Ríos Rey, Juan (1914-1991).
Poeta, dramaturgo y ensayista peruano, nacido en Lima en 1914 y fallecido en Barranco, Lima el 15 de noviembre de 1991. Hombre de vasta formación humanística y acusadas inquietudes cívicas, participó activamente en las contiendas ideológicas de su tiempo (siempre en defensa de sus ideales de justicia e igualdad), y dejó impreso un rico legado literario que abarca modelos tan variados como la herencia surrealista y la denuncia indigenista.
Impulsado desde su temprana juventud por una marcada vocación humanística y un firme deseo de dedicarse a la creación literaria, cursó estudios superiores de Letras en la Universidad Católica de Lima, aunque pronto interrumpió esta carrera para cruzar el Atlántico e instalarse en España, donde albergaba el propósito de continuar sus estudios. Se instaló, pues, en Madrid con tan sólo veinte años de edad (1934), y, cautivado por la vida social, literaria y bohemia de la capital española, pronto abandonó definitivamente las aulas y se vio obligado a regresar a Lima.
La apasionada relación que había establecido con España, sumada a su espíritu idealista, le animó a regresar a la Península Ibérica en 1936, tan pronto como tuvo noticia del estallido de la Guerra Civil. Alistado en las milicias republicanas, llegó a combatir en el frente de la madrileña sierra de Guadarrama hasta que cayó en poder de las tropas militares sublevadas, que decretaron su inmediato destierro del país. Abandonó, pues, por segunda vez España y se instaló durante un corto período de tiempo en París, donde tuvo ocasión de seguir nutriéndose de esa tradición literaria europea que tanto le fascinaba.
De nuevo en su Perú natal, en 1938 fue deportado del país por decreto del gobierno dictatorial presidido por el general Óscar Raimundo Benavides, cuyo autoritarismo había sido denunciado en varias ocasiones por el valiente humanista limeño. Ante la imperiosa necesidad de abandonar el Perú, Juan Ríos consiguió ser enviado nuevamente al frente español en calidad de corresponsal, lo que le permitió volver a encontrarse con sus amigos españoles y con esa cultura europea que le había cautivado. Al término de la Guerra Civil marchó otra vez a París, y allí permaneció sumido en la rica vida intelectual y artística francesa hasta que un cambio de gobierno en su país natal le permitió regresar junto a los suyos.
Llegó, en efecto, a su tierra en 1940, para instalarse allí de forma definitiva y consagrarse -aprovechando la tranquilidad que le brindaba la nueva coyuntura política- a la creación literaria. Un año después entregó a la imprenta su primera colección de versos, publicada bajo el título de Canción de siempre (Lima: Front, 1941), a la que pronto añadió otro volumen poético escrito íntegramente en francés, Malstrom (Invitation a l'assesinat) (Lima: Librería e Imprenta Gil, 1941). Dos años después, su poemario titulado Cuatro cantos al destino del hombre (1943) le granjeó el Premio Nacional de Poesía, galardón que volvió a cosechar al cabo de otro bienio, merced a su colección de poemas titulada Cinco cantatas (1945). Consagrado, pues, a mediados de los años cuarenta como una de las voces más sobresalientes de la lírica peruana del momento, la crítica literaria acudió con prontitud al análisis minucioso de sus versos para señalar, en primer lugar, una acusada influencia de la corriente surrealista (en la que se había embebido plenamente durante su estancia en Europa), y una no menos señalada presencia del influjo de la poesía de Pablo Neruda. En líneas generales, la producción poética de Juan Ríos comparte con la obra del gran autor chileno ese deseo telúrico de proyectarse hacia lo universal para encontrar, en esa gozosa fusión colectiva, un sentimiento de fraternidad que permite superar la angustia existencial y el resto de las preocupaciones subjetivas de ambos poetas (que, en el caso del autor limeño, se concretan en su inquietud ante la muerte, la nada y la fugacidad temporal del ser humano). Cuarenta años después de la aparición de su primer poemario, Juan Ríos reunió lo más selecto de su obra en verso bajo el título de Primera antología poética (1981).
A pesar de la hondura y calidad que alcanza su poesía, el escritor limeño ocupa en la actualidad un puesto de honor en la historia de las Letras peruanas del siglo XX merced a su condición de dramaturgo, en la que llegó a situarse en la cúspide del teatro hispanoamericano de mediados de dicha centuria. Aunque en casi todas sus piezas dramáticas aparecen también esas constantes temáticas que protagonizan su poesía (muy especialmente, la preocupación ontológica por la naturaleza del ser humano y por su posible desaparición total en el momento de la muerte), lo cierto es que el teatro de Juan Ríos sobresale también -en el plano del contenido- por una viva inquietud social que extiende su mirada crítica por toda la historia de su nación para abarcar desde el período prehispánico hasta la época contemporánea. Esta amplitud de miras exige al dramaturgo limeño una permanente indagación en todas las fuentes que puedan suministrarle alguna información acerca de la historia y la idiosincrasia de su pueblo (desde la literatura clásica hispánica hasta la historiografía más reciente, pasando por las valiosísimas aportaciones de la antropología), con lo que logra construir un peculiar y personalísimo universo dramático en el que sus personajes cobran la dimensión del arquetipo para encarnar diversas figuras y leyendas de naturaleza mítica. Es en ese punto cuando surge la voz crítica y justiciera de Juan Ríos, quien permite que las connotaciones políticas e ideológicas de su discurso dramático predominen sobre la dimensión estrictamente literaria de sus obras, aunque a la postre siempre acaba triunfando esa angustia existencial que, constante en toda su producción poética, asoma en su teatro para acabar proponiendo la interpretación de la muerte como única vía de liberación para los grupos sociales menos favorecidos.
En lo que se refiere a los aspectos formales del teatro de Juan Ríos, cabe empezar por señalar que, al igual que ocurre en el plano temático, su condición de poeta se hace presente en cada una de sus piezas, hasta el extremo de que todas sus obras (a excepción de la titulada Los desesperados) están escritas en verso, circunstancia verdaderamente extraña en la dramaturgia hispánica de mediados del siglo XX. Otra peculiaridad de su teatro estriba en su concepción del hecho dramático como un rico y variado espectáculo en el que caben otras muchas modalidades artísticas, lo que explica la importancia que en muchas de sus obras adquieren la música y la danza dentro de la progresión argumental.
Entre sus piezas teatrales más celebradas por la crítica y el público, cabe citar, además de Los desesperados, otras obras tan relevantes como Don Quijote (recogida en Teatro peruano contemporáneo [Lima: Huascarán, 1948]), Medea (1951), Ayar Manko (publicada en Teatro peruano contemporáneo [Madrid: Aguilar, 1959], y considerada desde su aparición como una de las mejores evocaciones teatrales del Perú prehispánico) y Argos (1954). A comienzos de los años sesenta, Juan Ríos recopiló su producción dramática en un volumen publicado bajo el título genérico de Teatro (Lima: Talleres Gráficos de Torres Aguirre, 1961).
En su faceta de ensayista, el humanismo de Juan Ríos le llevó a interesarse por el estudio crítico de otras manifestaciones artísticas como la creación pictórica, a la que dedicó su espléndido ensayo titulado La pintura contemporánea en el Perú (Lima: Cultura Antártica, 1946).
Bibliografía
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HESSE MURGA, José: "Prólogo" a Teatro peruano contemporáneo, Madrid: Aguilar, 1959.
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HOPKINS RODRÍGUEZ, Eduardo: "Ríos, Julián", en MEDINA, José Ramón [dir. literario]: Diccionario Enciclopédico de las Letras de América latina (DELAL), vol. III, Caracas: Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1995, pp. 4104-4105.
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MIRÓ QUESADA SOSA, Aurelio: "Prólogo" a Teatro peruano contemporáneo, Lima: Huascarán, 1948.
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MORRIS, Robert J.: "The Theatre of Juan Ríos Rey", en Latin American Theatre Review (Kansas), nº 7, 2 (1974), pp. 81-95.
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---: The Contemporary Peruvian Theatre, Texas: Texas Tech University, 1977.