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Ocio y entretenimientoBiografía

Posada Carnerero, Antonio (1905-1986).

Matador de toros español, nacido en Sevilla el 15 de abril de 1905, y muerto en Madrid el 28 de febrero de 1986. Era hermano de otro destacado matador de toros hispalense, Francisco Posada Carnerero.

Los triunfos logrados por su hermano mayor, en su corta pero densa carrera taurina, le animaron a seguir los mismos pasos; sin embargo, Francisco apenas pudo asistir al despegue de Antonio como novillero pujante y destacado, ya que la repentina muerte de aquél se produjo en 1921, un año antes de que éste se diera a conocer como novillero revelación de aquella temporada.

En efecto, en la susodicha campaña de 1922 Antonio Posada Carnerero cumplió veintiún ajustes, lo que le valió el reconocimiento unánime de toda la afición española, y el privilegio de comenzar la temporada siguiente situado como uno de los espadas punteros del escalafón novilleril. Tanto fue así, que no llegó a acabar dicha campaña en calidad de novillero, ya que el 28 de septiembre de 1923 compareció en la plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, dispuesto a recibir la alternativa que había de otorgarle su genial padrino, el coletudo madrileño Rafael Gómez Ortega ("El Gallo"). Fue testigo de aquella ceremonia el diestro sevillano José García Rodríguez ("Algabeño"), quien contempló cómo Antonio Posada se doctoraba dando lidia y muerte a estoque al toro Dichoso, criado en las dehesas de don Félix Suárez.

El día 5 de junio de la temporada siguiente hizo el paseíllo a través de la arena de la Villa y Corte, para confirmar la validez de ese título de doctor en tauromaquia. Venía, a la sazón, acompañado por el coletudo madrileño Victoriano Roger Serrano ("Valencia II"), que ofició de padrino de confirmación, y por el también madrileño Marcial Lalanda del Pino, que hizo las veces de testigo. Aquella tarde, Antonio Posada Carnerero cortó un apéndice auricular del primer morlaco que despachaba en Madrid en calidad de matador de toros, un burel marcado con la señal de Sánchez Rico, y conocido por el nombre de Mangas-verdes. También estuvo muy afortunado en la lidia de su segundo enemigo, aunque falló estrepitosamente a la hora de estoquearlo; ello no obstante, fue sacado a hombros por la primera afición del mundo, que comenzó a partir de ahí a confiar en que el joven diestro sevillano había de regalarle tardes gloriosas de toreo.

Sin embargo, el espléndido vuelo del capote de Antonio Posada, y la extraña perfección con que jugaba su muñeca cuando asía la flámula, se vieron superados por el mayor defecto que mostrara desde que era un desconocido novillero: la escasez de valor, o falta de serenidad y sangre fría ante la cara del toro. De ahí que, a pesar de los buenos auspicios que alentaron el comienzo de su carrera, enseguida empezara a experimentar un declive que, a la postre, redujo toda su trayectoria torera a una mera anécdota en la densa historia del Arte de Cúchares.

Retirado del ejercicio activo de la profesión, se dedicó con entusiasmo al apoderamiento de otros toreros, por lo que no llegó a estar apartado por completo del mundillo del toro. Ya octogenario, la muerte le sorprendió en Madrid el último día de febrero de 1986.

Autor

  • JR.