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BiografíaFotografía

Robinson, Henry Peach (1830-1901).

Fotógrafo británico nacido en Ludlow (Shropshire) en 1830 y fallecido en 1901. Desarrolló una intensa actividad como pintor y grabador antes de dedicarse a la fotografía. Pese a su juventud, con tan sólo veinte años se trasladó a Leamnington donde adoptó la profesión de fotógrafo, y se hizo polémicamente célebre gracias a una imagen que tituló “Fading Away” ("Desapareciendo"), una composición casi pictórica en la que los personajes se disponen alrededor de una muchacha que yace moribunda. La belleza de la imagen, el magnífico juego de miradas, los logrados contrastes luminosos... de no ser por el texto que escribió en el cartón que la acompañaba, la dulzura de los detalles emergería en forma de sentimentalismo victoriano más que de polémica presencia de la muerte:

"¿Debe entonces, esa forma sin par / a la que el amor y la admiración no pueden ver / sin un corazón latente; esas venas azules, / que surcan como corrientes un campo de nieve, / ese adorable perfil, que es noble / como un mármol que respira, perecer? (Shelly).

Se trata de una copia combinada, tirada sobre cinco negativos -influencia pictorialista del maestro Rejlander-, con algo de maquillaje y rica en atrezzo. Sin embargo, esta representación literaria no tuvo esa lectura por el público, que la tachó de “escena penosa” por mostrar un tema como la muerte y, aunque la pintura ya lo había hecho en múltiples ocasiones, el realismo fotográfico ocultó el tono poético tras el velo de la morbosidad.

Inscrito en la corriente pictorialista dominante (véase pictorialismo), se mantuvo durante toda su carrera fiel a la idea de una fotografía que se acercara a la nobleza pictórica. Por ello, su forma de trabajar respondía más a criterios pictóricos que fotográficos: realizaba sus tomas pintando un boceto previo de la composición final. Si se trataba de una copia combinada, hacía posar por separado a sus modelos en su estudio, para colocarlos artificialmente en un entorno natural, también recreado en estudio, en la copia final.

Se permitía recordar al fotógrafo que “cualquier truco y conjuro estaba permitido para que pertenezca a su arte y no sea falso respecto a la naturaleza”. El deber del fotógrafo pictorialista, para el que la manipulación era aceptable con el fin de conseguir la imagen buscada, tenía que evitar lo feo, lo extravagante y corregir la imagen en su resultado final y único para conseguir la aproximación a la pintura.

En su obra Pictorial effect in photogaphy (1869) fundamentó las leyes que articulan una composición fotográfica a fin de conseguir su aproximación al efecto pictórico. Sin embargo, ideas contradictorias emergen en las líneas que describen sus posturas. Así, en unos casos “la mezcla de lo real y lo artificial” crean una fotografía hermosa, en otros la belleza era el “fruto de esa perfecta verdad, expresión absoluta de luz y sombra y forma... que están más allá del alcance del pintor y del escultor”.

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