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HistoriaGeografíaBiografía

Peary, Robert Edwin (1856-1920).

Ingeniero civil y explorador estadounidense, nacido el 6 de mayo de 1856 en Cresson (Pensilvania) y muerto el 20 de febrero de 1920 en Washington (Columbia), que fue el primer hombre en llegar al Polo Norte (1908), tras muchos años de esfuerzo dedicados a dicha gesta, durante los cuales realizó valiosas campañas exploratorias por tierras de Groenlandia.

Robert E. Peary.

Tras graduarse como ingeniero civil en el Bowdoin College de Maine, en el año 1881 entró a formar parte como tal de la Armada de los Estados Unidos de América. Durante los años 1884 y 1885, Peary colaboró en la medición topográfica de un magno proyecto que finalmente no se llegó a realizar: la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua. La existencia de un buen número de apasionantes libros de viajes por tierras árticas y la atmósfera de competencia que surgió entre las expediciones que se montaban para descubrir tan ignotos territorios, provocaron en Peary un vivo interés, hasta el punto de decidir abandonar su carrera de ingeniero para encauzar su futuro profesional como explorador del Ártico, cambiando así las cálidas temperaturas caribeñas y ecuatoriales por las frías e inhóspitas del Ártico.

Exploraciones en Groenlandia

En el año 1886, Peary organizó junto a su fiel sirviente y gran amigo Matthew Henson, la primera de una serie de siete exploraciones a Groenlandia, a bordo del buque Eagle. Partiendo desde Bahía Disko, Peary se adentró por tierras de Groenlandia y recorrió una distancia de 161 kilómetros, hasta que alcanzó los 2.287 m sobre el nivel del mar, circunstancia que le indujo a pensar que Groenlandia no era una gran extensión de hielo del continente americano como se pensaba, sino una gran isla cubierta por una inmensa placa de hielo.

Acompañado de siete colaboradores, entre los que se encontraban Matthew Henson, el doctor Frederick Cook y su esposa Josefina L. Diebitch, Peary regresó a Groenlandia cinco años después para dirigir una expedición mucho más ambiciosa que la anterior. A bordo del buque Kile, en junio de ese mismo año arribaron al golfo de Inglefield y desde allí recorrieron 2.100 kilómetros en trineo en dirección NE. Los miembros de la expedición utilizaron vestimentas, enseres y equipos esquimales que les permitieron soportar temperaturas de hasta -60 ºC; Josefina L. Diebitch dio a luz una niña durante el trascurso de la expedición, experiencia profusamente relatada en el diario de Peary y en un posterior libro titulado The child of the snow (El bebé de la nieve). Peary descubrió el fiordo Independence y alcanzó el límite N de Groenlandia, al borde ya con el Ártico, demostrando con pruebas evidentes la insularidad de esta tierra. Además, la expedición se integró plenamente con el pueblo de los inuit, a los que estudió en profundidad.

Según relató el propio Peary en su libro Secrets of polar travel (Los secretos del viaje polar), editado en el año 1917, el éxito de las expediciones de Peary se debía a la combinación de su experiencia como ingeniero, con el empleo del cronómetro y del sextante, a cierta estrategia militar y a la adopción de los hábitos de vida de los esquimales, tales como el uso de iglús para cobijarse, ropas de cuero de foca, principios esquimales de conservación del calor, alimentación inspirada en la técnica "pemican" (carne deshebrada), etc.

Todavía en tierras de Groenlandia, en 1895 Peary llegó a la zona costera del norte llamada hoy día en su honor Tierra de Peary, que exploró minuciosamente; luego se internó en dirección N, siempre con el propósito de alcanzar el Polo Norte.

La fiebre del Polo Norte

En su primera intentona fallida, Peary empleó cuatro largos años, hasta 1902, a bordo del buque Wundward, a través del denominado Camino Americano, pasillo que separaba Groenlandia de las tierras extremas orientales del archipiélago ártico-americano. Emplazó su campamento base en el pueblo esquimal de Eath y otro más en Fort Conge, además de establecer una serie de puntos de almacenaje de víveres y suministros a lo largo de la ruta que se revelaron vitales para el éxito de la expedición. Su sistema, al que se llamó "método Peary", fue posteriormente adoptado por otros exploradores, como el noruego Amundsen en la expedición que comandó para llegar al Polo Sur. Aunque la expedición fracasó en su objetivo primordial, Peary, no obstante alcanzó el extremo más al norte del Groenlandia, ubicado en la latitud 83º 20' N, al que bautizó como cabo Morris Jessup en honor a uno de sus mejores patrocinadores, el presidente del museo de Historia Nacional americano. Además, Peary supo determinar con exactitud la latitud N de Groenlandia en 82º, límite hasta el cual se extendían los hielos que cubrían la enorme isla.

Entre los años 1902 y 1905, Peary siguió trabajando en varias expediciones de carácter topográfico por la costa N de Groenlandia. En uno de esos viajes exploratorios y de apertura de nuevas rutas para facilitar la navegación mercantil, llevado a cabo en 1905, Peary estuvo a punto de coronar el objetivo de alcanzar el Polo Norte. Desde la isla de Ellezmere, Peary alcanzó la marca latitudinal de 87º 6', con lo que se quedaba a tan sólo 280 kilómetros de la meta.

La conquista del Polo Norte

Por fin, en 1908, Peary dio comienzo a la expedición definitiva para conquistar el Polo Norte. Para llevarla a cabo, Peary contó con el buque Roosevelt, especialmente construido para la ocasión, subvencionado por el The Peary Arctic Club y equipado con los adelantos tecnológicos más avanzados de la época, a los que se añadían veinticuatro hombres, diecinueve trineos y más de cien perros.

Peary dividió los efectivos expedicionarios en cinco equipos; el comando principal estaba formado por él, su amigo Matthew Henson y cuatro esquimales. Los otros cuatro equipos tenían la misión de establecer depósitos de víveres a las distancias convenidas para, una vez cumplida la misión, regresar al campamento base Sheridam, enclavado en la Tierra de Grant.

En marzo de 1909, Peary y sus cinco acompañantes salieron de cabo Columbia en dirección N. En un trayecto récord de un mes escaso, el 6 de abril la expedición alcanzó la meta, el mismísimo Polo Norte, a 90º latitud norte:

"Caminábamos, pues, hacia el fin de la última larga jornada. A pesar de que teníamos el Polo a la vista, sentíame demasiado fatigado para dar aquellos últimos pasos. Parecíame sentir de una vez todo el cansancio de aquellos días y noches de marchas forzadas y descansos insuficientes, en peligro y angustia constantes. Hallábame demasiado agotado para darme cuenta en aquel momento de que había logrado el sueño de toda mi vida. [...] ¡Por fin el Polo! ¡Mi sueño y objetivo de veinte años! ¡Por fin mío! ¡Todavía no puedo comprenderlo! Todo parece tan sencillo y natural. [..] Clavamos cinco banderas en la cumbre del Mundo; la primera era una bandera norteamericana de seda, regalo de mi esposa hacía quince años y que ha corrido más que otra ninguna por las altas latitudes. Desde que llegó a mi poder la llevé, en todas mis expediciones a los parajes septentrionales, arrollada al cuerpo y en todos los 'puntos máximos' que alcancé dejé un trocito de ella. Al fin había llegado al Polo, por eso estaba algo rota y descolorida. Un ancho trozo diagonal de esta bandera indica ahora la meta más extrema de la Tierra, donde nos encontrábamos yo y mis acompañantes de color. Creí también oportuno enarbolar los colores de la Asociación Delta-Kappa-Epsilon, de la que había sido miembro cuando estudiaba en el Bowdoin College; el signo universal de la Libertad y la Paz con su rojo, blanco y azul sobre campo blanco y, últimamente, las banderas de la Federación de la Marina y de la Cruz Roja. Cuando hube hincado en el hielo la bandera de los Estados Unidos dije a Henson que animase a los esquimales a gritar tres estentóreos ¡hurras! y así lo hicieron con gran entusiasmo. Entonces estreché la mano a cada uno de los miembros de la expedición, acto en realidad nada ceremonioso, pero completamente democrático. Los esquimales mostraban infantil alegría por el éxito conseguido; aun cuando, como es natural, no podían comprender su importancia, su significación para el Mundo civilizado, se daban cuenta de que era el término definitivo de una lucha en la que habíamos estado empeñados durante tantos años. [...] Casi todas las circunstancias que nos rodeaban parecían demasiado extrañas para que pudiésemos comprenderlas de un modo preciso. Para mí, una de las más singulares de aquellas circunstancias era el hecho de que, en una marcha de unas pocas horas, hubiese pasado del hemisferio occidental al oriental, es decir, que hubiese llegado verdaderamente a la cumbre del Mundo. Resultaba difícil comprender que, en los primeros kilómetros de aquella breve marcha, hubiésemos avanzado en dirección exactamente N, mientras en los restantes lo hubiésemos hecho hacia el S, a pesar de no habernos desviado nunca de la dirección inicial. Difícilmente cabría ilustrar mejor el hecho de que la mayoría de las cosas son relativas. Y considérese ahora la circunstancia insólita de que, para regresar a nuestro campamento, debíamos volvernos y recorrer una serie de kilómetros hacia el N para marchar luego directamente hacia el S, a pesar de mantener siempre la misma dirección. Mientras nos volvíamos por aquel camino, que nadie había visto antes que nosotros y que acaso nadie volvería a pisar nunca, nos absorbían determinadas consideraciones que, creo no es inoportuno mencionar. Para nosotros habían desaparecido el E, el O y el N; sólo una dirección quedaba, la del S. Cualquier viento que nos soplara de frente había de ser forzosamente viento S, fuese cual fuese el punto de horizonte del que procediera. En el lugar donde nos hallábamos, un día y una noche componían un año completo, y un siglo estaba integrado por cien días y cien noches como aquéllos."

El 23 de abril, la pequeña expedición alcanzó el cabo Columbia totalmente agotada.

La polémica

El éxito de Peary se vio ensombrecido nada más hacer pública su hazaña por el gesto de su ex colega, el médico Cook, quien afirmó haber descubierto el Polo Norte justo un año antes que Peary, el 28 de abril del año 1908. Ante la negativa de Peary a reconocer los méritos de Cook, se entabló una agria polémica mundial entre los dos bandos, lo que obligó al Congreso de los Estados Unidos a formar una comisión investigadora para dilucidar la paternidad de la empresa.

Tras el previo estudio de los alegatos y pruebas aportados por ambos exploradores, la comisión no dudó en reconocer el mérito de Peary de ser el primer hombre en llegar al Polo Norte. Cook, en un intento desesperado por no perder la paternidad del descubrimiento, apeló al dictamen de la universidad de Oslo, cuyos profesores tenían fama de ser los más expertos en la materia. Pero el dictamen final de éstos volvió a desestimar las pruebas presentadas por Cook por ser inconcluyentes y poco contrastadas.

Aunque la comunidad científica acabó por reconocer a Peary como el verdadero héroe del Polo Norte, aún hoy día hay bastantes dudas sobre si realmente consiguió alcanzar de verdad el Polo Norte o más bien se quedó a las puertas. Los seguidores de Cook presentaron tres argumentos de peso que muy bien podían inducir a pensar que Peary también mintió: el primero de ellos se refiere a la orden dada por Peary a Robert Abram Batlett para que éste regresara al campamento cuando se encontraban en la latitud 87º 47', siendo éste el único miembro de toda la expedición, junto con Peary, capaz de verificar los cálculos precisos de la latitud; el segundo argumento se refiere a la velocidad media de marcha que sostuvo la expedición pues, según los cálculos, ésta tuvo que ser tres veces más rápida que la anotada por el propio Peary en su diario para lograr cubrir la distancia desde cabo Columbia hasta el Polo Norte; y el tercero, se basaba en el hecho de que Peary no comunicó al resto de la expedición la gesta realizada hasta que no regresaron a cabo Columbia y se enteraron de las reclamaciones de Cook.

Peary fue reconocido a nivel mundial y ascendido al cargo de almirante, tras lo cual se retiró de la Marina estadounidense en el año 1911. Además de la obra ya aludida más arriba, Peary dejó escritos cientos de artículos y trabajos de campo sobre sus experiencias exploratorias en el Ártico, entre los que cabe destacar: Northward over the Great Ice, en 1908 (Hacia el Norte sobre el Gran Hielo); Nearest to the Pole, en 1907 (Lo más cerca del Polo); y, por último, The North Pole, en 1910 (El Polo Norte).

Bibliografía

  • BOLEA, J. Viento del Noroeste: navegantes y descubridores. México D. F., Ed. Oasis. 1975.

  • CORTÁZAR, A. Grandes exploradores. Barcelona, Ed. Salvat. 1997.

  • LÓPEZ, B. Sueños árticos: un mundo fascinante, peligroso y casi desconocido. Barcelona, Ed. Planeta. 1987.

  • TAILLEMITE, E. Por mares desconocidos. Madrid, Ed. Aguilar. 1990.

  • TREUE, W. La conquista de la Tierra: tras las huellas de los grandes descubridores. Barcelona, Ed. Labor. 1948.

Carlos Herráiz García

Autor

  • Carlos Herráiz García