Pierce, Franklin (1804-1869).
Abogado, general y político estadounidense, decimocuarto presidente de los Estados Unidos de América (1853-1857). Nació el 23 de noviembre de 1804, en Hillsboro (estado de New Hampshire), y murió el 8 de octubre de 1869, en Concord (estado de New Hampshire). Su política interior proesclavista agravó seriamente las relaciones Norte-Sur y provocó una guerra civil en los territorios de Kansas, que sentó las bases para la posterior Guerra de Secesión. En política exterior, Pierce siguió la tónica expansionista reabierta por Polk y Fillmore: apoyó la expedición a Japón del comodoro Perry y promovió el Manifiesto de Ostende que abogaba por la anexión de Cuba, además de abrigar la intención de integrar a Nicaragua como un estado más de la Unión.
Perteneciente a una familia granjera acomodada de Nueva Inglaterra, Pierce era hijo del general Benjamín Pierce, héroe de guerra durante las jornadas revolucionarias y gobernador de New Hampshire. Durante su juventud, Pierce recibió una educación esmerada hasta el año 1820, fecha en la que ingresó en el Bowdoin College de Maine. Durante los cuatro años que pasó en dicha institución, Pierce se interesó activamente por la literatura -participó en todo tipo de debates y actos organizados por los mejores clubes-, hasta su graduación, en el año 1824. De regreso a Hillsboro, Pierce ingresó en la Universidad de Portsmonth para estudiar la carrera de Derecho, la cual finalizó, tercero de su promoción, en el año 1827. Ese mismo año comenzó a ejercer su profesión en Concord. Se dio muy pronto a conocer por sus excepcionales dotes como abogado y, en especial, por su enorme capacidad para la oratoria y el dominio que ejercía sobre su auditorio.
Comienzos de su carrera política
Miembro del Partido Demócrata desde su fundación, en el año 1829 Pierce fue elegido diputado de la Asamblea legislativa de su estado y presidente de la misma en 1831, hasta que, en 1833, dio el salto político definitivo al ser elegido miembro de la Cámara de Representantes en Washington. Como fiel y entusiasta seguidor del líder de su partido, el presidente Andrew Jackson (1829-1837), apoyó incondicionalmente las intenciones del Gobierno de suprimir el Segundo Banco Nacional, lo que le valió, en el año 1837, ser elegido senador por su estado; se convirtió, así, en el senador más joven, 33 años, de toda la historia del país. Durante los cinco años como senador, hasta el año 1842, Pierce no pudo destacar apenas ya que las sesiones y debates del Congreso estaban dominados por dos grandes de la política estadounidense, los senadores Henry Clay y Daniel Webster, ambos pertenecientes al Partido Whig. Pierce y su esposa, Jane Means, tampoco lograron adaptarse a la vida social de la capital, por lo que, en el año 1842, renunció voluntariamente a presentarse a la reelección como senador para regresar a su bufete en Concord, donde se convirtió en uno de los miembros más destacados del Partido Demócrata de New Hampshire.
El camino hacia la presidencia. La Guerra Mexicano-estadounidense
Nada más estallar la Guerra Mexicano-estadounidense (1846-1848), Pierce abandonó su retiro para alistarse como voluntario a las órdenes del general Winfield Scott, con el grado de coronel. Tomó parte activa en la toma de México D. F, el 14 de septiembre de 1847, lo que le valió el ascenso a general de brigada. Una vez que se firmó la paz, Pierce regresó a Concord y a su bufete de abogados, sin ánimo de regresar a la política. Pero, en el año 1852, la Convención Nacional de los demócratas eligió a Pierce como candidato presidencial. Éste venció a su oponente whig y amigo personal, el general Winfield Scott, gracias a un programa político en el que apoyó sin ambages la Ley del Compromiso de 1850, aprobada por el anterior presidente Millard Fillmore (1850-1853), por la que se pretendía cerrar las continuas fricciones Norte-Sur por el problema de la esclavitud en los nuevos territorios anexionados a la Unión.
La presidencia de Franklin Pierce
Para que la Unión prevaleciera por encima de ideas secesionistas o nacionalistas peligrosas, era esencial ejercer un liderazgo firme y decisivo en la Casa Blanca, circunstancia que Franklin Pierce no supo o no pudo cumplir. Mostró desde el principio de su presidencia un carácter excesivamente superficial, débil y vacilante en su política interior, muy influido por un gabinete dominado por sudistas adeptos a la esclavitud y por las fuerzas del Congreso, por lo que intentó distraer la atención del candente tema esclavista hacia el exterior.
Pero tampoco tuvo suerte en ese aspecto, ya que, a excepción del apoyo a la expedición del comodoro Perry en Japón, en julio de 1853, y la compra de Gadsen a México, en 1853, por las que Estados Unidos consiguió una franja de terreno costero nada desdeñable en el suroeste, todos sus proyectos expansionistas fracasaron con estrépito.
En 1854, el secretario de Estado William Marcy instruyó al embajador en Madrid, Pierre Soulé, para que ofreciera 130 millones de dólares a España por la compra de Cuba. En caso de negativa, Marcy confirió al embajador plena autonomía y libertad para utilizar en nombre del presidente otros "medios y métodos" más persuasivos. Pero antes debía reunirse con sus colegas de París y Londres. Tras la oportuna reunión de los tres cancilleres en Ostende, en octubre de ese mismo año, enviaron a Marcy un despacho confidencial conjunto en el que conminaban al presidente a llevar a cabo el plan de invasión ante la negativa del Gobierno de Madrid a vender la isla. El contenido del mensaje fue descubierto y publicado por el The Herald Tribune de Nueva York con el título de Manifiesto de Ostende, hecho que provocó tal coro de denuncias y protestas en los círculos antiesclavistas del Norte que el propio Marcy se vio obligado, para salvar la figura del presidente, a repudiarlo en público, por lo que la posibilidad de anexionar Cuba pasó pronto al olvido, aunque desgastó por completo la ya poca autoridad de Pierce sobre los estados del Norte.
También del mismo modo acabó la aventura expansionista en Nicaragua. El secretario de Guerra Jefferson Davis, siempre con el beneplácito de Franklin Pierce, apoyó la aventura del oscuro filibustero y mercenario William Walker, en 1856, de apoderarse de toda Centroamérica e introducir el sistema esclavista en la zona, vital para el comercio de Estados Unidos y de Gran Bretaña. La intención de Pierce era sostener un Gobierno proesclavista en la zona, con Walker como presidente, bajo el control directo de Estados Unidos a modo de protectorado. Por supuesto, dicha medida fue tajantemente rechazada por el Congreso dominado por los abolicionistas del Norte.
Política interior
Pero donde Franklin Pierce encontró verdaderos problemas fue en el interior del país. En enero de 1854, el senador Stephen A. Douglas, en calidad de presidente de la Comisión Senatorial sobre los Nuevos Territorios, presentó al Congreso el proyecto de ley Kansas-Nebraska, con el que se pretendía regular y organizar el inmenso territorio del Oeste, las Grandes Llanuras, situadas al oeste de Iowa y Missouri, que llegaban por el norte hasta la frontera canadiense y por el oeste hasta las Montañas Rocosas. Douglas introdujo dos variaciones importantes: que dichos territorios se dividiesen en dos, en Nebraska y Kansas, y que, a pesar de estar comprendidos al norte de los 36º 30´, y por lo tanto cerrados a la esclavitud en virtud del Compromiso de Missouri del año 1820, en ambos territorios se aplicaría el Compromiso de 1850, por el que sólo sus representantes decidirían si se podía introducir la esclavitud o no. Tanto Douglas como Pierce lucharon en el Congreso para que fuera aprobada una ley que repudiaban en bloque los estados del Norte, convencidos de que debido al clima poco propicio para las plantaciones y latifundios algodoneros, la esclavitud apenas se asentaría en dichos territorios; se contentaba, de ese modo, a los dos bandos. Pero, tanto Pierce como Douglas, demostraron un grave error de cálculo y una falta de sensibilidad al no comprender que para el Norte no se trataba ya de un problema político o económico, sino de moral y ética.
De todas formas, a pesar del áspero debate surgido por el polémico proyecto de ley y a la desaprobación de los demócratas del Norte, Pierce hizo valer su liderazgo en el partido y, el 25 de mayo de 1854, se aprobó la Kansas-Nebraska Act, con un alto coste político y personal para el propio Pierce, ya que fracasó estrepitosamente en el intento por ser reelegido para un segundo mandato presidencial en la Convención Nacional del partido del año 1856.
Sin posibilidad alguna para rehacer su carrera política, Franklin Pierce realizó un largo viaje por Europa. Después de regresar a Concord, se dedicó todo el resto de su vida a trabajar en su bufete y a escribir análisis políticos de la situación del país en periódicos locales, como un simple colaborador, siempre mostrándose muy crítico con la actuación del presidente Abraham Lincoln durante la Guerra de Secesión.
BIbliografía
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COOKE, Donald. E: Atlas of presidents. Nueva Jersey: Hammond Incorporated, 1977.
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FERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario: Historia de los Estados Unidos de América: de la República burguesa al Poder presidencial. Madrid: Marcial Pons, 1997.
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JONES, Maldwyn. A: Historia de los Estados Unidos (1607-1992). Madrid: Cátedra, 1995.
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MORISON, Samuel Eliot: Breve Historia de los Estados Unidos. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.
C. Herráiz García