A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PinturaBiografía

Moreno Carbonero, José (1860-1942)

Pintor español; nació en Málaga el 28 de marzo de 1860 y murió en Madrid el 15 de abril de 1942. Tras un aprendizaje infantil realizado a solas y por pura curiosidad, inició sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal con el pintor costumbrista valenciano Bernardo Ferrándiz, que pronto distinguió su talento y llamó la atención sobre él, bien que exagerara la valía del jovencísimo pintor que, con sólo doce años, obtuvo la medalla de oro en la Exposición Regional de Málaga. En 1875, la ayuda de los marqueses de Paniega le permiten trasladarse a París, donde estudiará en los talleres de Leon Gérome y Raimundo de Madrazo. Con todo, será el marchante Goupil, suegro de Gérome, el más interesado en el joven pintor, al que no tarda en presentar ante el barón Rothschild, uno de los más conspicuos personajes de la vida parisina del momento. Bajo su vigilancia, ejecuta Moreno Carbonero cuadros de pequeño formato y fácil salida, en los que predomina el acabado exquisito. Al tiempo, inicia la serie de pinturas sobre el Quijote que le darán fama. En 1876, envía a la Exposición Nacional los cuadros El Jaleo, Juicio de faltas y Casa de campo a la antigua, por el que obtiene tercera medalla, y en 1878 Una aventura del Quijote, por el que se le concede segunda medalla. Tras cinco años de aprendizaje en la capital italiana, regresa a España en 1880 y opta a una de las pensiones para la Academia de Roma. No la logra, pero poco después sí que se le concede, una de las llamadas "de mérito". Ya en Roma, se da a conocer con una exposición celebrada en el palacio de la princesa Ratazzi que le abre las puertas de la alta sociedad romana. Desde aquí, continuará sus envíos a las Exposiciones Nacionales: en 1881, es El Príncipe carlos de Viana, por el que se le concede medalla de oro, y en 1884, La conversión del duque de Gandía, que le consigue primera medalla.

El éxito de este cuadro será grande también en exposiciones de carácter internacional, así las de Chicago, Viena, Múnich y el Vaticano, donde, además de obtener medalla de oro, el papa León XIII compró uno de los bocetos del cuadro, que todavía permanece en el Museo de Letrán. A su regreso, se instala en Madrid, donde vivirá el resto de sus días considerado como uno de los pintores más importantes de España. Su carrera se caracterizará por constantes éxitos que, como es habitual en estos casos, han sido valorados de distinta forma por la crítica posterior. Fue catedrático de Dibujo del Natural en la Escuela Superior de Bellas Artes, así como académico de San Fernando (ingreso en 1898) y obtuvo numerosos galardones y honores como las órdenes de la Corona de Italia, de San Miguel de Baviera, de la Estrella Polar de Suecia y, de las españolas, la Gran Cruz de Alfonso XII, la de Isabel "la Católica" con rango de comendador y las medallas de Alfonso XIII, de la Independencia de Zaragoza, de Ciudad Rodrigo y de las Cortes de Cádiz. Fue también socio de honor de los Círculos de Bellas Artes de Madrid, Sevilla y Granada.

A pesar de su fama y de sus éxitos, el conjunto de su obra (fuera del par de piezas más abajo mencionadas) no está a la altura de éstos ni del prestigio que Moreno mantuvo hasta el fin de sus días. A pesar de contar con una técnica excelente y gran facilidad para el dibujo y el colorido, su obra adolece de falta de imaginación creadora y de una frialdad que la alejan de los mejores logros de su época. Ello es especialmente obvio en cuadros como la Entrada de Roger de Flor en Constantinopla, encargado por el Senado para formar pareja con La Rendición de Granada de Pradilla. La comparación hace desmerecer la obra de Moreno, en la que el alarde de colorido y de figuras no logra despertar la misma admiración que el cuidado compositivo de Pradilla. Otro caso, también dentro del género de la pintura histórica, en que no brilla a la altura esperada es el cuadro titulado Fundación de Buenos Aires, en el que el autor llevó a cabo sucesivos retoques a fin de adecuar la pintura a la realidad histórica tal y como se conservaba en crónicas y relaciones, lo que fue en detrimento del resultado artístico.

De su obra, destacan, con todo, cuadros de gran calidad como los dos que le proporcionaron el éxito en las Exposiciones Nacionales de 1881 y 1884: El Príncipe D. Carlos de Viana y La Conversión del duque de Gandía. El primero de ellos retrata al medio hermano de Fernando "el Católico" en su retiro conventual en Italia. El cuadro presenta al príncipe vestido de acuerdo con su rango y sentado en un alto sitial dentro de una biblioteca conventual y con un perro dormido a sus pies. La mirada vacía del príncipe ha sido objeto de estupefacción por parte de los estudiosos, toda vez que el pintor ha prestado más atención a los detalles de "atrezzo" que al personaje que da título al cuadro, que no transmite sino el vacío de su mirada en un rostro que parece no haber pasado del boceto.

La Conversión (hoy en el Museo de Bellas Artes de Granada) muestra el momento en que san Francisco de Borja, todavía duque de Gandía, descubre los restos en descomposición de la Emperatriz Isabel de Portugal, lo que produce en su interior la crisis que lo llevará a ingresar en la Compañía de Jesús. Destacan del cuadro el detallismo practicado en ropajes y pañerías, así como el tratamiento de la luz, centrada sobre el féretro de la Emperatriz. Es excelente el contraste formado por la escena principal y la figura del criado que alza la tapa del ataud y se tapa la nariz asqueado: frente a la conversión de Borja, motivada por el amor caballeroso profesado a la Emperatriz, un ser ajeno a la historia no es capaz de ver allí sino la descomposición de un cadáver.

Es también suya la serie de cuadros inspirada en el Quijote, de los que destacaremos Una aventura de Don Quijote, ya citado, y Sancho gobernador, tal vez el más conocido de todos. Asimismo, realizó varios cuadros sobre el Gil Blas de Lesage. Destacó como retratista, especialmente de señoras. Son suyos algunos de personajes como Francisco Silvela, Martínez Campos, Cánovas, Benlliure y Menéndez y Pelayo. Como retratista de la familia real, se ocupó de Alfonso XII, de las reinas María Cristina de Habsburgo-Lorena y Victoria Eugenia y de Alfonso XIII, al que retrató en tres ocasiones. Es destacable también El Hijo del Artista, en el que el niño posa con una vestimenta similar a la del príncipe Baltasar Carlos en el cuadro de Velázquez que lo presenta a pie y en traje de caza acompañado de un perro.

Su colaboración en las obras de decoración de la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid se limitó a un Sermón de la Montaña y a colaborar en la cúpula con Ferrant y Muñoz Degrain. Otras obras suyas son: Gladiadores después de la lucha, La venta del Sevillano, Un vado en el Guadalquivir, Ruinas de un templo, La Casa de Pilatos y El Sombrero de Tres Picos.

Autor

  • G.F.S.E.