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FilosofíaBiografía

Montaigne, Michel Eyquem, señor de (1533-1592).

Filósofo y escritor francés, nacido en el castillo de Montaigne (Périgord) en 1533 y fallecido en el mismo lugar (actual municipio de Saint-Michel-de-Montaigne) en 1592, cuya obra representa uno de los mejores ejemplos literarios del pensamiento humanista.

Vida

Nació en el seno de una familia de comerciantes bordeleses enriquecidos y ennoblecidos; fue educado con esmero por un preceptor privado y, más tarde, en el colegio de Guyena (Burdeos); más tarde, siguió estudios de Leyes en Toulouse, ciudad en la que frecuentó el trato con los literatos de su época. Durante su vida alternó la participación en la vida política en el parlamento de Burdeos con largos retiros en el castillo de su familia; en su condición de consejero parlamentario, trabó amistad con distintos intelectuales, particularmente con Etienne de La Boétie, cuya muerte en 1563 inspiró su pluma. A la muerte de su padre, acaecida en 1568, heredó las ricas propiedades de la familia; desde ese momento, enajenó su cargo político.

Hasta ese momento, Montaigne había dado vida a una obra literaria menor, como traductor de la Theologia naturalis de Raimundo de Sabunde en 1569; a partir de la fecha anteriormente indicada, se dio a la redacción de sus famosos Essais, que aparecieron primero en dos volúmenes (1580) y luego en tres (1588). Esos años fueron de incidencias continuas, pues, tras sus viajes por el centro de Europa, fue alcalde de Burdeos entre 1581 y 1585; además, jugó un papel fundamental en la política del momento, como partidario de Enrique III y contrario de la Liga. Tras concluir con su alcaldía, se dedicó de lleno a la revisión y ampliación de su obra; en 1588, en París, conoció a la señorita Gournay, que al cabo sería la encargada de su edición póstuma de los Essais de 1595.

Obra

Los Ensayos aparecieron primero en dos volúmenes, en una edición de 1580 hecha en Burdeos. Luego el ensayista siguió escribiendo y, en una segunda edición publicada en París en 1588, ya había tres volúmenes. Montaigne recoge en esta obra muchas anécdotas y opiniones de los sabios de la Antigüedad, pero también comenta casos de su propia vida y acontecimientos de su época. A partir de estos hechos, analiza el espíritu humano y su comportamiento moral. También habla de las instituciones (como la monarquía, a la que defendía), de las costumbres y de los conocimientos y las opiniones comunes del hombre de su tiempo.

En 1774 vio la luz una recopilación de las anotaciones que Montaigne tomó durante una visita turística por Suiza, Alemania, Austria e Italia entre 1580 y 1581. La obra se titula Diario de viaje (Journal de voyage), y aunque tiene poca belleza formal, muestra el espíritu abierto y el carácter observador y reflexivo de su autor.

Montaigne puede considerarse como un testigo excepcional de la crisis de valores y del sistema de conocimientos científicos y filosóficos que se dan en la Europa de la segunda mitad del siglo XVI. Por un lado, la caída del geocentrismo, la crítica a los principios de Aristóteles y las innovaciones en el campo de la medicina demostraban la provisionalidad de la ciencia humana; por otro, los nuevos descubrimientos geográficos imponían la revisión de los valores morales hasta entonces considerados inmutables y eternos para todos los hombres. Estos cambios le llevan a una primera conclusión: la mutabilidad se revela como una condición inherente al conocimiento humano, que nunca puede llegar a verdades definitivas. Escéptico ante la fuerza del hombre para domeñarlo todo, acuñó un lema perpetuado en el título de una famosa colección de libros de bolsillo franceses: Que sais-je?

De aquí surge el escepticismo de Montaigne y la crítica a la razón estoica que, confiada en sus propias fuerzas, no se da cuenta de que ella misma está condicionada a continuos influjos de mutaciones de costumbres y cambios geográficos e históricos. Se deriva de aquí la crítica al antropocentrismo, y pone en tela de juicio la diferencia cualitativa entre el animal y el hombre, y más concretamente, critica el centralismo del hombre europeo que se atreve a calificar de barbarie todo aquello que se aparte de sus usos y costumbres. A Montaigne se debe, como conclusión de estas reflexiones, la creación del personaje del pedante, que se vanagloria de su enciclopedismo libresco y al que él opone el verdadero conocimiento del hombre y el método de la introspección. Su escepticismo le llevará al rechazo de la teoría racional, así como a la propuesta de una moral mundana y antiestoica.

La importancia de este pensador justifica que su nombre se le haya dado a la Universidad de Burdeos III.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.