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LiteraturaFilologíaBiografía

Medinaceli, Carlos (1902-1949).

Narrador, ensayista y crítico literario boliviano, nacido en Sucre en 1902 y fallecido en La Paz en 1949. A pesar de su muerte prematura, por el vigor y la calidad de su prosa de ficción y por el rigor y la hondura reflexiva de su obra crítica y ensayística está considerado no sólo como uno de los grandes renovadores de la tradición literaria de su pueblo, sino también como uno de los principales creadores y difusores de la modernidad intelectual en las Letras y el pensamiento de Bolivia.

Pese a estos logros, la peripecia vital del escritor de Sucre fue de fracaso en fracaso, y sus textos e ideas apenas rebasaron, en vida del autor, los estrechos límites de los reducidos círculos culturales bolivianos (con la excepción de la animosa proyección internacional que pretendieron conferirles algunos colegas extranjeros, como el poeta y narrador peruano Arturo Peralta, más conocido por su seudónimo de "Gamaliel Churata"). Medinaceli, convencido de que la necesaria renovación de la sociedad provinciana y pequeño-burguesa en que vivía pasaba por el impulso de la creación artística y la propagación de la cultura, luchó contra lo que él mismo denominó, desde el título de uno de sus ensayos, el huayralevismo, es decir, la estrechez moral y cultural de una sociedad dominada por juristas y burócratas. A causa de este sostenido enfrentamiento con la clase dominante, nunca salió de la precariedad y el anonimato: en vida, sólo vio publicadas tres de sus obras, todas ellas difundidas en tiradas cortísimas y sumamente descuidadas en su confección editorial; pasó largos años sometido a la rutina de un tedioso empleo como oficinista encargado de despachar asuntos mineros, del que sólo salió para impartir lecciones en modestas escuelas rurales y, finalmente, para colaborar con más voluntad que éxito en varios periódicos y revistas de muy limitada difusión. A la postre, su afición al alcohol acabó por arruinar completamente sus últimos años de existencia.

Sin embargo, después de muerto gozó de una auténtica legión de seguidores, algunos de los cuales llegaron a rendirle tributo con la recuperación del movimiento de renovación artística Gesta Bárbara, puesto en marcha por Medinaceli y otros colegas de inquietudes juveniles hacia 1918, en la ciudad de Potosí. A mediados de los años cuarenta, cuando a Carlos Medinaceli le quedaban ya pocos años de vida, un grupo de jóvenes intelectuales y creadores de la nueva generación volvió sus ojos hacia las propuestas de quien ya comenzaba a ser considerado como uno de los grandes maestros de la literatura, el ensayo y la crítica boliviana, lo que dio lugar a la refundación del movimiento Gesta Bárbara y al aprovechamiento, sobre todo, de las líneas de crítica literaria abiertas por Medinaceli. No interesaban, ahora, las propuestas estéticas del grupo inicial de Potosí, nítidamente modernistas en una primera etapa que, poco a poco, fue decantándose hacia el surrealismo; pero sí deslumbraba a los jóvenes artistas e intelectuales de mediados del siglo XX la rigurosa perspectiva crítica de Medinaceli, que había traído consigo un formidable impulso renovador manifiesto en todas las parcelas de los estudios literarios bolivianos.

El erudito Castañón Barrientos, en su prólogo a los Estudios críticos (1938) de Carlos Medinaceli, supo delimitar a la perfección los instrumentos de trabajo que tanta admiración causaban en los seguidores de la obra del escritor de Sucre. En primer lugar, y como base firme de todas sus propuestas, una vasta formación humanística que, asombrosamente actualizada, le permitía estar al corriente de todas las novedades literarias, sociológicas y filosóficas no sólo de Bolivia, sino de todo el ámbito socio-cultural hispanoamericano; en segundo lugar, un vivo interés por el despertar del nacionalismo boliviano, plasmado, en el campo de la creación literaria, en la nueva corriente indigenista; en tercer lugar -y como fruto madurado en esa amplia formación humanística mencionada anteriormente-, una deslumbrante capacidad para relacionar las obras estudiadas con cualquier referencia cultural de ámbito universal; en cuarto lugar, una rara habilidad para establecer las afinidades de la obra comentada con -según el susodicho Castañón Barrientos- "los más diversos temas"; en quinto lugar, un empleo magistral de la ironía y el sentido del humor, siempre despojados de sus aristas más cortantes; en sexto lugar, una acusada predisposición al análisis de los más mínimos detalles; en séptimo lugar, un gran talante observador que le permitía "escrutar en el fuero interno de los escritores y en el espíritu de la época"; y, finalmente, una extraordinaria capacidad para "imponer (y 'popularizar') en el ambiente literario muchas de sus apreciaciones e interpretaciones". Si a todos estos valiosos instrumentos críticos se suma el evidente sentido de la autocrítica de que hizo gala Carlos Medinaceli en todos sus trabajos, así como su valentía para reconocer y apreciar nuevos senderos estéticos que, sin embargo, nunca llegó a transitar en su faceta de creador (como, por ejemplo, el ultraísmo), resulta forzoso concluir que sus propuestas no sólo lograron establecer un nuevo modelo de confección y lectura de la literatura boliviana, sino también una original y renovador perspectiva crítica apta para aproximarse a las distintas manifestaciones del hecho literario en cualquier cultura universal.

La recuperación del legado literario, crítico y ensayístico de Carlos Medinaceli, iniciada por sus discípulos del renovado movimiento Gesta Bárbara, cobró un impulso decisivo con las labores de su amigo Armado Alba (que dio a la imprenta, a los seis años de la muerte del escritor de Sucre, sus espléndidas Páginas de vida), de su hermano Waldo Francisco (erigido en el albacea literario de Medinaceli) y de otros estudiosos y antólogos de su obra, como Mariano Baptista Gumucio (vid., infra, "Bibliografía"). La aportación de todos ellos fue decisiva a la hora de recuperar una vasta producción impresa que, a causa de las penosas condiciones en que se había desenvuelto la vida del autor, había quedado dispersa en multitud de periódicos y revistas, o reducida a paupérrimas tiradas condenadas a una inmediata desaparición.

En su temprana juventud, Carlos Medinaceli se dio a conocer como poeta por medio de unas composiciones claramente influidas por la estela del modernismo; pero, a partir de 1921, no volvió a cultivar el género poético, para centrarse en los ensayos críticos y la narrativa de ficción. A finales de la década de los años treinta vio impreso su primer libro, una selección de trabajos que, bajo el título de Estudios críticos (Sucre: Charcas, 1938), pronto fue retirada de las librerías bolivianas por el propio autor, debido a la gran cantidad de erratas con que había salido de los tórculos. Cuatro años después vio la luz un folleto ensayístico de Medinaceli titulado La educación del gusto estético (Sucre: Universidad Mayor de San Xavier, 1942), obra a la que siguió, al cabo de cinco años, la publicación en Argentina de su célebre novela La chaskañawi (Buenos Aires: Fundación Universitaria Simón I. Patiño, 1947).

Considerada como una de las obras mayores de las Letras bolivianas de todos los tiempos, La chaskañawi aborda uno de los temas más caros a la corriente indigenista hispanoamericana: el encholamiento. Adolfo Reyes, un señorito perteneciente a la poderosa oligarquía terrateniente, regresa a San Javier de la Chirca para acompañar a su madre, que acaba de enviudar. Allí cae rendidamente enamorado de Claudina, una bellísima chola que regenta una chichería (o despacho de bebidas alcohólicas como la chicha) en la que son frecuentes las fiestas, las borracheras, los escarceos eróticos y, en definitiva, todas las manifestaciones de una exaltación dionisíaca en la que se ve irremediablemente atrapado el protagonista. Por medio de una compleja elaboración lingüística que le permite jugar con toda la riqueza y variedad del quechua y el castellano, Medinaceli construye una sólida armazón argumental en la que tienen cabida tanto los temas locales (el contraste entre la vida de los indios y la de los blancos; el ambiente libertino y marginal de las chicherías; el mestizaje; la decadencia de la oligarquía terrateniente, etc.) como otros códigos literarios de alcance universal (como el retorno, la transgresión social y el poder de la enajenación dionisíaca). Aunque La chaskañawi no vio la luz hasta 1947 (dos años antes de la desaparición del escritor de Sucre), su redacción tuvo lugar a finales de la década de los años veinte, en el transcurso de una grave crisis interna de Medinaceli que acentuó el contraste entre la plenitud que iban cobrando sus protagonistas y el vacío existencial que atormentaba al autor.

El resto de la producción impresa de Carlos Medinaceli -publicada, como ya se ha indicado anteriormente, después de su muerte- se completa con los títulos siguientes: Páginas de vida (Potosí: Colección de Cultura Boliviana, 1955); Adela (La Paz: Fénix, 1955); Diálogos. Cuentos de mi paisaje (La Paz: Universo, 1963); Medinaceli escoge. Antología (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1967); Apuntes sobre el arte de la biografía (La Paz: Ed. Camarlinghi, 1968); El huayralevismo (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1972); La inactualidad de Alcides Arguedas (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1972); La reivindicación de la cultura americana (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1975); Chaipi punchaipi tutayarka (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1976); Atrevámonos a ser bolivianos. Vida y epistolario de Carlos Medinaceli [Compilación de Mariano Baptista Gumucio] (La Paz: Última Hora, 1979); La alegría de vivir [Introducción y notas de Mariano Baptista Gumucio] (La Paz: COMSUR, 1988).

Bibliografía

  • BAPTISTA GUMUCIO, Mariano. "Introducción", en MEDINACELI. Carlos: La alegría de vivir (La Paz: COMSUR, 1988).

  • CASTAÑÓN BARRIENTOS, Carlos. "Prólogo", en MEDINACELI, Carlos: Estudios críticos [2ª ed., aumentada y corregida] (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1969), págs. 9-23.

  • GUZMÁN, Augusto. "Carlos Medinaceli", en Biografías de la literatura boliviana (Cochabamba/La Paz: Los Amigos del Libro, 1982), págs. 211-215.

  • MEZA, Jorge E. El huayralevismo y Medinaceli (Cochabamba: Ed. Canelas, 1976).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.