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CineBiografía

Río, Dolores del (1905-1983).

Actriz mexicana, nacida en Durango (capital del estado homónimo) el 3 de agosto de 1904, y fallecida en Los Ángeles (California, Estados Unidos de América) el 11 de septiembre de 1983. Aunque su verdadero nombre era el de Dolores Asúnsolo y López Negrete, pronto añadió a sus apellidos los de su esposo, Jaime Martínez del Río, por lo que acabó siendo conocida por el apelativo artístico de Dolores del Río. Como ocurre con tantas otras figuras femeninas de destacada presencia en el mundo del espectáculo, su fecha de nacimiento no es fácil de precisar, ya que otras fuentes la ubican en 1905 o en 1906.

Mujer de extraordinaria belleza, fascinó al público por la perfección de sus rasgos exóticos, pero también por sus buenas aptitudes para el canto, la danza y, sobre todo, la interpretación de papeles en los que solía encarnar el arquetipo de la hembra recia y humilde de su tierra, llena de orgullo y dignidad. Su gran acierto fue el de saber adornar estas figuras típicas del México profundo con el encanto y el glamour propio del cine de su tiempo, así como el de nimbarlas de un cálido erotismo cuajado de exotismo y misterio.

Vino al mundo en el seno de una familia acomodada, como hija unigénita del matrimonio formado por don Jesús Leonardo Asúnsolo -un rico hacendado de Chihuahua que había amasado una considerable fortuna con la crianza y el comercio de ganado- y doña Antonia López Negrete -descendiente de una linajuda familia de la nobleza española-. Su progenitora, ufana de sus orígenes aristocráticos, estaba en posesión de varios documentos notariales que certificaban la alta alcurnia de su linaje, cuyas raíces se hundían en la España anterior al Virreinato. Fue ella quien educó a su única hija de un modo selecto, concediéndole tantos caprichos que la propia actriz llegó a reconocer, ya en su madurez, que había sido criada como una princesa.

El mundo idílico en el que transcurrió su primera infancia se vio bruscamente destruido por el estallido de la Revolución Mexicana (1910-1940), que obligó a don Jesús Leonardo Asúnsolo a deshacerse de sus posesiones rurales y trasladarse, con toda su familia, a la Ciudad de México. Allí, la futura actriz comenzó a conocer con mayor profundidad la auténtica realidad de su país, forjado por esas clases populares (campesinos, militares, amas de casa, etc.) a las que, andando el tiempo, tan acertadamente sabría encarnar en el celuloide.

A pesar de las dificultades de su aclimatación a la vida urbana, la familia Asúnsolo continuó disfrutando de una privilegiada posición social, que propició el crecimiento de la joven Dolores en un ambiente culto y refinado, plagado de eventos recreativos y culturales. Pronto mostró una especial predilección por el baile y la danza, artes por las que, en su adolescencia, comenzó a a ser reconocida en los salones que frecuentaba; sin embargo, en un principio no sintió ninguna atracción por el cine.

Sus padres, en vista de este interés por el baile, le pagaron un viaje a París para que recibiera allí clases de danza. A su regreso a México, en el transcurso de un espectáculo musical, conoció al culto y acaudalado Jaime Martínez del Río, con quien contrajo matrimonio al cabo de dos meses. La futura actriz sólo contaba, por aquel entonces, dieciséis años de edad.

Célebre por su belleza, ya había sido fuente de inspiración para varios pintores mexicanos cuando, en 1925, conoció al ciudadano norteamericano Edwin Carewe, en el transcurso de una fiesta que ofrecieron ella y su esposo. Carewe, director y productor cinematográfico en Hollywood, quedó prendado de la gracia y la hermosura de la joven Dolores, a la que convenció para que, en compañía de su esposo, abandonara México y se instalase en la nueva Meca del Cine, donde -en opinión del audaz productor- estaba llamada a convertirse en una gran estrella del Séptimo Arte.

Jaime Martínez del Río y su joven esposa Dolores se afincaron, en efecto, en Hollywood durante aquel año de 1925, en el que la nueva actriz debutó frente a las cámaras con un papel de princesa que le consiguió Carewe, dentro de la cinta Joana, la muñequita millonaria (1925). Su belleza cautivó de inmediato a la crítica y al público, por lo que otros directores y productores se apresuraron a ofrecer trabajo a la intérprete mexicana, que habría de acabar rodando en Hollywood más de treinta películas (varias de ellas de género musical).

Su primer gran éxito le llegó al año siguiente, a raíz de su intervención en What Price Glory? (El precio de la gloria, 1926), de Raoul Walsh (1887-1980). En estos primeros compases de su carrera en los Estados Unidos, interpretó papeles muy variados; sin embargo, pronto empezó a quedar encasillada en personajes de hispana o india, siempre dotados de una marcada personalidad.

Convertida en una estrella de fama internacional, rodó a los órdenes de directores tan prestigiosos como Thornton Freeland, John Ford (1895-1973) o el ya citado Raoul Walsh, y alcanzó también notables éxitos bajo la dirección de otros cineastas que, merced a la celebridad de la actriz mexicana, traspasaron las fronteras norteamericanas (entre ellos, su descubridor Edwin Carewe, quien se sirvió del filme Ramona, de 1928, para difundir su nombre, junto a la belleza rutilante de su amada Dolores del Río, por todos los rincones del planeta).

El hecho de intervenir en numerosas películas en muy poco tiempo justifica que su trayectoria hollywoodiense esté plagada de altibajos. En efecto, junto a éxitos memorables como los que protagonizó en Ave del paraíso (1932) -que escandalizó a todo el mundo por el baño que compartía, semidesnuda, con Joel McCrea- o Volando hacia Río (1933) -obra en la que su fama había alcanzado cotas que le permitían desplazar de los títulos de crédito a figuras de la talla de Fred Astaire (1899-1987) y Ginger Rogers (1911-1995)-, Dolores del Río realizó otros trabajos que pasaron sin pena ni gloria, al tiempo que deterioraban sus relaciones con distintos estudios y productores.

Durante este período de trabajo y residencia en Hollywood, la actriz mexicana se divorció de su primer esposo y se casó, en segundas nupcias, con el famoso escenógrafo Cedric Gibbson, que trabajaba para la Metro Goldwyn Mayer. Después de haber protagonizado para la industria americana otras cintas de interés como Resurrección (1937), Los amores de Carmen (1927), Madame du Barry (1934) y Wonder Bar (1934), advirtió que su aventura hollywoodiense había experimentado un notable declive y decidió regresar en 1942 a su país natal, donde fue recibida como la gran diva que era y reclamada por los principales cineastas locales.

Uno de ellos, Emilio Fernández (1904-1986), devolvió a Dolores del Río a la cima del éxito, con películas como Flor Silvestre (1943) y María Candelaria (1943). Este nuevo período de esplendor en la carrera artística de la actriz de Durango quedó refrendado con su brillante trabajo en La otra, del director mexicano Roberto Gavaldón (1909-1986). Otros filmes destacados en los que trabajó Dolores del Río durante esta segunda etapa de su carrera son Doña Perfecta (1950), El gran combate (1964) y, sobre todo, Estrella de fuego (1960), en el que el director Don Siegel le asignó un papel al lado de Elvis Presley (1935-1977).

En la última etapa de su carrera, la actriz mexicana continuó trabajando en el cine, actividad que compaginó con su presencia en el teatro y en diferentes series y programas de televisión. Al margen ya de su valía artística, cabe citar también, como dato anecdótico, la fama que alcanzó por su intensa y apasionada vida amorosa, en la que se le atribuyeron romances con algunas figuras de Hollywood tan relevantes como Rodolfo Valentino (1895-1926). Mayor fundamento tuvo, en realidad, la relación que mantuvo, cuando ya había regresado a México, como el actor y director norteamericano Orson Welles (1915-1985), responsable de su segundo divorcio.

Filmografía

Los hijos de Sánchez (1978).
Doctor Marcus Welby (1970) [Televisión].
Más que un milagro (o Y vivieron felices..., 1967).
Casa de mujeres (1966).
Branded (1966) [Televisión].
Espías en conflicto (1966) [Televisión].
La dama del alba (1965).
El ocaso de los cheyennes (1964).
Flaming Star (Estrella de fuego, 1960).
El pecado de una madre (1960).
Schlitz Playhouse of Stars (1958) [Televisión].
La Cucaracha (1958).
Schlitz Playhouse of Stars (1957) [Televisión].
Torero (1956).
A dónde van nuestros hijos (1956) .
Señora ama (1954).
El niño y la niebla (1953).
Reportaje (1953).
Doña Perfecta (1950).
Deseada (1950).
La casa chica (1949).
La malquerida (1949).
Historia de una mala mujer (1947).
The Fugitive (El fugitivo, 1947).
La otra (1946).
La selva de fuego (1945).
Bugambilia (1944).
Las abandonadas (1944).
María Candelaria (1943).
Flor silvestre (1943).
Journey Into Fear (Jornada del terror o Estambul, 1942).
The Man from Dakota (El sendero del odio, 1939).
International Settlement (Barrio internacional, 1938).
Ali Baba Goes to Town (1937).
Lancer Spy (El lancero espía, 1937).
The Devil's Playground (La sirena del puerto, 1937).
Accused (Acusada, 1936).
A Dream Comes True (1937).
The Widow of Montecarlo (La viuda de Montecarlo, 1935).
I Live for Love (Vivo para amar, 1935).
In Caliente (Por unos ojos negros, 1935).
Madame DuBarry (1934).
Wonder Bar (Cabaret trágico, 1934).
Flying Down to Rio (Volando hacia Río, 1933).
Bird of Paradise (Ave del paraíso, 1932).
The Dove (Girl of the Rio) (La paloma, 1932).
The Bad One (La mala, 1930).
Evangeline (Evangelina, 1929).
Revenge (Venganza, 1928).
The Red Dance (La bailarina roja de Moscú, 1928).
Ramona (1928).
The Trail of '98 (La senda del 98, 1928).
The Gateway to the Moon (La virgen del Amazonas, 1928).
No Other Woman (Ninguna otra mujer, 1928).
The Loves of Carmen (Los amores de Carmen, 1927).
Resurrection (Resurrección, 1927).
What Price Glory? (El precio de la gloria, 1926).
Pals First (Una para todos, 1926).
The Whole Town's Talking (Toda la ciudad murmura o ¡Qué escándalo!, 1926).
High Steppers (La vida alegre, 1926).
Joanna (Joanna, la muñequita millonaria, 1925).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.