Silvestre I, Papa y Santo (314-335).
Nació y se formó en Roma, sucedió a Melquíades. Ocupó el trono de San Pedro del 314 al 335, gobernó la Iglesia durante el imperio de Constantino el Grande, durante veinte años de paz y libertad, pero con las dificultades y esfuerzo para poner las bases evangélicas y teológicas de la Iglesia, por medio de los concilios provinciales y sobre todo, el primer Concilio ecuménico de Nicea, en el año 325. Al no poder asistir por encontrarse enfermo, envió como legado al obispo de Córdoba, Osio. El cisma donatista y el error arriano ocasionaron grandes tribulaciones a la Iglesia durante estos tiempos difíciles.
Como Confesor coronado del Señor le aclama el pueblo cristiano, recordando su muerte, ocurrida el 31 de diciembre del año 335. Fue sepultado en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria. Su fiesta se celebra el día de su muerte, y da nombre a la última noche del año. Murió en 335 y le sucedió San Marcos. Los papas refieren a Silvestre I la donación de Constantino.
