludiando los escasos momentos de genialidad que había de ofrecer a la afición madrileña en toda su andadura profesional.

El día 9 de septiembre de 1960, tras haber intervenido en una veintena de festejos picados a lo largo de aquella temporada, volvió a pisar la arena rondeña para recibir allí su alternativa. Se presentó apadrinado por el excepcional coletudo madrileño Julio Aparicio Martínez, quien, bajo la atenta mirada del no menos genial diestro malagueño Antonio Ordóñez Araujo, que comparecía en calidad de testigo, cedió al toricantano la muleta y el estoque con los que había de trastear y despenar a un astado marcado con el hierro de don Atanasio Fernández. Fiel a la expectación que había levantado esta ceremonia en Ronda, "Rafael de Paula" se doctoró con dos brillantes faenas, premiadas con un apéndice auricular de cada uno de sus dos enemigos.
Sin embargo, y a pesar de este afortunado debut en el escalafón superior, el nuevo matador de toros apenas firmó contratos en las campañas de 1960 y 1961, en las que se sumió en un profundo bache del que no empezó a asomar hasta el día 28 de junio de 1964. Aquella tarde, ante el delirio de sus paisanos jerezanos, se encerró en solitario con seis reses de la ganadería de don Salvador Guardiola, para desorejar a las dos primeras y obtener un triunfo de cada una de las cuatro restantes. Dio comienzo así a una irregular y limitadísima carrera como figura regional del toreo, circunscrita casi siempre al ámbito andaluz, y tardó catorce años en comparecer ante la primera afición del mundo para confirmar la validez de su grado de doctor en Tauromaquia.

Finalmente, el día 28 de mayo de 1974 se decidió a cruzar la arena del coliseo madrileño para confirmar su alternativa. Venía, a la sazón, apadrinado por su paisano José Luis Feria Fernández ("José Luis Galloso"), quien, en presencia del malogrado matador abulense Avelino Julio Robles Hernández("Julio Robles"), que hacía las veces de testigo, le facultó para que diera lidia y muerte a estoque a un morlaco negro listón marcado con la divisa de don José Luis Osborne, que atendía a la voz de Andadoso. Tampoco brilló a gran altura aquella tarde el toreo de "Rafael de Paula", aunque sacó a relucir su pellizco agitanado en un emotivo quite que mereció la ovación del respetable.

Con tan escaso bagaje en la Monumental de Las Ventas, el día 5 de octubre de aquella temporada de 1974 volvió a presentarse ante el público madrileño, pero ahora en las arenas del pequeño circo de Vista Alegre. El cartel, rematado donde los haya, anunciaba además la comparecencia del genial espada madrileño (aunque nacido accidentalmente en Caracas) Antonio Mejías Jiménez ("Antonio Bienvenida"), quien había de sorprender aquella tarde a propios y extraños al anunciar su retirada definitiva del ejercicio activo del toreo, en el transcurso de un brindis dedicado a otro torero presente en la plaza, su hermano Ángel Luis. Completaba la terna el carismático espada sevillano Francisco Romero López ("Curro Romero"), quien a partir de entonces habría de hallarse presente en muchos de los ajustes ofrecidos a "Paula", en virtud de ciertas similitudes evidentes en la concepción y la ejecución del toreo propias de ambos matadores: interpretación artística, inspiración repentina, duende aflamencado, gracia meridional y hondura desgarrada (pero también apatía generalizada, torpeza inexcusable con el acero, y temores y fatigas muy difíciles de justificar en quienes aspiran a merecer el caro título de gran figura del toreo). Ante estos dos colosos del Arte de Cúchares de la segunda mitad del siglo XX, "Rafael de Paula" enjaretó a su primer enemigo tales lances de capa y de muleta, que la afición madrileña, dando al olvido su pésima ejecución de suerte suprema, premió al diestro gaditano con las dos orejas del astado.

A raíz de este clamoroso triunfo, Rafael Soto Moreno empezó a salir de los circuitos regionales para convertirse en un referente constante en las principales ferias del país. Sin embargo (y a pesar de que contaba con el apoyo de aficionados tan solventes como el escritor José Bergamín, quien elevó su toreo a cumbres místicas, al escribir sobre "la música callada" que brotaba de los engaños de Paula), el diestro jerezano nunca llegó a ocupar un lugar privilegiado entre los puestos cimeros del escalafón superior, debido en algunas ocasiones a su deficiente manejo del acero, en otras a su salud quebradiza (ha sido intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones, por la fragilidad ósea de sus piernas), y en casi todas ellas al pavor que le sobrecogía en cuanto no le echaban el toro boyante (se ha dejado el toro vivo en la plaza más de una vez, incapacitado para arrimarse a dar siquiera un muletazo, incluso en la mismísima Monumental de Las Ventas). Así, no es de extrañar que esa majestuosa languidez que, muy de tarde en tarde, sabe imprimir al vuelo de su capote quede eclipsada en la mente de muchos aficionados por la opaca reiteración de su desidia y los espesos grumos de su miedo.

Entre las contadas faenas memorables que ha protagonizado "Rafael de Paula", es obligado hacer mención de la que esculpió en su Jerez de Frontera el día 17 de mayo de 1979, ante un toro del hierro del marqués de Domecq que atendía a la voz de Sedoso. El delirio de los aficionados alcanzó tan altas cotas, que en agradecimiento a "Paula" no solo premiaron su inspiración con las dos orejas y el rabo del burel, sino que fijaron en la plaza de toros de la villa una placa de bronce en donde dejaron memoria eterna de aquella magistral faena. Asimismo, causó honda impresión la labor de muleta que ejecutó en Madrid el día 28 de septiembre de 1987 al toro Corchero, criado en las dehesas de Martínez Benavides, que no se vio coronada con el galardón auricular debido a la multitud de ocasiones en que entró a matar el diestro. Después de haber escuchado dos avisos, y ante el temor general de que aquella soberbia faena quedará velada por la devolución del toro a los corrales, "Paula" vio cómo el toro se echaba sobre la arena, circunstancia que aprovechó el torero para sentarse, exhausto, sobre el costillar de la fiera, en un conjunto plástico de hondura, emoción y belleza insuperables.

Posteriormente, cada vez más irregular en su andadura, "Rafael de Paula" se ha ido alejando de los ruedos, distanciamiento acentuado por el proceso judicial y el posterior ingreso en prisión del espada jerezano (al parecer, quedó probado que Rafael Soto Moreno, aquejado de celos, había contratado a unos facinerosos para que propinaran una brutal paliza a su esposa). Este romántico episodio cobró tintes novelescos cuando el diestro, una vez dictada la ejecución de la sentencia, fue detenido en el mismo callejón de la plaza en la que acababa de torear. A su salida de la cárcel, "Paula" ha vuelto a los ruedos para torear en contadas ocasiones.

En marzo de 2006, cuando los agobios económicos y su situación personal, inmersa en una crisis profunda, se encontraban en un momento especialmente difícil, recibió un cálido homenaje en Las Ventas para el que se agotaron todas las localidades y en el que pudo verse un interesantísimo mano a mano entre Joselito y Morante de la Puebla.

Bibliografía

  • BARRANCO POSADA, Juan. De Paquiro a Paula. En el rincón del Sur (Madrid: Espasa-Calpe, 1987).

  • BERGAMÍN GUTIÉRREZ, José. La música callada del toreo.

J.R. Fernández de Cano.

Autor

  • JR.