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HistoriaPolíticaBiografía

Pablo I, Zar de Rusia (1754-1801).

Zar de Rusia de la dinastía Romanov, nacido en San Petersburgo el 1 de octubre de 1754 y muerto en el palacio de San Miguel de la misma ciudad el 23 de marzo de 1801. Su nombre completo era Pablo Petrowitz.

Síntesis biográfica

Poco apreciado por su madre y predecesora en el trono, Catalina II, vio largo tiempo comprometidos sus derechos a la sucesión. Cuando por fin fue coronado en 1796, su carácter inestable y el resentimiento hacia su madre originaron un cambio total en la política rusa, especialmente respecto a los asuntos exteriores (se alió a Napoleón Bonaparte). Alarmados, algunos nobles le asesinaron en 1801 para entronizar a su hijo Alejandro I.

El inseguro camino hacia el trono: la enemistad con su madre Catalina II

Era hijo del zar Pedro III (cuando todavía era gran duque) y de Catalina II la Grande, aunque una insinuación de la propia Catalina en sus memorias ha llevado a pensar que era fruto de la relación entre ella y un conde llamado Serguei Saltikov. Tanto el rostro poco agraciado y de nariz chata como el carácter inestable de Pablo, parecidos a los de Pedro III, parecen desmentir este supuesto. En cualquier caso, el niño fue educado por la aún zarina Isabel Petrowna, sin tener apenas trato con su madre, que mostró poco interés por él. No obstante, cuando en 1762 Catalina destronó e hizo asesinar a Pedro III, Pablo, que era ya gran duque, fue proclamado sucesor (tenía siete años de edad); para dar fuerza a su golpe de estado, la nueva emperatriz tuvo a su lado al niño durante la ceremonia de coronación en el Palacio de Invierno de San Petersburgo.

Pablo, que para muchos era el zar legítimo, no tardó en enterarse de la verdad de los hechos y del asesinato de su padre. Pablo, de carácter nervioso, temió por su vida, especialmente cuando Iván VI (destronado por Isabel Petrowna en 1741) murió asesinado en prisión por instigación de Catalina. Ésta se aproximó a él en 1772, cuando decidió romper con su amante Gregorio Orlov, para que no apoyase una posible conspiración que en venganza pudiese planear éste; tal cercanía no era sincera, pues cuando la emperatriz se cercioró de que Orlov era inofensivo, dejó de lado toda muestra de cariño hacia su hijo. Al llegar a la mayoría de edad, Pablo contrajo matrimonio el 10 de octubre de 1773 con Natalia Guillermina de Hesse-Darmstadt, que murió a los pocos años sin haberle dado hijos, por lo que el 7 de octubre de 1776 casó en segundas nupcias con María Sofía Feodorovna de Württemberg; con esta tuvo cuatro hijos y seis hijas (Alejandro, 1777; Constantino, 1779; Alejandra, 1783; Elena, 1784; María, 1786; Catalina, 1788; Olga, 1792; Ana, 1795; Nicolás, 1796; y Miguel, 1798).

Pablo era cada vez más popular, por lo que Catalina quiso alejarle de toda responsabilidad política, excluyéndole de su consejo, además de hacerle vigilar; por otra parte, el gran duque tampoco parecía dispuesto a la rebelión: su madre era mal considerada por su vida personal desordenada, pero admirada por sus conquistas militares en Europa, el Mar Negro y el Cáucaso. Viajó varias veces por Europa, dando buena impresión en las cortes que visitó, pero también muestras de su irritabilidad. Otro punto de enemistad con Catalina era que se había hecho cargo de sus dos hijos mayores, Alejandro y Constantino, y había logrado su cariño.

En 1796, la aversión mutua llevó a la emperatriz a decidirse a apartar a Pablo del trono en favor de su nieto Alejandro, en virtud del Acta de Sucesión de Pedro el Grande. Esta medida tenía también origen en el empeoramiento del carácter del gran duque, que para muchos cortesanos estaba enloqueciendo. Y si el príncipe, que cada vez criticaba más a su madre, especialmente su política exterior, no había llegado aún a ese extremo, sí había crecido en él el miedo a ser asesinado, tratando de encontrar seguridad fortificando su residencia de Gatchina (a 64 km de San Petersburgo). Comenzó incluso a sospechar de sus hijos y, de hecho, parece que Catalina llegó a comunicar a Alejandro su proyecto para la sucesión; también pidió a la gran duquesa María que firmase un documento donde rogaba a Pablo que renunciase al trono. Por suerte para éste, la emperatriz sufrió un ataque el 6 de noviembre y murió al día siguiente, antes de que hubiese podido dar carácter oficial a su deseo.

El incierto reinado de Pablo I

El 17 de noviembre de 1796, a los 42 años, Pablo fue por fin coronado zar. Enseguida se mostró vengativo hacia el recuerdo de su madre, haciendo trasladar el cuerpo de su padre Pedro III a la catedral de los Santos Pedro y Pablo, enterrándolo junto al de Catalina y celebrando exequias conjuntas. También desterró a los principales aristócratas colaboradores con Catalina. Con más consecuencias que estos hechos, cambió totalmente la política del reinado anterior, terminó con la guerra contra Persia, pactó con Turquía en perjuicio de Austria y Prusia e incluso pidió perdón a los polacos por las particiones de su país (pero sin restituirles su estado). También, sin tener derecho a ello, se hizo proclamar gran maestre de la Orden de Malta. Únicamente coincidió en la animadversión hacia la República Francesa, enviando soldados para ayudar a Austria contra Napoleón. El inestable Pablo I cambió esta política cuando tuvo noticia de que el cónsul francés tenía intención de restaurar la monarquía entronizando a su propia familia; de este modo, expulsó a Luis XVIII, a quien antes había acogido con gran pompa en Curlandia (Estonia), y rompió relaciones con Gran Bretaña, el gran enemigo de Napoleón. En 1800 ordenó a los cosacos del Don conquistar la India en previsión de un ataque británico; la expedición fue un completo fracaso a causa de la falta de organización y a las inundaciones primaverales, y de los 20.000 cosacos que salieron muy pocos regresaron.

Su carácter empeoró con el poder, gritando y castigando a quien le molestaba, complicando el protocolo para realzar su persona (obligaba a pararse y hacerle reverencias a quienes encontraba por la calle) o dictando normas que regulaban incluso el modo de vestir, la lectura de determinados libros o los viajes (prohibió el contacto con otros países para evitar que se extendiesen las ideas revolucionarias triunfantes en Francia). Muchos fueron condenados o desterrados por desobedecer órdenes que nadie conocía. Siempre preocupado por su seguridad, aumentó la guarnición del Palacio de Invierno, a la que por otra parte vistió a la usanza prusiana. Abolió el Acta de Sucesión de Pedro el Grande, estableciendo la primacía del derecho del varón mayor. Éste era, por tanto, su hijo Alejandro; para tenerlo controlado, hizo alejar de la corte a todos sus amigos y le ocupó en tareas de simple soldado. También, por influencia de un favorito, Kutajsov, se mostró receloso tanto de su esposa la emperatriz como de su amante Catalina Nelidova.

Mientras el emperador trasladaba su residencia al palacio de San Miguel, protegido por una fuerte guarnición como habitualmente, el conde Alejandro Pahlen, gobernador general de San Petersburgo estaba organizando una conspiración para obligar al zar a abdicar en su hijo Alejandro. Primero convenció a éste de la necesidad de hacer abandonar el trono a Pablo I, prometiéndole respetar la vida de éste. Luego buscó colaboradores en la Guardia Semenovski, fiel a Alejandro, especialmente desde que Pablo I había mejorado la situación de los campesinos descuidando la del ejército. Más de medio centenar de oficiales ofrecieron su ayuda. Unos días antes del de la ejecución del plan alguien debió informar del mismo al zar, que interrogó a Pahlen sobre el mismo. Éste consiguió apartar de él las sospechas, pero no de los hijos mayores de Pablo I, que ordenó su arresto domiciliario. Los conspiradores adelantaron la fecha del golpe, actuando esa misma noche, siete de ellos, guiados por Platón Zubov y Livino Benningsen, entraron en el dormitorio imperial, despertando al zar. La mayoría estaba borracha y comenzó a perseguirlo por la habitación, acabando por estrangularlo. Tenía 46 años y sólo había sido zar durante menos de cinco. Mientras el pueblo era informado de la muerte de Pablo I “por apoplejía” (versión que nadie creyó), el ya zar Alejandro I se sintió conmocionado y llegó a pensar en rechazar el trono. Pablo I fue enterrado en la catedral de San Pedro y San Pablo.

Bibliografía

  • COWLES, V. Los Romanov. (Barcelona, Noguer: 1975).

  • KAUS, G. Catalina la grande. (Barcelona, Juventud: 1941).

  • MAZOUR, A.G. Rise and fall of the Romanovs. (Princeton, Van Nostrand: 1960).

  • TROVAT, H. Catherine la Grande. (París, Flammarion: 1992).

Enlaces en Internet

http://members.surfeu.fi/thaapanen/r027.html ; Página con información genealógica de Pablo I (en inglés).
http://www.moscowkremlin.ru/romanovs.html ; Página con abundante información sobre Pablo I y los demás zares rusos de la dinastía Romanov (en ruso).

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez