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LiteraturaDerechoBiografía

Rojas, Jorge (1911-1995).

Poeta, dramaturgo, economista y abogado colombiano, nacido en Santa Rosa de Viterbo (en el departamento de Boyacá) en 1911, y fallecido en 1995. Considerado como una de las figuras más relevantes del panorama poético colombiano de mediados del siglo XX, desplegó una infatigable labor cultural tanto en el campo de la creación literaria como en el de la traducción, y ocupó asimismo importantes cargos públicos que vinieron a subrayar sus labores intelectuales y administrativas, como el de director del Instituto Colombiano de Cultura.

Poeta de vocación relativamente tardía, no dio a conocer sus primeras composiciones hasta que, a finales de los años treinta (cuando contaba ya veintiocho años de edad), dio a la imprenta el poemario titulado La forma de su huida (Bogotá: Centro, 1939), obra que dejaba entrever la fuerte admiración profesada por Jorge Rojas hacia algunos poetas españoles contemporáneos, como Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas. La influencia del primero de ellos se hizo aún más patente en la siguiente entrega lírica de Jorge Rojas, un volumen que, bajo el título de La ciudad sumergida (Bogotá: Cuadernos de Piedra y cielo, 1939), venía a inaugurar una colección de cuadernos poéticos impulsada y financiada por el propio escritor de Santa Rosa de Viterbo, y bautizada con el título de uno de los más célebres poemarios de Juan Ramón Jiménez (Piedra y cielo, de 1918). Surgió, así, en torno a esta colección el grupo poético de los denominados "piedracielistas", entre los que, junto al propio Jorge Rojas, se contaron algunas voces tan representativas de la lírica colombiana del siglo XX como Tomás Vargas Osorio (1908-1941), Darío Samper (1909-1984), Arturo Camacho Ramírez (1910-1982), Gerardo Valencia (1911-1994), Eduardo Carranza Fernández (1913-1985) y Carlos Martin (1914).

La estética de Jorge Rojas y sus compañeros "piedracielistas" -que dio lugar a todo un movimiento poético en las Letras colombianas en la quinta década del siglo XX- postulaba la recuperación de una literatura (y, en general, un arte en todas sus modalidades) neosimbolista, plagada de sutilezas verbales y basada en el legado recibido de la mejor lírica española, desde el Siglo de Oro hasta la Generación del 27. Dentro del formalismo que animaba a todos estos creadores, su tendencia a seguir los dictados de dicha tradición clásica les condujo a recuperar el gusto por la metáfora barroca y el lenguaje recargado (de amplias resonancias gongorinas), que en la producción particular de Jorge Rojas se tiñó además de un neorromanticismo depurado (muy propio de la primera etapa de Juan Ramón Jiménez) que, a lo largo de toda su trayectoria poética, habría de dejar bien patente la acusada tendencia de Rojas hacia la confidencia sentimental.

La eclosión del piedracielismo coincidió en Colombia con un despegue económico del país suscitado por la política de Alfonso López Pumarejo, lo que a su vez produjo una relativa modernización de ideas, costumbres y formas de vida que, paradójicamente, progresaba por un sedero opuesto al que habían comenzado a transitar estos poetas. En efecto, tanto Jorge Rojas como sus compañeros de aventura estética se alejaron -de una u otra forma- del racionalismo y el practicismo derivado de los intereses comerciales surgidos al amparo del vertiginoso proceso de modernización e industrialización del país, para volver los ojos al pasado y a su propio interior, y ahondar en los matices del sentimiento, en los temas más etéreos que terrenales y, en definitiva, en la poesía de arrulladores acordes musicales que parece destinada a ser recitada al oído. Se dio, entonces, la paradoja de que estos poetas que se alejaban -formal e ideológicamente- de los progresos de la actualidad (y, desde luego, de todas las preocupaciones estéticas de las corrientes vanguardistas) tuvieron un gran éxito entre unos lectores que, aunque sumidos en el vertiginoso proceso de avance, aprendían y recitaban de memoria sus versos. Pero esta falta de espíritu renovador fue, a la par que un acierto momentáneo que compensó a los lectores de la pérdida de otros valores tradicionales, una grave limitación que, a la postre, dejó reducida la aventura de los "piedracielistas" a la categoría de anécdota.

Dentro de su predilección por los temas y los moldes clásicos, Jorge Rojas cultivó el soneto en su siguiente entrega poética, aparecida a comienzos de los años cuarenta bajo el título de Rosa de agua (Bogotá: Centro, 1941). Dos de las series de sonetos que conforman este poemario (las tituladas "Momentos de la doncella" y "Sonetos elementales") fueron traducidas al francés por el narrador, ensayista y crítico literario de Reims Roger Caillois.

A finales de los años cuarenta, Jorge Rojas dio a la imprenta un nuevo volumen de versos que, bajo el título de Soledades I (Bogotá: Espiral, 1948), recogía una serie de composiciones elaboradas por el poeta de Santa Rosa de Viterbo entre 1936 y 1945. Se trata de unos pomas extensos que, concebidos como cantos de meditación amorosa, exaltan la figura de la mujer en relación con la Naturaleza, dentro de esa corriente de panamericanismo literario que convirtió en materia poética los campos, las ciudades, los hombres y, en definitiva, la geografía y la historia del Subcontinente. Todos estos temas, así como la maestría en el acabado formal de sus poemas y la madurez en la expresión verbal de que hacía gala en ellos Jorge Rojas, reaparecieron en el poemario titulado Soledades II (Bogotá: Espiral, 1965), compuesto por otras piezas similares que escribió el autor entre 1950 y 1964.

El resto de su producción poética (en la que cada vez cobró más peso específico la descripción del paisaje colombiano) se completa con los poemarios originales Cárcel de amor (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1976) y Soledades III (Bogotá: Universidad Central, 1985); además, han visto la luz diferentes recopilaciones del quehacer lírico de Jorge Rojas, como las tituladas Suma poética (1939-1976) (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1977), Obras completas (Madrid: Cultura Hispánica, 1978) y Obra poética 1939-1986 (Bogotá: Procultura, 1986).

Jorge Rojas, que ha brilló también por sus espléndidas traducciones en verso (como la del Cementerio marino, de Paul Valéry), fue autor de la obra teatral titulada La doncella de agua (1948), texto que le encuadró dentro de los dramaturgos colombianos que, englobados bajo el marbete de "Los Nuevos" (como Jorge Zalameay Oswaldo Díaz Díaz), extendieron la moda de un teatro poético que parecía más adecuado para ser leído que para ser representado.

Véase Colombia: Literatura.

Bibliografía

  • - ARANGO FERRER, Javier. La literatura de Colombia (Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1940), págs. 150-151.

- CAMACHO RAMÍREZ, Arturo. "La generación de los últimos y su obra: Jorge Rojas", en Vida (Bogotá), enero-febrero de 1942, págs. 33-36.

- CANEVA, Rafael. "Jorge Rojas o la dimensión cósmica de la poesía", en Universidad de Antioquia (Medellín), mayo-junio de 1944, págs. 425-431.

- CHARRY LARA, Fernando. Poesía y poetas colombianos (Bogotá: Procultura, 1985).

- ECHEVERRI MEJÍA, Óscar. "Tres poetas colombianos contemporáneos", en Bolívar (Bogotá), octubre de 1957, págs. 479-494.

- VALLE, Rafael Heliodoro. "Diálogo con Jorge Rojas", en Universidad de Antioquia (Medellín), junio-agosto de 1952, págs. 523-528.

J. R. Fernández de Cano.

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