A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaBiografía

Riegner, Gerhart (1911-2001).

Abogado y activista alemán de origen judío, nacido en Berlín el 12 de septiembre de 1911 y muerto en Ginebra (Suiza) el 3 de diciembre de 2001. Fue el primero en dar a conocer la noticia del genocidio que el gobierno nazi de Adolf Hitler estaba perpetrando contra el pueblo judío, aunque, como recordaba amargamante el mismo Riegner al final de sus días, esta premura no fue suficiente para que los aliados intercediesen en la detención del Holocausto.

Nacido en el seno de una familia de la burguesía berlinesa, Riegner obtuvo la licenciatura en Derecho en la universidad de su ciudad natal, aunque también estudiaría diversos cursos de posgrado en las universidades de París, Friburgo y Heidelberg. Tras la crisis provocada por la Primera Guerra Mundial, comenzó a ejercer en un bufete de abogados hebreros de Berlín, pero la llegada al poder de Hitler en 1933 hizo que su familia huyese hacia Suiza, conscientes de los amenazantes planes del dictador germano con respecto a los que profesaban la religión de Yahvé. En Suiza, Riegner se inscribió en el Congreso Mundial Judío y comenzó a recopilar pruebas acerca del maltrato social e infrahumano que las familias hebreas recibían por parte del III Reich. Hacia 1941, las pistas obtenidas por el activista hebreo fueron conduciéndole hacia la veracidad más absoluta: Hitler estaba realizando un verdadero exterminio humano en los campos de concentración donde conducía a los prisioneros hebreos. La prueba definitiva llegó con la entrevista que el abogado hebreo logró obtener de un importante industrial germano, que fue quien le transmitió el plan existente para asesinar a los tres millones de habitantes judíos de Europa. El nombre de este industrial permaneció oculto durante décadas, pero finalmente se supo que se trataba de Eduard Schulte, un conocido empresario minero alemán.

Ante tal estado de acontecimientos, en agosto de 1942, redactó el famoso informe Riegner y lo envió a los departamentos de Estado de Gran Bretaña y de Estados Unidos de América. En el informe, Riegner dio a conocer que los métodos genocidas nazis incluían prácticas tan aberrantes como el uso de gas para asfixiar a los prisioneros, los crueles experimentos con vidas humanas y todo tipo de vejaciones para los judíos. El punto final era categórico: sólo en un campo de concentración, el tristemente famoso Treblinka, 6.000 judíos al día eran asesinados. El informe también fue remitido a Stephen Wise, el entonces presidente del Congreso Mundial Judío en Estados Unidos, a Nahum Goldmann, uno de los fundadores del Congreso, así como a Sidney Silvermann, congresista británico de origen hebreo, quienes, a su vez, movilizaron a todos los sectores de la opinión pública, en especial a los judíos, para dar a concer el holocausto denunciado por Riegner. Sin embargo, los gobiernos de Londres y Washington prefirieron actuar con una cautela que, a la postre, significó la pérdida de muchas vidas. Hasta principios de 1944, cuando la suerte de la Segunda Guerra Mundial ya estaba echada para el III Reich, no comenzaron las acciones efectivas de los aliados para tratar de acabar con las prácticas genocidas de los campos de prisioneros alemanes.

Tras el fin de la segunda conflagración mundial, Riegner sufrió una profunda depresión, ya que el conocimiento del Holocausto nazi alcanzaba niveles de barbarie que, según su estimación, podrían haberse minimizado a través de una rápida acción conjunta de los gobiernos aliados, conocedores del genocidio desde el verano de 1942. En 1950 fue reconocido públicamente por el Congreso Nacional Judío, organismo del que se convertiría en secretario general en 1965. Sus intervenciones en el Consejo de la Organización de las Naciones Unidas tendieron siempre a no dejar que el Holocausto se olvidase, por lo que se convirtió en uno de los más prestigiosos activistas en favor de los derechos humanos de la época, especialmente apreciado por la comunidad judía. En 1983 abandonó el cargo de secretario general del Congreso Nacional Judío para ser reconocido como presidente honorario. En 1992 renunció a la presidencia del organismo y se retiró a la ciudad suiza de Ginebra, donde acabó sus días con un profundo sentimiento de tristeza, al no haber podido evitar los efectos del Holocausto a pesar de la premura con que dio a conocer las maquinaciones de Hitler contra los judíos europeos. En 1999 publicó sus memorias, con el significativo título de Ne jamais desperer ('Nunca hay que desesperar').

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez