A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaPolíticaBiografía

Shun, Emperador de China (ca. siglo XXII a.C.).

Emperador de China, último y más glorioso de los Cinco Emperadores Míticos, que vivió en el siglo XXI a.C.

Vida

Los detalles acerca de su vida, teñidos de un aire de fábula, aparecen en Shanhai Jing (Libro de los Montes y los Mares), la más importante fuente de datos sobre la mitología antigua, y en Shiji, obra del historiador Sima Qian.

Shun era hijo de Gusou, quien tuvo un hijo con otra mujer a la muerte de su madre. Shun aguantó los malos tratos de su padre, que le odiaba, de su madrastra y de su hermanastro sin protestar. Aunque era un hombre del pueblo, su piedad filial, su humildad y su virtud ejemplar hicieron que el emperador Yao le cediera a sus dos hijas en matrimonio, lo cual era posible según era tradición, que permitía a un hombre desposarse con varias hermanas a la vez o mujeres de la misma familia. Cuentan que un día su padre le intentó matar incendiando el granero donde Shun trabajaba, y él se salvó saltando al vacío, sujetando dos sombreros de junco para amortiguar su caida. Otro día, mientras estaba cavando un pozo, su padre y su madrastra echaron tierra sobre él, pero pudo escapar por un túnel lateral que había abierto anteriormente. Shun, sin embargo, no abandonó su casa y junto a sus esposas siguió sirviendo a sus padres y a su hermanastro.

Los historiadores han querido ver en estos hechos el resto de antiguos rituales previos a la nominación al poder. Shun tuvo que pasar varias pruebas antes de poder reinar, la primera de las cuales fue su matrimonio con las hijas del viejo emperador. Yao pudo comprobar la eficacia de su virtud en la vida privada: Shun era capaz de gobernar el Imperio porque fue capaz primero de gobernar su casa. Luego demostró su valentía al pasar con éxito las “pruebas del fuego y del agua”. A los treinta años fue llamado por el emperador Yao para ocupar el puesto de primer ministro, y tuvo que superar una última prueba antes de ser declarado apto para ocuparse de los asuntos del país. Durante una inspección en el bosque de una montaña, Shun se enfrentó con una terrible tormenta. Cuentan que ni el fuerte viento, ni la lluvia, ni el trueno llegaron a turbarle. Al comprobar el valor de su ministro, el viejo emperador se retiró y Shun gobernó en su lugar durante veinte años.

El primer año mandó desterrar a Gun, antiguo ministro de Yao, al extremo oriente. Después de su fracaso en su misión de controlar las inundaciones de los ríos, Gun se había rebelado contra el emperador y no aceptaba someterse al poder de Shun, así que fue ejecutado poco después en el Monte de las Plumas. Sacrificio que es un ejemplo más de las expulsiones que acompañaban la inauguración de un nuevo reinado, en la remota antigüedad, y simbolizaban la eliminación de los valores antiguos.

A la muerte de Yao, Shun quiso ceder el poder a su hijo, pero los oficiales de la corte rechazaron su propuesta y le nombraron emperador, tras los tres años de duelo oficial. El retiro del viejo emperador Yao a los setenta años, la entrada de Shun a los treinta años en la vida pública y su investidura a la edad de cincuenta años reflejan el valor simbólico que siempre han tenido los números en China. Los autores antiguos, y más tarde los historiadores confucianistas, siguen, al escribir las biografías de los emperadores míticos, los conceptos de la organización social de su propia época, basada en las diferentes clases de edades que componían la vida humana y a las que correspondía un estatus particular.

El nuevo emperador, Shun, ofreció un sacrificio a Shangdi, el Emperador Celeste, a las principales montañas y a los ríos. Cada cinco años emprendía un viaje de un año de duración a los territorios más alejados, para controlar a los vasallos de las Cuatro Regiones y ofrecer sacrificios a las montañas sagradas del este, del sur, del oeste y del norte. Los cuatro años siguientes recibía en su capital el homenaje de los príncipes en el mismo orden en que los había visitado.

Shun supo rodearse de hombres muy valiosos. Sus ministros se han hecho famosos por haber contribuido, cada uno en su campo, al desarrollo de la civilización china. Qi, Ministro de Agricultura, que había servido al emperador Yao, enseñó a los hombres a labrar y a sembrar la tierra. Shun le cedió el feudo de Tai, en la actual Shanxi, y le dio el nombre honorífico de Houji ('Señor del Mijo'). Houji, cuyos descendientes fundarían luego la dinastía Zhou, se convirtió en el Dios de los Cereales. Shun también mantuvo en su puesto a Kuei, antiguo Ministro de Música durante el reinado de Yao, quien gracias a su arte aseguraba la armonía entre los dioses y los hombres. Xie, Ministro de Instrucción Pública, enseñaba a los hombres cómo vivir en paz practicando las cinco clases de virtudes que regían las relaciones sociales. Fue el más ilustre antepasado de la dinastía Shang (o Yin). Pero, entre todos los ministros, el más ilustre fue sin duda Yu, hijo de Gun, encargado de Obras Públicas. Shun le mandó regular el curso de los ríos, cuyas inundaciones asolaban entonces el país y sanear la tierra para convertirla en un lugar apto para el cultivo. Durante el último año de su reinado le ordenó castigar a los San Miao, un pueblo bárbaro del oeste. La virtud de Yu, que le permitió llevar a buen término su misión, convenció a Shun de que debía nombrarle su sucesor.

La cesión del poder por parte del emperador a su ministro más virtuoso sigue, una vez más, el esquema tradicional utilizado por los autores antiguos para referirse a una época en la que la transmisión hereditaria no estaba todavía legitimada. En toda la historia de los emperadores míticos, la virtud activa que otorga al ministro el éxito en su misión venía a ser un reflejo de la sabiduría, más completa y a la vez más abstracta, del soberano, quien triunfaba en su tarea civilizadora con el simple ejemplo de su conducta.

C. Marco Martínez / C. F. Brugidou

Autor

  • Dra. Consuelo Marco Martínez ; Catherine François Brugidou