Samaniego y Jaramillo, Manuel (1767-1824).
Pintor ecuatoriano, máximo exponente de la pintura en su país en la segunda mitad del siglo XVIII y primeras décadas del XIX. Nació en Quito hacia el año 1767, y murió en la misma ciudad en 1824. Siendo aún muy joven contrajo matrimonio con Manuela A. Jurado López de Solís, doce años mayor que él. Con el trabajo de ambos, en un taller de pintura, escultura, espejería y platería, fueron labrando su fortuna. Se vio envuelto en algunos pleitos, el más importante de los cuales fue el que sostuvo con su esposa, a causa de una niña concebida fruto de sus amores con doña Josefa Yepes, y que le llevó a la cárcel. Desde el punto de vista artístico, a Samaniego le tocó vivir una época en la que estaba muy presente el interés por la crítica artística; debido a esto, él mismo impuso cual debía ser el baremo para vender sus cuadros, incluso negándose a realizar alguno de ellos cuando el precio no le convenía. Lógicamente, como era norma en la época, su tema preferido es el religioso, aunque introduciendo un tema nuevo, el de la Divina Pastora, apenas tratado por pintores anteriores; asimismo introdujo el grupo de la familia de la Virgen (San José, Santa Ana y San Joaquín). Por otra parte, también se especializó en miniaturas en vidrio y en latón; adoptó el paisaje en sus cuadros, pero no para obtener efectos de tercera dimensión, sino para acentuar o resaltar la figura de la imagen central. Al pintar a sus Pastoras e Inmaculadas, se esmeró en dotarlas no sólo de belleza y religiosidad, sino también de una exquisita gracia femenina. Algunas de sus principales obras son las que se conservan en la catedral de Quito: Asunción de la Virgen, Nacimiento del Niño Dios, Adoración de los Magos, Sacrificio de San Justo y San Pastor. Decoró también la catedral con motivos bíblicos, así como la sala de la casa Provincial de La Merced y la casa hacienda del Marqués de Selva Alegre. En 1788 pintó una colección de cuadros representativos de los países de Europa. Samaniego formó una verdadera escuela de la que salieron artistas de la talla de José Lombeida y Antonio Salas. El método de su enseñanza se basaba en los conocimientos tradicionales que poseía y en su experiencia. El contenido de su enseñanza abarcaba desde el trabajo mecánico de moler los colores y de preparar el lienzo, hasta la mezcla de colores y la aplicación de la pintura. De su práctica del ejercicio de la pintura y de sus observaciones, tomó los elementos necesarios para escribir un Tratado de Pintura.