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LiteraturaBiografía

Ortese, Anna María (1914-1998).

Novelista y periodista italiana, nacida en Roma en 1914 y fallecida en Rapallo (Liguria) el 9 de marzo de 1998. Considerada como una de las más célebres representantes de la novela femenina italiana del siglo XX, supo granjearse con sus libros la admiración unánime de críticos y lectores, a pesar de que su arriesgada vocación de independencia la enredó en polémicas socio-políticas que le acarrearon numerosos enemigos.

Nacida en el seno de una familia que pronto haría del nomadismo una forma de vida, Anna María Ortese vivió los primeros años de su infancia en Roma y, posteriormente, en Potenza, de donde pasó a Trípoli, la capital de Libia, que por aquellos años estaba sometida al control de Italia. Al cabo de unos años, la familia retornó a la península itálica para instalarse en Nápoles, donde los problemas económicos que afectaban a los Ortese se hicieron más acuciantes que nunca. Sin embargo, a pesar de las estrecheces que padeció allí, Anna María Ortese siempre consideró a Nápoles como patria chica adoptiva, aunque desde los años sesenta se estableciera en la ciudad de Liguria en donde habrían de acabar sus días. Años atrás, aún había tenido tiempo de vivir durante varios años en Milán, Venecia y Roma.

Su primera novela, titulada Angelici Dolori (1937), ya dejaba entrever una acusada y vigorosa personalidad literaria, poco amiga de plegarse a las facilidades de la novela comercial y muy difícil de enmarcar en las tendencias por donde progresaba la narrativa italiana de su tiempo. Las dificultades de su personalísimo estilo venían acrecentadas por el marcado aliento poético que enriquecía su expresión literaria, dimensión lírica que, en un voluntario acercamiento al neorrealismo, se hizo más patente que nunca en su novela Il mare non bagna Napoli (El mar no baña Nápoles, 1953), galardonada con el prestigioso Premio Viareggio y considerada como una de las mejores muestras de la prosa italiana de la segunda mitad del siglo XX. En esta dura obra, Anna María Ortese narra la historia de una niña semi-ciega que, tras conseguir unas gafas, descubre que el lugar ideal en que creía vivir no es más que un insondable cerco de miseria e inmundicia. Brillante parábola del traumático despertar a la cruda realidad del mundo, Il mare non bagna Napoli proporcionó a su autora una extensa fama que, pese a todo, no bastó para que la Ortese aceptara los halagos del mundillo cultural italiano.

En efecto, permaneció durante muchos años ajena a los cenáculos, las fiestas y las exhibiciones de las distintas modas que iban haciendo furor en el entorno intelectual en que vivía, al que se mantenía constantemente vinculada merced a sus frecuentes colaboraciones en los principales medios de comunicación de la república alpina. Dada a fomentar su propia desaparición durante largos periodos de tiempo, siempre supo retornar a las listas de libros más vendidos cuando menos se la esperaba, como ocurrió en 1965, año en que dio a la luz otra extraordinaria novela, titulada La iguana. Reconocida, esta vez, con el Premio Strega, la obra supuso una incursión de la Ortese en unos parámetros narrativos muy próximos al realismo mágico, a través del relato de una historia de amor sostenida entre un acaudalado ciudadano del norte de Italia y una criada semi-salvaje, a la que conoce en una isla exótica.

Posteriormente, Anna María Ortese dio a la imprenta Entre vela y sueño (1989) y El puerto de Toledo. Recuerdos de la vida real (1991), para reaparecer en 1993 con otra novela genial, Il cardillo addolorato (El colorín afligido), obra maestra en la se refleja una interesante trama de misterio y amor a través de una compleja estructura. Cinco años después publicó la que habría de ser su última novela, titulada Alonso y los visionarios (1995).

Considerada como una mujer orgullosa y taciturna, enemiga de entrevistas y coloquios (en los que se negaba a participar porque, según sus propias palabras, "es difícil decir la verdad"), Anna María Ortese no rehuyó salir a la escena pública cuando así lo exigían las personalísimas polémicas a las que dio lugar su talante independiente, incapaz de sujetarse a las normas y los argumentos de quienes defienden la corrección por encima de cualquier otra causa. Así, verbigracia, los últimos años de su vida se vieron ensombrecidos por las censuras que le granjeó una carta pública en la que pedía el perdón para un antiguo nazi, el ex oficial Erich Priebke, condenado a cadena perpetua por haber ordenado el fusilamiento de trescientos treinta y cinco civiles italianos durante la II Guerra Mundial, en las Fosas Ardeatinas, en 1944. Al grito de "tirad los bastones" -que no fue recibido entre la mayor parte de sus conciudadanos-, la Ortese reclamaba olvidar las heridas pasadas, para no ensañarse con "los lobos heridos del mundo".

Autor

  • JR.