Mejías Jiménez, José, “Pepe Bienvenida” (1914-1968).
Matador de toros español, nacido en Madrid el 7 de enero de 1914, y muerto en Lima (Perú) el 3 de marzo de 1968. En el Planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de “Pepe -o Pepote- Bienvenida”. Perteneció a la dinastía torera más importante del siglo XX: era nieto de un famoso banderillero del siglo XIX, Manuel Mejías Luján; hijo del célebre matador de toros pacense Manuel Mejías Rapela (“Manuel Bienvenida” o “El Papa Negro”); y hermano de otros cuatro toreros: Manuel Mejías Jiménez (“Manuel -o Manolo- Bienvenida”), Antonio Mejías Jiménez (“Antonio Bienvenida”), Ángel Luis Mejías Jiménez (“Ángel Luis Bienvenida”), y Juan Mejías Jiménez;MEJÍAS JIMÉNEZ, JUAN (“Juan -o Juanito- Bienvenida”).
Alentado por el ejemplo de su padre y de su hermano Manuel, emprendió una alegre etapa novilleril que le llevó a presentarse en Madrid el día 8 de septiembre de 1928. Para tomar su alternativa, compareció de nuevo ante la selecta afición de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), el día 4 de julio de 1931. Venía apadrinado por el coletudo turolense Nicanor Villalta y Serris, quien, en presencia del susodicho Manuel Bienvenida, le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque al toro Majoleto, perteneciente a la ganadería de doña María de Montalvo.
Una vez doctorado en tauromaquia, Pepe Bienvenida firmó veintisiete contratos en la temporada de 1932, y veinte en la de 1933. Aún pudo completar veintiuna corridas en la campaña de 1934, y otras tantas en la de 1935, antes de que, como les ocurriera a tantos otros compañeros de profesión, la Guerra Civil abriera un dramático paréntesis en su andadura torera. Pero, acabada la contienda fratricida, emprendió una trayectoria ascendente que culminaría en la temporada de 1944, en la que Pepe Bienvenida llegó a firmar cincuenta y nueve ajustes.
La afición apreciaba su talante torero -rigurosamente inculcado por “El Papa Negro”- y, sobre todo, su buen hacer a la hora de clavar las banderillas. En palabras de su hermano Ángel Luis -que se ha convertido en los últimos años en la memoria viva más autorizada para disertar sobre la dinastía de los “Bienvenida”-, “Pepote” gozaba de una gracia y una facilidad innatas con los garapullos en la mano, dones que lo convirtieron en el mejor banderillero de su tiempo y en uno de los más destacados de toda la historia del toreo moderno.
El día 3 de octubre de 1957, en las arenas jiennense de Úbeda, José Bienvenida toreó su última corrida como profesional del toreo, alternando con sus hermanos Antonio y Juan.
Como dato anecdótico -rescatado también de la precisa memoria de Ángel Luis Bienvenida-, es oportuno recordar que “Pepote” fue uno de los pocos toreros profesionales (si no el único) que jamás recibió una cornada dentro de un ruedo; y como dato dramático, es tristemente obligado recordar que, sin embargo, murió en una plaza de toros. Esta ironía trágica se cumplió lejos de su Madrid natal, en las arenas del coso limeño de Acho, el día 3 de marzo de 1968. Retirado del toreo desde hacía más de diez años, “Pepote” se empecinó en banderillear un novillo en un festival benéfico. Tras hacerlo, el esfuerzo le provocó un infarto que acabó con su vida de manera fulminante.