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HistoriaPolíticaBiografía

Nicéforo I, Emperador de Bizancio (¿-811).

Emperador de Bizancio nacido en fecha desconocida y muerto en 811. Fuerte gobernante y celoso exponente del absolutismo bizantino, gobernó con energía la Iglesia y el Estado, en los que practicó importantes reformas. Bajo su corto reinado, hizo un intento de reconstruir las fronteras del Imperio, desintegradas durante el gobierno de Irene. Fue conocido como el Logoteta.

Descendiente del rey árabe Jaballah de Ghassan, Nicéforo fue un importante patricio y desempeño el cargo de logoteta o ministro de finanzas bajo la emperatriz Irene. El proyecto de matrimonio entre Irene y Carlomagno obtuvo toda la oposición de los nobles bizantinos, temerosos de perder su poder en el caso de que se consumase la unión de los dos Imperios y la capitalidad se trasladase al oeste. El logoteta obtuvo el poder mediante un golpe de estado en 802, si bien, lo único que tuvo que hacer fue afirmar que la emperatriz lo había comisionado para proclamarse emperador y excluir a Leo, hermano del ministro Aecio, del trono. Nicéforo fue coronado en Santa Sofía el 31 de octubre de 802.

En principio trató a Irene con suma cortesía y le prometió asilo en el palacio de Eleutherius si accedía a mostrarle dónde había escondido el tesoro real. Pero la capacidad de intriga de Irene era bien conocida y ante un intento de golpe de estado, fue desterrada, primero a la isla de Principo y después a la de Lesbos, donde murió en agosto de 803. Esto atrajo el resentimiento de la mayor parte de las autoridades bizantinas, lo que quedó plasmado en la crónica de Theophanes. Como la mayoría de los emperadores de Bizancio, Nicéforo debió deshacerse de otros pretendientes al trono. En 803 apartó a Bardanes Turcus y su victoria sobre él le permitió asociar al trono a su hijo Stauracius, en diciembre de 803. En 807 casó a Stauracius con Theophano, una noble ateniense pariente de Irene, que fue elegida de entre las más bellas damas del imperio, a pesar del hecho de que no era virgen y, según el sentir popular, menos bella que otras dos jóvenes que fueron reservadas por el emperador para su propio deleite. En 808, Nicéforo venció a Arsaber, otro pretendiente al trono imperial.

En el terreno eclesiástico Nicéforo I se mostró como un emperador enérgico, aunque aceptó de los extremistas la completa independencia de la Iglesia en asuntos espirituales. Sin embargo se opuso al radical Teodoro, abad de Studion, a quien envió al destierro, y en 805, tras la muerte de Tarasio, favoreció la elección del moderado Nicéforo como patriarca de Constantinopla. Reunió sínodos en 806 y en 809 y en el último decretó que el emperador no estaba sujeto a la ley de la Iglesia.

En cuanto a su política exterior, el emperador Nicéforo encaminó sus esfuerzos a eliminar el pago de tributos a los enemigos del Imperio. Desde 806 luchó contra el califa Harún al-Rashid, que le venció en 804 y que en 806 invadió Asia Menor con un ejército de 135.000 hombres, apoderándose de las fortalezas de Heraclea y Tyana, entre otras. Las disensiones dentro del Imperio Árabe detuvieron su expansión, pero el basileo debió firmar la paz, comprometiéndose a pagar un tributo anual de 30.000 nomismata (50.000 según las fuentes árabes). Los árabes se declararon protectores de los bizantinos y la paz duró entre 808 y 829. También fracasaron los esfuerzos de Nicéforo para mejorar las relaciones con el Imperio occidental. El tratado de Aquisgrán de 810, firmado con Carlomagno, supuso la pérdida temporal para Bizancio de Venecia, Liburnia y las posesiones bizantinas de la costa dálmata. El mayor logro en el exterior de la política de Nicéforo fue la consolidación del control bizantino sobre Grecia, especialmente sobre las costas del Egeo y del Adriático. Desde finales del siglo VI, existió en el Peloponeso una gran presencia de eslavos, que ganaron en importancia a la población griega, apoyados los primeros por los musulmanes del norte de África. La derrota de los eslavos en Patras (805) fortaleció la posición de los griegos del Peloponeso y posibilitó a Nicéforo continuar con la reorganización de Grecia comenzada a finales del s. VIII con la creación de los themas de Macedonia y el Peloponeso; probablemente se debieran a la iniciativa de Nicéforo la creación de los themas de Cefalonia, Tesalónica y Dyrriachium.

La victoria sobre los eslavos fue un paso necesario para la conquista de Bulgaria, cuyo creciente poder comenzaba a ser una amenaza para la seguridad del Imperio. El agresivo kan búlgaro, Krum, destruyó la ciudad de Sardica (Sofía) y en 807 y 808 el basileo lanzó sendas expediciones para la conquista de Bulgaria, ambas infructuosas; Nicéforo debió conformarse con saquear la capital búlgara, Pliska, y con reconstruir Sardica, pero las continuas guerras de Nicéforo habían menguado la ya ruinosa Hacienda dejada por Irene y no había fondos suficientes para emprender una nueva campaña contra Bulgaria con garantías de éxito. Para conseguir esos fondos, el emperador emprendió una serie de reformas militares y fiscales, que ya fueron duramente denunciadas en las crónicas bizantinas.

Nicéforo ordenó trasladar a la Sclavinia (la zona de los Balcanes con mayoría de población eslava) a un gran número de hombres procedentes de todos los themas del Imperio. Éstos serían equipados militarmente por sus vecinos, sobre los que además recayó la responsabilidad de pagar los impuestos para el reclutamiento de tropas. Después comenzó las reformas fiscales anulando cualquier exención de impuestos firmada por sus antecesores; ésto le hizo entrar en conflicto con la Iglesia, ya que la emperatriz Irene había decretado la exención sobre las propiedades de los monasterios y de las instituciones de caridad. Nicéforo instituyó un nuevo impuesto que recaía sobre cada familia y gravó la compra de esclavos domésticos, libre hasta entonces. Incluso demandó pagos de todos aquellos que hubiesen encontrado vasijas durante los últimos veinte años, aduciendo la certeza de que todas ellas habrían contenido monedas. La nueva legislación prohibía además prestar dinero con interés, excepto al Estado y obligaba a los propietarios de barcos a comprar a un determinado precio las tierras confiscadas por la Corona, además de imponerles nuevas cargas. La Iglesia tampoco escapó al fisco regio; Nicéforo adiestró a los oficiales de los themas para que tratasen a los clérigos "como a esclavos", e incluso llegó a acantonar tropas en las iglesias y monasterios. Todas estas medidas lo hicieron impopular, pero le permitieron contar en menos de un año con fondos suficientes para reunir un ejército y marchar hacia Bulgaria.

El ejército reunido era formidable y estaba compuesto por tropas de Tracia y Asia Menor. En 811 entró en Bulgaria y Krum, en el momento que lo vio, se avino a solicitar la paz, pero su petición fue ignorada por el basileo, que conquistó fácilmente Pliska y se apoderó del palacio real, rechazando de nuevo un armisticio. Pero los búlgaros cerraron las salidas de los desfiladeros de montaña en los que se encontraba acampado el ejército bizantino, que fue fácilmente aniquilado. La magnitud del desastre hizo que se comparase la derrota con la batalla de Adrianópolis (378). Nicéforo perdió la vida en combate. Krum cortó su cabeza y la exhibió en una pica durante días, cubriendo después el cráneo con plata y usándolo como copa.

Stauracius, que al ser asociado al trono había sido nombrado sucesor, también fue gravemente herido en Bulgaria y abdicó en favor de su cuñado, casado con Procopia, hija de Nicéforo I, que reinó como Miguel I.

Bibliografía

  • CABRERA, E. Historia de Bizancio. Barcelona, 1998.

  • LEMERLE, P. Historia de Bizancio. Barcelona, 1956.

  • LILIE, R.J. Bizancio: Historia del Imperio Romano de Oriente, 327-1453. Madrid, 2001.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero