Sklovskij, Víctor (1893-1984).
Teórico de la literatura, nacido en 1893 y muerto en 1984. Fue uno de los más importantes autores del formalismo ruso, cuyas características esenciales ayudó a bosquejar con el ensayo "El arte como artificio" (1916), que fue considerado manifiesto principal del grupo. Fue decisiva su participación en la OPOIAZ, momento en el que puso en circulación aspectos determinantes del formalismo, así el concepto de la naturaleza puramente convencional de la obra de arte, concebida como suma de «artificios», o sobre todo la noción de «extrañamiento».
"El arte como artificio" [aportación que ha recibido diversos nombres en sus traducciones: "El arte como técnica", "El arte como recurso" o bien "El arte como procedimiento"] se basa en la idea de que el arte se enfrenta a los naturales automatismos con que el ser humano ordena su concepción de la realidad; desde la base del lenguaje, por supuesto. Frente a este proceso de normalización, el arte introduce una serie de rupturas, de deformaciones que provocan sorpresa y «extrañamiento» en el receptor, ofreciéndole perspectivas insólitas de esos objetos o de esas relaciones que el producto artístico creado le muestra.
Recuérdese que, en estas concepciones, laten enfrentamientos directos contra los simbolistas que veían en la poesía la manifestación de lo desconocido, del mundo interior del poeta. Sklovskij, alineado con los futuristas, ofrece una mirada más próxima al objeto poético, en busca de su «técnica», de las vías de su «materialización», tal y como evoca desde La cuerda del arco: "Yo únicamente señalé al principio de nuestro trabajo que no todo sentido figurado de una palabra es un tropo, y ello no se debe a que la imagen «se desgasta». Intenté demostrar que existen usos de la palabra que aparecen imágenes, metáforas; de hecho, son usos que han surgido a causa de las necesidades prácticas y que jamás se han hallado entre las funciones poéticas [...] El término técnico más vulgar, si se renueva, puede convertirse en poético", ob. cit., p. 80.
(Véase Futurismo y Simbolismo)
No son las imágenes, o lo que podría llamarse el plano del contenido, las que dan sentido a la poesía, sino los mecanismos que organizan la materia lingüística. Añádase a esto, la indicación de que la poesía busca caminos singulares, alejados de la brevedad que condiciona los actos del lenguaje cotidiano para definir una de las vías más novedosas del análisis formalista: "La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento; los procedimientos del arte son el de la singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción. El acto de percepción es en arte un fin en sí y debe ser prolongado". Y añade, en la que podría ser una de las ideas más singulares de esta corriente: "El arte es un medio de experimentar el devenir del objeto: lo que ya está «realizado» no interesa para el arte" (en art. cit., p. 60). O lo que es lo mismo: la visión artística constituye una manera peculiar de experimentar -quizá: de acceder a- las propiedades artísticas de un objeto, que por sí mismo carece de importancia.
Centrándose en la poesía, V. Sklovskij subraya el aspecto articulatorio del lenguaje, demostrando cómo el verso está conformado por sonidos que carecen de relaciones concretas con las imágenes del lenguaje cotidiano y que, por lo mismo, llegan a configurar imágenes verbales autónomas. Por esta vía, el arte adquiere la dimensión específica que le permite incidir en la circunstancia de que el «objeto» de arte es lo menos importante: "Al examinar la lengua poética [...] percibimos que el carácter estético se revela siempre por los mismos signos. Está creado conscientemente para liberar la percepción del automatismo. Su visión representa la finalidad del creador y está construida de manera artificial para que la percepción se detenga en ella y llegue al máximo de su fuerza y duración. El objeto no es percibido como una parte del espacio, sino, por así decirlo, en su continuidad" (en art. cit., pp. 68-69). Queda abierta así la posibilidad de incluir amplias referencias -filosóficas, sociales y políticas- en la creación artística.
Sklovskij participó también en el grupo de los hermanos de Serapion, fundado en San Petersburgo en 1921 y disuelto a comienzos de los años treinta, junto al crítico I. Grudzdev, en un momento de plena eclosión vanguardista, ya que se reclamaba la absoluta libertad del escritor ante cualesquiera influencias estéticas o directrices políticas. Fue en este ámbito de acercamiento a la cultura occidental cuando Sklovskij llevó a cabo la composición de diversas obras en prosa, influidas por el ensayismo y las técnicas de disgregación y fragmentariedad, escribió así "El movimiento del caballo" (1923), "Viaje sentimental" (1923) o "La tercera fábrica" (1926). Ante los ataques del marxismo, Sklovsjij intentó adaptarse a las nuevas circunstancias, centrando su actividad -crítica y creadora- en el campo del cine, campo en el que llegó a componer diversos guiones.
A partir de los años cuarenta sus obras ganan en densidad, bien a través del memorialismo (ordenó sus recuerdos sobre Maiakovskij), bien por medio de análisis en los que buscaba conjugar las perspectivas impuestas por el realismo socialista con las viejas ideas formalistas: Sobre la prosa poética de 1959 y León Tolstoi son fruto de ese esfuerzo, que él mismo declaró en un ensayo autobiográfico como "Había una vez" (1966) y en el último de sus estudios dedicado a Tolstoi: La energía del error, de extraña ambigüedad.
Bibliografía
-
SKLOVSKIJ, V., "El arte como artificio" [1916], en T. Todorov, ed., Teoría de la literatura de los formalistas rusos [1965], pp. 55-70
-
-------------- Sobre la prosa, Barcelona, 1971
-
-------------- La cuerda del arco (Sobre la disimilitud de lo disímil), Barcelona, 1975.