Sotelo y Segura, Joaquín María (1766-1831). El hombre clave en los momentos convulsos de la España napoleónica

Joaquín María Sotelo y Segura (1766-1831) fue un destacado letrado y académico español que jugó un papel importante durante las turbulentas épocas de la Guerra de Independencia y la ocupación francesa. Nacido en Almería, el 23 de diciembre de 1766, y fallecido en Sevilla el 26 de abril de 1831, su figura se asocia a la vez a las luces de la erudición y la polémica de sus decisiones políticas. A lo largo de su vida, Sotelo se movió entre las diversas corrientes de pensamiento y poder que marcaron la historia de España a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Orígenes y contexto histórico

Joaquín María Sotelo y Segura nació en una familia con raíces en Madrid y Utrera. Su padre, Pedro José Sotelo, provenía de la capital, mientras que su madre, Ana María de Segura, era natural de Utrera. Desde joven, mostró un gran interés por los estudios académicos, especialmente en el campo de la Filosofía y la Jurisprudencia. Gracias a una beca, ingresó en el Colegio de San Miguel de Granada, donde comenzó sus estudios en 1779. A lo largo de su formación, obtuvo la licenciatura en Filosofía y en Derecho, destacándose como uno de los intelectuales más prometedores de su generación.

Durante su juventud, España atravesaba un periodo de transformación social y política, marcado por la Ilustración y las reformas borbónicas. El sistema educativo y académico de la época ofrecía pocas oportunidades para los jóvenes de fuera de la corte madrileña, por lo que la beca que recibió Sotelo representó una importante oportunidad para desarrollarse como letrado y como hombre de ciencia.

Logros y contribuciones

La carrera de Sotelo estuvo marcada por su dedicación a la enseñanza, la investigación y la administración pública. Tras completar sus estudios, comenzó su carrera profesional como pasante de abogado en Granada. Más tarde, en 1786, se trasladó a Sevilla, donde se incorporó al mundo académico y judicial. En 1791, fue nombrado Rector del Colegio de Santa María de Jesús, y un par de años después, en 1793, escribió el manuscrito titulado Sobre una piedra caída en un pueblo de la sierra, un texto que reflejaba sus inquietudes científicas y su interés por la historia natural.

Además de su faceta como académico, Sotelo desempeñó diversos cargos administrativos. Fue fiscal del crimen en la Audiencia de Sevilla y participó activamente en la Sociedad Económica de Sevilla y en la Academia de Letras Humanas. Como parte de sus intereses intelectuales, fundó, junto con Arjona, una academia en Sevilla destinada al estudio de la historia eclesiástica. Este tipo de iniciativas eran clave en la España de la época, ya que reflejaban el espíritu de la Ilustración y el impulso por el conocimiento.

Sotelo también mostró su talento literario y filosófico a través de obras como el Elogio del Sr. D. Juan Pablo Forner, una biografía escrita en 1798, y Reflexiones sobre el discurso de la Tragedia antigua que antecede a la traducción del ‘Edipo tirano’, también publicada en 1798. Ambas obras evidencian su capacidad crítica y su profunda comprensión del pensamiento clásico.

Momentos clave

Uno de los momentos más decisivos en la vida de Sotelo fue su participación en los eventos de la Guerra de Independencia Española. En 1808, tras el levantamiento del 2 de mayo en Madrid y la invasión de las tropas napoleónicas, Sotelo se vio atrapado en un torbellino de decisiones políticas difíciles. Su salida de Madrid en ese momento generó dudas entre los patriotas sobre sus verdaderas lealtades. Sin embargo, la Junta de Extremadura se encargó de confirmar su postura patriótica y ordenó que se imprimieran los discursos que Sotelo había presentado en apoyo al levantamiento. Estos discursos fueron publicados en Cádiz en 1808, y su intervención fue bien recibida por los patriotas.

A lo largo de los años de guerra, Sotelo adoptó una postura ambigua que le permitió moverse entre las distintas facciones. Su relación con los franceses se fue haciendo más estrecha, hasta que en 1809, el rey José I Bonaparte lo nombró consejero de Estado. Esta decisión, que lo colocó del lado de los afrancesados, fue vista con suspicacia por muchos de sus compatriotas. De hecho, Sotelo se convirtió en comisario regio, primero en Jaén y luego en Sanlúcar de Barrameda y Jerez. Su carrera como colaborador del régimen napoleónico continuó hasta que, en 1810, fue cesado de su puesto.

En 1812, Sotelo asumió el cargo de prefecto de Sevilla, pero su relación con el régimen de José I se fue deteriorando. A pesar de sus intentos de negociar con los franceses, como lo hizo en 1809 mediante la mediación con el general Cuesta, sus esfuerzos no lograron el éxito deseado. La situación política en España seguía siendo volátil, y Sotelo se encontró atrapado entre el fervor patriótico y las demandas del gobierno francés.

En 1813, su nombre apareció en la prensa española, en el Duende de los cafés, donde se afirmaba que había sido apresado en Zaragoza en julio de ese mismo año. A pesar de este hecho, su proceso judicial se alargó hasta 1818, un periodo en el que su vida política y académica estuvo marcada por la incertidumbre y la acusación de traición.

Relevancia actual

Hoy en día, la figura de Joaquín María Sotelo y Segura es recordada por su compleja trayectoria política y su contribución al ámbito académico en tiempos de crisis. A pesar de ser considerado un afrancesado, su labor como intelectual, sus escritos y su impulso al conocimiento en tiempos difíciles le dan un lugar destacado en la historia de España. Su participación en la Academia de Letras Humanas de Sevilla y en la fundación de la academia dedicada a la historia eclesiástica, junto con su obra literaria, son testamento de su dedicación al pensamiento.

A nivel histórico, Sotelo representa a aquellos personajes cuya lealtad fue puesta a prueba en momentos de extrema polarización. A lo largo de su vida, tuvo que navegar entre las tensiones de la guerra, los intereses extranjeros y los movimientos de independencia, todo ello mientras mantenía su carrera académica y literaria.

En cuanto a su legado, no se puede obviar que la polémica sobre su alineación con los franceses manchó su imagen ante los sectores patriotas. Sin embargo, su esfuerzo por conciliar las diferentes facciones y su dedicación a la ciencia y la literatura siguen siendo elementos que los historiadores y biógrafos consideran cruciales al evaluar su figura.

Contribuciones y publicaciones

A lo largo de su carrera, Joaquín María Sotelo dejó una serie de escritos que reflejan su versatilidad intelectual. Aparte de los mencionados Elogio de Juan Pablo Forner y Reflexiones sobre el discurso de la Tragedia antigua, Sotelo también publicó varios discursos y manifiestos relacionados con la situación política de su tiempo.

Entre sus escritos más destacados se encuentran:

  • Elogio del Sr. D. Juan Pablo Forner (1798).

  • Reflexiones sobre el discurso de la Tragedia antigua (1798).

  • Discursos presentados en 1808.

  • Correspondencia de la Suprema Junta Central, tocante a los partes del Señor Don Joaquín María Sotelo (publicado en Cádiz en 1809).

Estos trabajos contribuyeron a consolidar su nombre dentro de los círculos intelectuales de la época, y aunque su alineación con el régimen napoleónico manchó su legado para algunos, su figura sigue siendo un punto de referencia para entender las tensiones políticas y culturales de la España napoleónica.

La figura de Sotelo continúa siendo un tema de estudio, especialmente en el contexto de la historia de la Guerra de Independencia y las disputas ideológicas que marcaron la época.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Sotelo y Segura, Joaquín María (1766-1831). El hombre clave en los momentos convulsos de la España napoleónica". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/sotelo-y-segura-joaquin-maria [consulta: 30 de septiembre de 2025].