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Ocio y entretenimientoBiografía

Reverte Jiménez, Antonio (1870-1903).

Matador de toros español, nacido en Alcalá del Río (Sevilla) el 28 de abril de 1870, y muerto en Madrid el 13 de septiembre de 1903.

Tras una prometedora andadura novilleril, hizo su primer paseíllo ante la severa afición de la Villa y Corte un 19 de julio de 1891. Dada la trayectoria ascendente que parecía tomar su carrera -jalonada desde muy pronto por un puñado de buenas actuaciones-, decidió tomar la alternativa en el transcurso de dicha temporada. Para tan anhelado fin, el día 8 de septiembre de aquel año de 1891 volvió a anunciarse en los carteles de la plaza de Madrid; pero su malhadado sino -preludiando ya el rosario de percances y desgracias que le tenía deparado- le impidió verse aupado al escalafón de los matadores de todos en la fecha prevista. Acaeció que el día 3 de septiembre de aquella misma campaña, en las arenas del coso palentino, Antonio Reverte recibió dos puntazos y dos cornadas que le propinó un astado del hierro salmantino de Vallés, precisamente cuando el valeroso novillero sevillano intentaba ejecutar uno de los lances que ya le habían hecho célebre: el arriesgado quite capote al brazo (es decir, la famosa revertina).

Sin embargo, no transcurrieron muchos días sin que Antonio Reverte pudiera ver colmado su deseo de tomar la alternativa, ya que, si bien no pudo hacerlo el día 8 de septiembre de 1891, lo realizó el día 16 de aquel mismo mes, a pesar de que el dictamen de los facultativos desaconsejaba tan prematura como temeraria reaparición. Llevado de su mucho coraje, se presentó en Madrid apadrinado nada menos que por el genial espada cordobés Rafael Guerra Bejarano (“Guerrita”), quien le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque a un toro de la ganadería de Saltillo que atendía al nombre de Toledano.

Gestos de esta índole, que revelan el pundonor y la valentía de Reverte, lo llevaron en no pocas ocasiones al quirófano, zarandeado entre cornada y cornada. Tal vez la de mayor gravedad entre todas las que sufriera fue la que recibió en la localidad francesa de Bayona el día 3 de septiembre de 1899, cuando alternaba con su antiguo padrino de alternativa. El toro Grillito, perteneciente a la vacada de Ibarra, le infirió una tremenda cornada en la pierna izquierda cuando Antonio Reverte, adornándose con un arriesgado desplante, se había arrodillado ante el burel después de haberlo estoqueado. Dentro de la gravedad de este percance, el matador hispalense tuvo la fortuna de verse acompañado en aquellos remotos parajes por un médico español, el doctor Isla, quien impidió que se aplicara sobre la pierna herida la inmediata amputación que, mal aconsejados por su impericia en lides taurinas, habían apresuradamente diagnosticado los galenos gabachos.

Pese a todo, Antonio Reverte Jiménez no logró restablecerse por completo de esta tremenda cogida, que le impidió seguir toreando el resto de aquella temporada de 1899 y le mantuvo también inactivo durante la campaña de 1900. En la de 1901, todavía con sus facultades físicas considerablente mermadas, reapareció para torear sobre todo en Francia y Portugal, aunque también hizo un par de paseíllos en el suelo patrio. Deseoso de mostrar a todo costa que seguía siendo el mismo torero corajudo y arrojado que conoció el público español antes de la cornada de Bayona, en la temporada de 1902 se anunció seis tardes en la plaza de la Villa y Corte, y cruzó luego el Atlántico para dejar una irregular impresión por las plazas del país azteca.

Sin embargo, la suerte y las fuerzas no le acompañaban, y en 1903 tuvo que detenerse a oír las voces de quienes le aconsejaban una presta retirada. Pero no quiso cortarse la coleta durante aquella campaña, en la que sólo cumplía treinta y tres años de edad y doce como matador de toros bravos. Así que aún reunió fuerzas para torear en Portugal y en Marsella, localidad que a la postre conservaría el triste honor de haber sido la última en contemplar el toreo de Reverte.

En efecto, el día 6 de septiembre de 1903 hizo el paseíllo en las arenas del coso marsellés, acompañado en los carteles por “Morenito de Algeciras” y “Revertito”, para enfrentarse con un encierro de la ganadería de Benjumea. De retorno a Madrid, cayó gravemente enfermo, víctima de un tumor en el hígado que hizo necesaria una intervención quirúrgica de urgencia. Por desgracia, la ciencia de su tiempo no fue capaz de salvar su vida, que se apagó definitivamente el día 13 de aquel mismo mes.

Autor

  • JR.