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GeografíaHistoriaBiografía

Ross, Sir James Clark (1800-1862).

Marino y explorador irlandés, nacido en Balsorrech el 15 de abril de 1800 y muerto el 3 de abril de 1862 en Aylesbury (Buckinghamshire), que destacó por ser el que fijó el Polo Norte magnético en la península de Boothia, al N de Canadá.

Sir James Clark Ross.

Ingresó en la Armada británica a los doce años y pronto se convirtió en uno de los integrantes de la expedición que, en 1819, comandó su tío John Ross al Ártico para encontrar el tan ansiado Paso del Noroeste, que fue seguida de otras varias, comandadas por Parry en 1819, 1821, 1824 y 1827. Dos años más tarde se hizo a la mar, de nuevo junto a su tío, aunque esta vez él figuraba como comandante de la expedición. Durante esta travesía, que se prolongó hasta 1833, el día 1 de junio de 1831 descubrió el Polo Norte magnético en el N de Canadá. Ross llegó a invernar en el Ártico unas ocho veces e incluso inició dos nuevos viajes más, ahora hacia el Antártico, a partir de 1840. El más importante fue el que le hizo partir de Inglaterra rumbo a los mares del Sur el 5 de octubre, a bordo de los navíos Erebus y Terror. Se iniciaba entonces una larga travesía de tres años en los que llegó a descubrir la Tierra de Victoria, el volcán más importante de ésta, al que denominó como uno de sus barcos, Erebus, y la barrera de hielos que rodea el Polo, y que también lleva su nombre. En reconocimiento a todos estos hallazgos se dio su nombre al mar de Ross y, en 1843, ya de vuelta en Inglaterra, se le concedió el título de sir.

El objetivo de Ross en esta misión era estudiar diversos problemas y teorías relacionadas con el magnetismo terrestre por lo que se instalaron observatorios permanentes en la isla de Santa Elena y en el cabo de Buena Esperanza. En noviembre de 1840 alcanzaron las islas Auckland y Campbell, donde empezaron a observar ballenas y algunos restos de icebergs. Sin embargo, el día 1 de enero de 1841 atravesaron el Círculo Polar Antártico y con él comenzaron los densos hielos que le obligaron a reducir la marcha. No obstante, no se vieron obligados a parar y fueron avanzando poco a poco hasta que el día 9 de enero alcanzaron un dominio marítimo abierto; habían descubierto el mar de Ross. Al poco avistaron tierra, un impresionante conjunto montañoso volcánico que ascendía hasta los 3.600 m de altura; una de sus islas cercanas fue denominada Victoria.

La expedición se vio obligada a retroceder después de haber alcanzado los 78º 9' 30'' de latitud S y tras regresar a Tierra Victoria exploraron durante cuatro meses la zona. En enero de 1842 volvieron a quedar prácticamente atrapados por los hielos. En febrero el Erebus y el Terror se encontraron de nuevo frente a la gran barrera de hielo que lleva su nombre (véase Dependencia de Ross) por lo que Ross hubo de invertir gran parte del verano austral en intentar encontrar una entrada; como las malas condiciones climáticas les obligaron a abandonar Ross decidió poner rumbo N en marzo, llegando poco después a las Malvinas. Desde aquí inició una nueva expedición en diciembre de 1842, ahora pretendía seguir con la expedición de James Weddell; sin embargo, todos sus intentos de descender hacia el S fueron inútiles ya que no consiguió traspasar el límite de los 71º de latitud S. Así, partió hacia Londres, a donde llegó el 4 de septiembre de 1843, tras más de cuatro años de navegación y una amplia documentación escrita:

"Con viento favorable y tiempo claro pusimos proa al S., hacia una tierra que desde el mediodía de la víspera se divisaba y a la que dimos el nombre de "La Isla Alta" y que se manifestó como una montaña de 4.000 metros de elevación que vomitaba humo y fuego. Al principio el humo semejaba una nube de nieve, pero, al aproximarnos, pronto reveló su verdadero carácter. El descubrimiento de un volcán en actividad en una latitud tan meridional es un hecho de extraordinaria importancia geológica y puede arrojar cierta luz sobre la constitución física de nuestro planeta en su integridad. Lo llamé Erebus y otro volcán apagado que se alzaba más al E. y alcanzaba una altitud de 3.300 metros recibió el nombre de Terror. Al cabo oriental, al pie de este último, lo llamé cabo Crozier, en obsequio a mi amigo y colega, mientras al cabo occidental, una estribación del Erebus, le di el nombre de cabo Bird, apellido de mi primer teniente. Estos dos cabos constituyen las únicas cumbres destacadas de la costa, ya que la bahía que queda entre ambos es de escasa profundidad. Una isla baja que emerge más adelante y que vimos por la mañana, recibió el nombre de isla Beaufort. [...] Hacia las 4 de la tarde el volcán Erebus empezó a vomitar extraordinarias cantidades de humo y fuego, ofreciendo un espectáculo grandioso. A cada explosión era lanzada al aire, con gran violencia, una densa nube de humo que se levantaba por encima del cráter a modo de una columna de 500 a 600 m. En el espacio, donde la parte superior, después de condensarse volvía a caer convertida en niebla y nieve. Poco a poco desaparecía para ser reemplazada a la media hora por una nueva nube de humo. No obstante los intervalos entre las erupciones eran irregulares. Calculamos que el diámetro de la columna de humo sería de 70 a 90 metros; en cuanto se disipaba el humo aparecía claramente el océano ígneo que llenaba la abertura del cráter. Algunos oficiales creyeron ver corrientes de lava que se deslizaban por la falda de la montaña, hasta que se perdían debajo de la nieve, la cual comenzaba a unos 70 metros más abajo del cráter. El volcán Terror tenía mucha menos nieve, especialmente en su ladera E., donde se distinguían numerosas colinas pequeñas cónicas, semejantes a cráteres y que, en todo caso, habían sido en otro tiempo volcanes activos."

Además, entre 1848 y 1849 formó parte de unas de las expediciones destinadas a la búsqueda de John Franklin. Dejó escritas varias obras en las que daba noticia de sus viajes, entre las que cabe destacar Viaje del descubrimiento y búsqueda de los mares Ártico y Antártico (Londres, 1846).

Bibliografía

  • TREUE, W. La conquista de la Tierra. Barcelona, Ed. Labor, 1948.

Autor

  • Lourdes Mata AnchisiElena Escobar Blanco