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PolíticaBiografía

Rivero Méndez, Ángel (1856-1930).

Militar puertorriqueño, uno de los protagonistas de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, nacido en el barrio del Cacao,Trujillo Bajo, el 2 de octubre de 1856 y fallecido en Trujillo Alto el 23 de febrero de 1930.

Sus primeros estudios los realizó en el Colegio de Jesuitas en Santurce. Inició su carrera militar en la Academia de Infantería de Puerto Rico (Escuela Insular de Entrenamiento Militar), donde permaneció desde 1879 hasta 1882. El 28 de julio de ese año recibió el empleo de Alférez, en clase de supernumerario, de infantería, y le destinaron al batallón de Infantería de Madrid Nº 3 con sede en San Juan.

En 1883 se trasladó con su batallón a Ponce donde permaneció hasta finales de junio de 1884. Regresó a San Juan para continuar sus servicios en la 6ª compañía del Batallón Cádiz hasta el 29 diciembre de 1884. Desde el 1 de enero hasta finales de febrero de 1885 sirvió en el Batallón Fijo de Artillería en la Plaza de San Juan.

El 26 de enero de 1885 solicitó el ingreso al curso de ampliación (curso preparatorio) en la Academia Militar General en Toledo. Aceptado para este curso, partió para aquella ciudad española en la que permaneció hasta junio de 1886. Durante su estancia en la ciudad escribió el libro Toledo. Descripción histórica de la ciudad y de la Academia Militar de la misma (Toledo, 1885).

En agosto de 1886 pasó a la Academia del Cuerpo de Artillería en Segovia, donde realizó los estudios correspondientes hasta el 28 de febrero de 1889. En esta Academia obtuvo también el título de ingeniero industrial.

Finalizados los estudios en Segovia, fue ascendido a Teniente de Artillería; fue comisionado al 2º Regimiento de Montaña de Vitoria (Álava) desde el 1 de marzo de 1889 hasta finales de noviembre de 1890. En Vitoria desempeñó los cargos de Teniente Ayudante y encargado de las Academias del Regimiento. El 21 de marzo de 1890 solicitó el traslado a Puerto Rico, a donde llegó el 1 de enero de 1891 y donde se estableció para siempre.

En San Juan ingresó en el 12º Batallón de Plaza e inició sus servicios en la Compañía de Montaña. Durante los años 1891-1896 desempeñó diversos cargos militares hasta que en octubre de 1896 fue ascendido, por antigüedad, a capitán. Se dio de baja en el 12º Batallón en diciembre de ese año para quedar en condición de supernumerario (en reserva) sin sueldo.

En su nueva condición, ocupó su tiempo como profesor del Instituto Civil de Segunda Enseñanza, de las cátedras de Química, Física y Matemáticas. También participó activamente en la política del país desde las filas del Partido Incondicional Español y desde el periódico La Integridad Nacional, órgano del partido, el cual dirigió hasta 1898. Las polémicas que generaron los artículos que publicaba en este periódico le hicieron verse envuelto en varios duelos con ilustres periodistas que defendían el aperturismo político, entre ellos Mariano Abril.

El 3 de noviembre de 1897, después de ser expulsado junto a otros del Partido Incondicional, colaboró en la formación de un movimiento disidente del mismo (de ideas más liberales) que se haría llamar Izquierda Progresista Incondicional y que más tarde, el 15 de febrero de 1898, separado ya del Partido Incondicional, se denominó Partido Oportunista. Por aparecer su nombre en un artículo de periódico de corte político fue arrestado (los militares, aun en reserva, no podían intervenir en estos asuntos), por órdenes del general Ortega, y encarcelado durante quince días en el Castillo del Morro. Durante este último periodo solicitó la baja del ejército, pero debido a los acontecimientos que se avecinaban, el gobernador Macías lo indultó completamente el 1 de marzo de 1898 y le pidió que se hiciera cargo de la 3ª Compañía del 12º Batallón de Artillería con sede en el Castillo de San Cristóbal.

El 10 de mayo de 1898, bajo sus órdenes, se dio el primer disparo de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, contra el barco Yale, que bloqueaba el puerto de San Juan. Por esta acción el pueblo le acusó de ser el responsable del bombardeo del 12 de mayo, acusación demostrada más tarde por él que no tenía fundamentos. Las baterías del Castillo San Cristóbal, al mando de Rivero, tuvieron una actuación destacada en la defensa de San Juan en la acción antes referida y por ello se le otorgaron varias condecoraciones, entre ellas la Cruz de la Orden del Mérito Militar, 1ª clase, con distintivo rojo.

Después del 15 de octubre quedó nuevamente en condición de supernumerario, pero el general Ortega le pidió que se encargara de la entrega de todos los edificios militares de San Juan. Tras estos acontecimientos, el gobierno americano le ofreció empleo como militar, cosa que rechazó. También el gobierno autonómico le propuso que se ocupara de la formación y de la jefatura de lo que pudiera haber sido la primera policía de Puerto Rico, pero sólo aceptó encargarse de su formación. En esos menesteres estaba cuando fue disuelto el gobierno autonómico, lo que echó por tierra el proyecto. En 1898 el capitán Reed le ofreció empleo como jefe de la policía de Puerto Rico, pero también rechazó esta oferta, al igual que la del ejército español para continuar en España su servicio militar. El 21 de abril de 1899 el ejército español le dio de baja oficialmente tras 20 años de servicio.

Resueltos todos sus asuntos militares y civiles fundó la fábrica Polo Norte dedicada a la elaboración y envase de gaseosas, sodas y sifones. También se dedicó a poner en orden una infinidad de apuntes, notas, cartas, reportes, etc., sobre la guerra para escribir su libro. Muchos de sus apuntes e informaciones de los sucesos de la guerra los recibió de manos de sus protagonistas, casi inmediatamente después de acontecidos, e inclusive antes de que los recibiera el Estado Mayor.

Se dedicó a recopilar información en archivos militares tanto de EE.UU. como de España y Puerto Rico, y a entrevistar a muchos de los protagonistas de la guerra, civiles y militares de ambos bandos. En 1921 recorrió con su amigo Rafael Colorado, todos los lugares de Puerto Rico donde se desarrollaron los acontecimientos de 1898. Rafael Colorado, uno de los grandes protagonistas y héroe de esa guerra, fue el autor de la mayoría de las fotografías del libro de Rivero.

En estos años también se dedicó al periodismo: escribió artículos en El Imparcial, El Mundo y La Correspondencia de Puerto Rico. Rivero, que defendió con la pluma y con la espada la soberanía española en Puerto Rico, después del 98 se alineó del lado de los escritores puertorriqueños que defendían el hispanismo y criollismo frente a la "norteamericanización" cultural del país.

Fueron notables los artículos que bajo el título de Remigio publicó en la edición dominical de El Mundo. En los mismos, Rivero hizo un recuento de los tipos y costumbres de la vida criolla del Puerto Rico de finales del siglo XIX.

En 1922 publicó el libro Crónica de la Guerra Hispano Americana en Puerto Rico (Editorial Edil, 1972) que es, hasta el día de hoy, el más completo que se haya escrito sobre el tema.

El 25 de junio de 1927 fundó la Legión Hispano Americana de Veteranos de la Guerra, dedicada a honrar a los caídos de ambas partes. Esta Legión erigió el 30 de octubre de 1927 los obeliscos que marcan el lugar donde murieron Rafael Martínez Illescas y Frutos López en el combate de Coamo.

El capitán Ángel Rivero Méndez, víctima de una profunda depresión, se suicidó en su casa de Trujillo Alto (Villa Manuela), el domingo 23 de febrero de 1930, mientras su esposa, Doña Manuela, se encontraba en misa en la Ermita Nuestra Señora de Lourdes. La casa estaba relativamente cerca de la Ermita y el disparo fue escuchado por los feligreses, quienes acudieron rápidamente para encontrarlo ya sin vida.

El capitán Rivero, que está enterrado junto a su esposa en el Cementerio del Viejo San Juan (fuera del recinto original) al pie de las murallas que una vez supo defender, fue sin duda un hombre ilustrado, conocedor de sus oficios, de alto sentido del honor y que conoció y contó con la amistad de muchos de los hombres importantes de su época y de los protagonistas de la guerra. Pero, por sus posturas políticas y militares, también hizo grandes enemistades como las del general Ortega, el general Camó, jefe del Estado Mayor y la de Mariano Abril, con quien incluso se llegó a batir en duelo en Ponce en 1895.

Otras obras literarias de Rivero además de las ya mencionadas son Recuerdo de mi visita a Lourdes (Madrid, 1922) y Homenaje rendido el día 30 de octubre de 1927 (San Juan, P.R., 1927).

Autor

  • Sánchez