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Biografía

Moltke, Helmuth Johan Ludwig von (1848-1916).

General alemán y jefe del Estado Mayor General en los dos primeros años de la Primera Guerra Mundial. Nació el 25 de mayo del año 1848, en Gersdorff, localidad próxima a Mecklenburgo, y murió el 18 de junio del año 1916, en Berlín. Era sobrino del gran general alemán Helmuth Karl Bernhard Moltke, apodado el Viejo. Los cambios que introdujo en el plan Schlieffen, en el frente occidental, y su incapacidad para controlar los rápidos avances de las tropas aliadas contribuyeron al estancamiento de ambos ejércitos en el Marne, en septiembre del año 1914, y a la posterior derrota de las tropas alemanas en la batalla del Marne, lo que le costó su retiro al mando del ejército alemán.

Moltke ingresó en el ejército alemán en el año 1869, participando en la campaña contra Francia (1870-71). A partir del año 1876 realizó una fulgurante carrera militar, siempre a la sombra y protección de su poderoso tío, que era jefe del Estado Mayor General alemán, al que sirvió como ayudante de campo. Gracias a la protección de su pariente, el joven Moltke pudo granjearse las simpatías y el reconocimiento de los emperadores Guillermo I y de su hijo y heredero, el futuro Guillermo II, por lo que muy pronto fue elevado a los diferentes grados dentro de la oficialidad alemana, para los que nunca estuvo cualificado, máxime al comparársele con su tío, quien fue el responsable del gran poder militar alemán del siglo XIX. Así pues, en el año 1903, fue ascendido a general de intendencia para, tres años más tarde, suceder al general Alfred von Schlieffen al frente del Estado Mayor General, al igual que hiciera su tío.

Alemania al comienzo del conflicto: el plan Schlieffen.

Desde la victoria alemana sobre Francia, en el año 1871, el Estado Mayor alemán nunca dejó de considerar la posibilidad de una nueva guerra contra Francia, enemigo por excelencia de la nueva Alemania construida por Bismarck y Moltke el Viejo, máxime cuando, a partir del año 1882, Francia y Rusia firmaron una alianza defensiva en firme. Por todo ello, Alemania siempre contó con un plan de operaciones factible de ser llevado a cabo en cualquier ocasión apremiante que surgiese. El jefe del Estado Mayor General, Alfred von Schlieffen, había elaborado un plan de operaciones que confió a su sucesor en el cargo, Helmuth Moltke.

Grosso modo, el plan de ataque consistía en invadir Bélgica y Luxemburgo, estados neutrales ambos y con unas fronteras poco protegidas, y desde allí realizar un ataque relámpago, con un movimiento envolvente, contra la desguarnecida frontera francesa del norte. A su vez, otro grupo de ejército contendría la ofensiva francesa en la región de Lorena y Alsacia. El objetivo de tan arriesgada maniobra era el de fijar el grueso del ejército francés lejos de la dirección principal del ataque alemán, que acabaría confluyendo sobre París, todo en unas seis o siete semanas a lo sumo.

El general Moltke decidió seguir el plan Schlieffen al pie de la letra. Pero, cuando por fin estalló la Gran Guerra, éste se dio cuenta de que no contaba con los efectivos necesarios para llevarlo a cabo con precisión exacta, ya que tenía que cubrir una enorme línea del frente. Tal circunstancia motivó algunas alteraciones no previstas de antemano como, por ejemplo, la división de los cuatro grupos de ejércitos en siete, dispersando la fuerza efectiva de las tropas alemanas comandadas por Moltke.

El día 2 de agosto del año 1914, las tropas alemanas ocuparon Luxemburgo y Bélgica sin apenas oposición seria, tal como estaba previsto que sucediera. El 18 del mismo mes, toda Bélgica fue ocupada por las tropas de Moltke, quien se aprestaba a invadir Francia desde las fronteras belgas. El 21 de agosto, las tropas británicas del mariscal French y las francesa del general Laurezac fueron arrolladas por Moltke, que continuó el avance hacia París. Sin embargo, y gracias a las previsiones del jefe del Estado Mayor Central, el mariscal Joseph Joffre, el ejército francés no se había concentrado exclusivamente en el este, sino que se había extendido previsoramente hacia la frontera belga, manteniendo las posiciones y frenando el avance alemán con tenacidad, aun a costa de tener que pagar el terrible precio de 300.000 hombres caídos en el frente. La resistencia de la plaza de Maubege y una victoria defensiva conseguida por los franceses en Guisa, el 29 de agosto, retardaron el plan alemán de entrar hasta el corazón mismo de Francia, y obligaron a los ejércitos del Moltke a efectuar un repliegue sobre la zona.

Fue en ese momento crucial de la guerra cuando Moltke cometió dos grandes errores tácticos que, a la larga, le supusieron perder el control de la situación y el dominio alemán en el frente occidental. Según las directrices del plan Schlieffen, el ala derecha alemana debía avanzar hacia París por el oeste, pero Moltke varió los planes mandando a dicha ala hacia la izquierda del dispositivo central francés, con el objeto de empujar a los franceses lejos de París, en dirección al sureste, lo que dejó al general alemán von Kluck y su Primer Ejército bastante descolgado de las fuerzas del general von Bülow, al mando del Segundo Ejército. El mariscal francés Joseph Joffre, dándose cuenta enseguida del error táctico, pasó entonces a la ofensiva al frente de treinta divisiones de refresco que acababa de conseguir, de manera un tanto apresurada, del frente del este. Los ataques franceses, acaecidos el 4 de septiembre, no consiguieron romper el frente alemán, pero sí frenar el avance hacia el interior del país y salvar París de la amenaza invasora germánica, a la par que fijó un frente de batalla estable a lo largo del río Marne, tras la decisiva victoria francesa en la batalla del mismo nombre, entre los días 6 al 12 de septiembre.

Moltke, al mismo tiempo que fracasaba la ofensiva de las divisiones que comandaba sobre Verdún, cometió su segundo error al enviar, el 31 de agosto, varias divisiones al frente ruso, debilitando aún más las fuerzas alemanas en el frente occidental. El día 10 del mismo mes, Moltke se dio por vencido y ordenó el inmediato repliegue general de las tropas alemanas hacia el río Aisne. El balance no podía ser más desolador para el general alemán: estrechamiento del frente alemán al este de París, una derrota humillante en la batalla del Marne, y, sobre todo, su propio desprestigio como militar, incapaz de hacerse cargo de la situación, teniendo que dejar actuar a sus generales con una excesiva autonomía, debido a su alejamiento del teatro de operaciones.

Tras el descalabro del Marne, Moltke asumió todo su responsabilidad y pidió al emperador su cese, a lo que Guillermo II accedió el 14 de septiembre del mismo año, nombrando como su sucesor al frente del Estado Mayor General alemán al general Enrich von Falkenhayn. A partir del año 1915, Moltke pasó a desempeñar la función de jefe del Estado Mayor de las tropas del interior, un puesto alejado del frente y con poco poder de decisión dentro del ejército alemán. Murió en el año 1916, cuando la suerte de la guerra todavía estaba en el aire.

Bibliografía.

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Autor

  • Carlos Herráiz García.