Silva, Chica Da (¿-1796).
Esclava negra brasileña, de nombre Francisca, que vivió en el siglo XVIII, cuya memoria se rodeó de un halo de leyenda por el poder que habría ejercido, en plena época de esclavitud, en el Arraial do Tijuco, actual ciudad de Diamantina.
Nacida en fecha y lugar desconocidos, Chica, diminutivo de Francisca, fue hija de la esclava negra María da Costa, y del blanco Antônio Caetano de Sá. Esclava de Manoel Pires Sardinha, de quien habría tenido dos hijos, fue liberada por el contratador de diamantes João Fernandes de Oliveira (llegado a Brasil en 1753), de quien tuvo 12 hijos. Cuenta la leyenda que la ex-esclava era satisfecha en todos sus caprichos por el riquísimo contratador, de forma que vivía en una magnífica mansión construida a los pies de la sierra de São Francisco; vestía como una reina, siempre cubierta de joyas, disponía de capilla particular, y de un teatro perfectamente equipado en el cual promovía bailes y representaciones. En su finca, que incluía jardines y fuentes, João Fernandes hizo construir un lago artificial, con un pequeño barco con capacidad para ocho o diez personas, con lo cual se dice que quería paliar la tristeza de la ex-esclava que no conocía el mar. La tradición popular ha mostrado a la ex-esclava como una dama orgullosa, insolente, lasciva y cruel con sus propios esclavos. En su testamento, fechado en 1770, dice haber tenido 14 hijos. Cuando João Fernandes volvió para Portugal, llevó consigo los cuatro hijos varones, que recibieron títulos de nobleza de la Corona portuguesa. En Brasil, Chica recibió propiedades dejadas por el contratador, que le permitieron el mantenimiento y la educación de sus hijas. Chica da Silva murió el 15 de febrero de 1796.
Su vida, transfigurada por la leyenda, inspiró a Antônio Calado la obra de teatro O tesouro de Chica Silva (1959), y dio argumento a la película brasileña Xica da Silva, basada en la novela de João Felício dos Santos.
En la década de 1990, la historiadora Júnia Furtado de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Federal de Minas Gerais (FAFICH), realizó investigaciones que le permitieron concluir que la ex-esclava Chica da Silva no llevó una vida licenciosa como pretende la imaginación popular, sino más bien una vida de acuerdo con las exigencias de la sociedad del siglo XVIII, con la que tuvo que tratar una vez que se unió a João Fernandes. Ello se puede deducir de la estabilidad de su unión con un hombre blanco (16 años y 12 hijos); del hecho de frecuentar todas las hermandades blancas de Tijuco, y por haber sido enterrada en el cementerio de São Francisco de Asis, destinado exclusivamnte a los blancos ricos. Según Júnia Furtado, la desfiguración de la personalidad de la ex-esclava se debe al libro Memórias do Distrito Diamantina, escrito por Joaquim Felício dos Santos en el siglo XIX.