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HistoriaBiografía

Plutarco (ca. 50-ca. 125).

Célebre biógrafo y moralista griego, nacido en Queronea (Beocia) alrededor del año 50 de la era cristiana y muerto hacia el 125. Pertenecía a una familia noble de aquella ciudad, en la que pasó la mayor parte de su vida; por su obra, se conocen los nombres de su padre (Autóbulo) y abuelo (Lamprias), así como los de otros familiares y allegados, como el cónsul L. Mestrio Floro, de quien tomó el nombre; Q. Sosio Senecio, a quien dedicó sus Vidas paralelas y otros escritos, y otros tantos hombres de estado y artistas.

Cuando era apenas un niño, aprendió Filosofía y Matemáticas con Ammonio o Amonio, filósofo platónico, en Delfos, y su prematura capacidad y profundos conocimientos le dieron muy pronto acceso a los cargos públicos; recorrió las ciudades de Grecia y Egipto; en época de Domiciano, pasó a Roma, donde enseñó Filosofía y gozó de la amistad de Trajano y, más tarde, de Adriano. Con todo, hay que tomar con cautela algunos de los datos acerca de su relación con Trajano, pues muchos de ellos derivan de la adjudicación a Plutarco el espurio De institutione principum; con todo, se sabe que el hispano cuidó mucho al griego, pues entre otros cargos le dio el gobierno de Iliria.

Poco después de la muerte de Trajano, se retiró a su tierra, donde pasó el resto de sus días en medio de la estimación de sus conciudadanos, que lo elevaron a las primeras dignidades. Se sabe que, poco después de cumplir los cuarenta años, consiguió un nombramiento de sacerdote de Delfos, puesto que conservó hasta su muerte y que le sirvió para revitalizar el culto a Apolo. Por ello, sus últimos treinta años de vida pasaron entre Queronea y Delfos. A pesar de que, para la posteridad, es uno de los principales autores del Mundo Antiguo, dos contemporáneos como Tácito y Plinio el Joven no hacen mención de su obra.

En el llamado Catálogo de Lamprias se le adjudican 227 obras, de las que se conservan 78 títulos misceláneos (algunos de los cuales no aparecen en la relación anterior) y 50 biografías. Sin embargo, desde el Medievo, todo el material menor se agavilló bajo el título de Moralia, en el que hay material retórico (aquí y allá se entreveran, como en su De garrulitate), religioso (así en De superstitione, donde defiende su forma de entender la piedad), filosófico (el célebre De cohibenda ira), erudito (como De facie quae in orbe lunae apparet, en que versa sobre la disposición del orbe), literario (con revisiones interesantísimas de la obra de Menandro, Aristófanes o Heródoto), alguna consolatoria (en concreto, su Consolatio ad uxorem, sobre la muerte de su hija pequeña) y un buen puñado de diálogos (con sus Quaestiones convivales, conjunto de charlas mantenidas por distintos sabios).

Aparte hay toda una serie de textos espurios que se le fueron pegando con el paso de los años, como el De pueris educandis, que tuvo una enorme difusión en el Renacimiento; el De fato, que es un precioso documento neoplatónico; la Consolatio ad Apollonium, una magnífica pieza del género que nunca fue escrita por Plutarco; las Vitae X oratorum, que repasa la vida y la técnica de los oradores áticos desde Antifonte hasta Dinarco; los Placita philosophorum, en que recoge un sinfín de máximas de hombres ilustres; por fin, el De musica es una fuente fundamental de información sobre la música y, de paso, sobre la poesía lírica.

Por otra parte, está su corpus biográfico, conocido como Vidas de hombres ilustres, que aglutina materiales pertenecientes a diversas categorías, como sus Vidas de los emperadores romanos, de las que se conocen solamente las de Galba y Marco Salvio Othon, y, sobre todo, el bloque que merece en exclusiva el título de Vidas paralelas (Bioi paralleloi, en una transliteración del título griego original); de éstas, se conservan 23 biografías, 19 de las cuales aparecen emparejadas, enfrentando la de un personaje del mundo griego a otro del mundo romano. En todas ellas, Plutarco muestra un propósito moral, pues pretende dar ejemplo de virtud a todos sus lectores. Al tener un público joven en mente, este autor puso un especial cuidado en la fase de formación de los personajes biografiados, a los que dibujó de acuerdo con un patrón que intentó respetar en todos los casos. En su trabajo, Plutarco tomó datos procedentes de diversas fuentes, tanto orales como escritas.

Olvidado durante la Alta Edad Media, fueron el Medievo tardío y temprano Renacimiento de las medianías del Trecento los encargados de recuperar y divulgar su obra, gracias sobre todo a la labor de eruditos bizantinos como Maximus Planudes. Antes de que Plutarco fuese vertido al francés por Amyot (en 1559, las Vidas; en 1572, los Moralia) y al inglés por North (las Vidas, en 1579) y Holland (los Moralia en 1603), Juan Fernández de Heredia consiguió sacar adelante su traducción al aragonés entre 1379 y 1382, que procuró conseguir sin éxito el gran humanista Coluccio Salutati; a partir de este romanceamiento, se hizo otro anónimo al italiano entre 1395 y 1397.

Por esas mismas fechas, varios de los tratados morales, como el De cohibenda ira, eran vertidos al latín desde el griego. Para los lectores de entonces, como para los de nuestros días, Plutarco es una verdadera mina de datos curiosos, que da cuenta de sucesos extraordinarios, magnicidios, batallas famosas y otros muchos acontecimientos de la Antigüedad. La influencia ejercida por sus relatos es enorme, aunque a veces proceda de intermediarios; de hecho, sólo así, gracias a la versión inglesa de North (que tradujo de la francesa de Amyot), Plutarco se convirtió en la fuente básica de Shakespeare en Corilano, Marco Antonio y Cleopatra y Julio César.

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