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PinturaBiografía

Posada, José Guadalupe (1852-1913).

Pintor y caricaturista mejicano, famoso por sus litografías de escenas de muerte y estampas populares y caricaturas sociales, inspiradas en el folclore mejicano, nacido en San Marcos (Aguascalientes) el 2 de febrero de 1852 y fallecido el 30 de enero de 1913. En 1871 publicó sus primeras caricaturas en el periódico El Jicote, medio de difusión de las ideas liberales con una propuesta didáctica y moralista que combatía la injusticia, la dictadura y los abusos de poder, entre otros temas, y que rápidamente conquistó al público de su ciudad natal. Se trasladó en 1872 a la ciudad de León (Guanajuato) en donde realizó litografías y grabados en madera que ilustraban cajetillas de cerillas, documentos y libros.

En 1887 estableció su propio taller litográfico en la capital de la República. A partir de esta fecha, Posada emprendió un trabajo que le valió la aceptación y admiración del pueblo, por su sentido del humor y su propensión hacia lo dramático. Además de temas políticos, el artista recreó con su ingenio corridas de toros, juegos de salón, silabarios, cancioneros, novenarios, estampas religiosas y patrióticas, cuentos infantiles, carteles de toros, teatro y circo, naipes, planos y anuncios comerciales. No obstante, sus obras más reconocidas son las calaveras, principalmente La Catrina.

Con el tiempo, llegó a trabajar en publicaciones como La Patria Ilustrada y la Revista de México, de Ireneo Paz; La Gaceta Callejera, de Antonio Vanegas Arroyo; el Fandango y La Matraca del Fandango; y en el Gil Blas y El Popular, de Francisco Montes de Oca, entre otras, que aumentaron su prestigio como artista innato.

A pesar de tener escasa formación académica, en su producción se aprecia la influencia de José María Villasana, Daniel Cabrera Infante, Eugenio Olvera Medina y Jesús Martínez Carrión.

Desde el estallido de la Revolución de 1910 hasta su muerte, en el año de 1913, el maestro Posada trabajó incansablemente en la prensa dirigida a los trabajadores, y ésta constituye hoy una crónica de la sociedad y la política de su época. Algunos de sus personajes más famosos son el Padre Cobos, Don Chepito Marihuano, Doña Caralimpia Mondongo, La Calavera Catrina y sus reconocidas "calaveritas", la primera de las cuales pintó en 1889, tradición que continuó hasta 1913 en que hizo la última, personificándola en la imagen de Francisco I. Posada falleció el 30 de enero del mismo año.

Su calidad plástica es hoy en día uno de los más grandes valores que se aprecian en sus dibujos, ésta es producto de su ingenio y de su gran oficio de dibujante y grabador. Son de admirar las composiciones llenas de movimiento, la intención de las líneas del grabado, la fuerza con que confiere el gesto a los personajes y escenas que reproduce. El trazo lo ejecutaba según el mensaje que quería transmitir; podía ser difuminado, suave y armonioso, sobre todo en escenas cotidianas y anuncios, o duro y grueso usando líneas encontradas, que transmiten la tensión del asunto violento y de la denuncia. Los personajes, apoyándose en los textos chuscos y venenosos de las noticias, se muestran entonces mezquinos, cobardes, dignos ó cómicos, según sea el caso.

Era considerado como artista "popular", porque provenía del pueblo, porque nutrió su obra del imaginario popular mejicano y porque hizo de él mismo su público. Utilizaba como modelos algunos grabados religiosos novohispanos, fotografías de Casasola y de Hugo Brehme. Tomó también símbolos populares como los animales ponzoñosos, culebras y serpientes, esqueletos, el fuego, el rayo, la sangre, etc.

Fue un maestro del Arte Mejicano, a pesar de ser haber sido rechazado en su época por algunos artistas académicos. Y es que sus estampas, en las que el artista presentaba el verdadero rostro de la realidad mejicana (caótica, pasionaria, llena de muerte, aunque al mismo tiempo repleta de vida), chocaban de frente con la corriente de pensamiento que vivía el país a fines del siglo XIX, empapado del progreso y buenas costumbres.

Las obras iban del chisme cómico a la noticia trágica, del suceso real a la narración fantástica. Ilustró corridos, historias de crímenes y pasiones, de aparecidos y milagros. Retrató y caricaturizó a todo tipo de personajes: revolucionarios, políticos, fusilados, borrachos, bandoleros, damas elegantes, toreros y obreros. Además ilustró las famosas calaveras (versos con alusión a la muerte que se ilustraban con esqueletos vivos personificados) género que Posada desarrolló de manera extraordinaria. La muerte, decía Posada, era democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acabaría siendo calavera.
En 1923, a los 10 años de su fallecimiento, fue el francés Jean Charlot quien lo descubrió en su verdadera dimensión. Desde entonces, su presencia es, y ha sido, frecuente en la Escuela Mejicana del siglo XIX. Influyó en la obra de Orozco, Rivera, Fernández Ledesma, Méndez, O'Higgins y Zalce, así como en el Taller de la Gráfica Popular, entre otros.

Autor

  • Sánchez