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LiteraturaPeriodismoBiografía

Mauriac, François (1885-1970).

Poeta, narrador, dramaturgo y periodista francés, nacido en Burdeos en 1885 y fallecido en París en 1970. Educado desde su niñez en un fervoroso catolicismo, abordó la creación de personajes y situaciones desde una perspectiva jansenista en la que apenas se vislumbra algún resquicio para la libertad del individuo, lo que le llevó a mostrarse comprensivo y complaciente con sus protagonistas, siempre sometidos a un patético conflicto entre la desatada fuerza de sus pasiones y las duras exigencias de su fe. Desde el punto de vista estrictamente formal, se mantuvo dentro de los márgenes de la novela tradicional decimonónica, sin adentrarse en complejas experimentaciones estilísticas que le habrían llevado a perder una parte considerable de su extensa legión de lectores. Este éxito de ventas, sumado a su valiente y notorio compromiso en contra de la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial, le granjeó un reconocimiento internacional que culminó, en 1952, con la entrega del Premio Nobel de Literatura, galardón que le fue otorgado "por su profunda agudeza espiritual y por la elaborada intensidad con que ha penetrado, a través de sus novelas, en el drama de la existencia humana".

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada perteneciente a la rica burguesía terrateniente del sur del país, quedó a muy temprana edad huérfano de padre, por lo que fue educado exclusivamente bajo los auspicios de su madre, una mujer tradicional que le inculcó su fervor religioso y le obligó a sujetarse en todo momento a la más rígida observancia de los dogmas católicos. Pasó toda su niñez en su ciudad natal y en diferentes fincas de los alrededores de Burdeos, escenarios geográficos en los que, años después, habría de quedar ubicada la mayor parte de sus ficciones literarias; e, inmerso en ese conservadurismo espiritual propio de su clase social y su ambiente familiar, ingresó siendo todavía un niño en el colegio de los padres marianistas de Cauderan, donde cursó su enseñanza secundaria y obtuvo el título de bachiller que le facultaba para afrontar sus estudios superiores. Ya por aquel entonces era patente en el joven François Mauriac una acusada inclinación hacia el conocimiento de las Humanidades y el cultivo de la creación literaria, por lo que, al formalizar su matrícula en la Universidad de Burdeos, eligió la carrera de Filosofía y Letras, materia en la que alcanzó el grado de licenciado.

Llevado, en parte, por el deseo de ampliar horizontes vitales e intelectuales, y en parte también por la necesidad de escapar del asfixiante ambiente provinciano que había proyectado sobre él todo el tradicionalismo espiritual y cultural de la región desde los primeros compases de su vida, hacia 1906 se trasladó a París y comenzó a integrarse en los principales cenáculos literarios de la capital francesa, en los que sentó plaza de escritor merced a la publicación de una colección de versos titulada Les mains jointes (Las manos juntas, 1909). Pero a los pocos años empezó a publicar sus primeras novelas, género en el que pronto demostró encontrarse más a gusto que en el trato con las Musas, y que también triunfó, en el conjunto de su producción literaria, por encima de sus fallidas pretensiones como dramaturgo.

El estallido de la Primera Guerra Mundial le sorprendió en la edad idónea para la lucha armada (estaba a punto de cumplir los treinta años), por lo que fue enviado a combatir al frente de batalla, de donde regresó gravemente enfermo y con la firme decisión de consagrarse de lleno a la creación literaria. Así las cosas, durante la década de los años veinte dio a la imprenta algunas de sus mejores narraciones, en las que hizo gala de ese cristianismo heroico e idealista -tildado en ocasiones de "quijotesco"- que habría de caracterizar el conjunto de su obra; un fervor religioso que, por otra parte, no le impulsaba a abrazar las causas del conservadurismo reaccionario ni, mucho menos, del totalitarismo rampante que se estaba extendiendo velozmente por Europa. Antes bien, François Mauriac se distinguió por su enconada defensa de la legalidad democrática, e incluso tuvo ocasión de manifestar públicamente su simpatía por aquellos regímenes constitucionales que, legalmente respaldados por el apoyo masivo de las urnas, se veían tristemente afectados por la amenaza fascista (así, v. gr., defendió al gobierno republicano español durante la Guerra Civil).

En el decenio siguiente, Mauriac se vio forzado a defender su compromiso político con los demócratas dentro de las fronteras francesas, a la sazón invadidas por el ejército nazi, y llegó a implicarse tanto en la defensa de su nación que formalizó su militancia en las filas de la resistencia. Al mismo tiempo, desde su condición de intelectual y escritor consagrado luchó también con firmeza contra el invasor, sobre todo desde las páginas de la revista cultural Les Lettres Françaises, editada por el propio Mauriac en colaboración con Louis Aragon, con la finalidad de mostrar la oposición de los artistas e intelectuales franceses a la ocupación del ejército nazi. Y, simultáneamente, bajo el pseudónimo de Forez fue redactando un minucioso diario de guerra que, publicado en 1943 bajo el significativo título de Le cahier noir (El cuaderno negro), se convirtió en una de las principales voces "clandestinas" que denunciaban las torturas, vejaciones y asesinatos sufridos por los patriotas de la resistencia francesa a manos de los invasores alemanes.

Al término del enfrentamiento armado, el autor de Burdeos quiso volver a probar suerte dentro del género dramático, al que se había asomado en 1938 con el estreno de Asmodée (Asmodeo), una pieza que pasó inadvertida para la crítica y el público. El fracaso de su nueva incursión teatral, estrenada bajo el título de Les mal-aimés (Los mal amados, 1945) le aconsejó apartarse definitivamente del mundo de la escena para centrarse, ahora, en su faceta periodística, que le llevó desde las páginas conservadoras de Le Figaro hasta una revista más liberal de reciente creación, L'Express, fundada y dirigida por Jean Jacques Servan Schreiber. En este nuevo medio de comunicación, François Mauriac reanudó la redacción de una especie de diario personal, aunque no propiamente íntimo, en el que pasaba revista no sólo a su propia existencia y a su estado de ánimo, sino a todas las circunstancias sociales, políticas y culturales que le rodeaban. Los artículos que fueron conformando este diario, iniciados -antes de la aparición de L'Express- en La Table Ronde-, vieron la luz en varios volúmenes presentados bajo el título de Block-notes, en los que, al socaire de ese repaso crítico de la actualidad francesa, el escritor bordelés dejaba patente su admiración por la figura y la política del general De Gaulle. El excesivo entusiasmo puesto por Mauriac en la exaltación del otrora líder de la resistencia francesa no le impidió defender ardorosamente la causa argelina, por lo que fue amenazado de muerte por algunos elementos recalcitrantes de la OAS (organización terrorista de extrema derecha); pero, al margen de estos desmanes de los más exaltados reaccionarios, lo cierto es que el culto rendido por Mauriac al general De Gaulle acabó levantando ampollas entre sus propios compañeros de L'Express, lo que a la postre provocó el retorno del escritor de Burdeos al tradicional conservadurismo de Le Figaro, en donde culminó su trayectoria periodística con nuevas entregas de ese Block-notes que recoge buena parte de la historia francesa entre 1952 y 1970.

En esta última etapa de su vida, François Mauriac cultivó además el género memorístico y autobiográfico, y aún tuvo ánimos para regresar a la prosa de ficción con una novela postrera que apareció un año antes de su muerte, titulada Un adolescent d'autrefois (Un adolescente de antaño, 1969).

Obra

La anecdótica incursión del escritor bordelés en el género poético, Les mains jointes (Las manos juntas, 1909), no aportó ningún detalle digno de recuerdo a la lírica francesa contemporánea, si bien sirvió para anunciar ya esa filiación católica que habría de marcar las directrices de su posterior producción narrativa. Se trata, en cualquier caso, de un poemario integrado por composiciones de corte clásico cuya constante temática más notable es la exaltada profesión de fe de que hacen gala en casi todos sus versos.

Mayores elogios merecen las novelas primerizas de François Mauriac, compuestas y publicadas antes de su obligado traslado al frente de batalla, en las que ya asoma el poderoso narrador que habría de triunfar en la década siguiente. Son dos espléndidos relatos -L'enfant chargé des chaînes (El niño cargado de cadenas, 1913) y La robe prétexte (La toga pretexta, 1914)- que despliegan ya ante los lectores franceses el tema fundamental en la obra de Mauriac: la fuerza de las pasiones y la lucha que el ser humano intenta oponer, casi siempre traicionada por la debilidad de la carne.

A su vuelta de la contienda bélica y una vez repuesto de su grave dolencia, ya con el firme propósito de dedicarse plenamente a la prosa de ficción, François Mauriac confirmó las buenas expectativas creadas por sus dos primeras entregas novelescas con la publicación de La chair et le sang (La carne y la sangre, 1920) y, sobre todo, de Le baiser du lépreux (El beso del leproso, 1922), una magnífica narración en la que no sólo resulta apreciable la consolidación de ese estilo bello y sugerente -a veces, intencionadamente ambiguo- que habría de caracterizar su restante producción, sino también el triunfo pleno del catolicismo esforzado e idealista -ya se ha apuntado que tal vez algo quijotesco- que ya se había convertido en una de las principales señas de identidad de su obra.

Inmerso en una frenética actividad creativa, durante aquella década de los veinte dio a la imprenta otras novelas tan dignas de mención como Genetrix (1923), Le n?ud de vipères (Nudo de víboras, 1925) y Le désert de l'amour (El desierto del amor, 1925), a las que siguió la que tal vez pueda considerarse como su obra maestra, Thérèse Desqueyroux (1927), el relato de la peripecia vital de una mujer asfixiada por el ambiente provinciano y la mentalidad pequeño-burguesa que le rodean. La figura de la protagonista, considerada como una pieza emblemática dentro de la producción narrativa de Mauriac, cobró tal alcance simbólico que reapareció luego en otras narraciones del autor bordelés, como la novela titulada La fin de la nuit (El final de la noche, 1935).

Otras narraciones suyas de notable interés son Le mystère Frontenac (El misterio Frontenac, 1933) -identificada por la crítica francesa, ya desde el momento de su aparición, como una reconstrucción novelada de la historia familiar del propio autor-, Les anges noirs (Los ángeles negros, 1936) y la ya citada novela de vejez Un adolescent d'autrefois (Un adolescente de antaño, 1969), que vio la luz cuando el escritor católico ya había rebasado con creces los ochenta años de edad.

En parágrafos superiores ya se ha dejado constancia del fracaso como autor teatral de François Mauriac, quien intentó conquistar los escenarios parisinos con dos piezas de tan escasa valía dramática como Asmodeé (Asmodeo, 1938) y Les mal-aimés (Los mal amados, 1945). Sí triunfó, en cambio, en su faceta de ensayista, en la que aportó al pensamiento francés contemporáneo algunos títulos tan valiosos como La vie de Jean Racine (La vida de Jean Racine, 1928), Blaise Pascal et sa soeur Jacqueline (Blaise Pascal y su hermana Jacqueline, 1931), Le romancier et ses personnages (El novelista y sus personajes, 1933) y, de forma muy señalada, su celebérrima Vie de Jésus (Vida de Jesús, 1936), de amplia difusión entre los cristianos de numerosos lugares del mundo. Y en lo que se refiere a la predilección por la introspección autobiográfica que mostró el autor de Burdeos durante la última etapa de su producción literaria, resulta obligado citar algunos títulos suyos tan notables como Mémoires intérieurs (Recuerdos interiores, 1959), Nouveaux mémoires intérieurs (Nuevos recuerdos interiores, 1965) y Mémoires politiques (Memorias políticas, 1967).

Entre los autores más influidos por la obra y el pensamiento de François Mauriac cabe recordar, dentro de Francia, al filósofo Gabriel Marcel (1889-1973) y a la narradora de origen ruso Nathalie Sarraute (1902-1999); y, fuera de las fronteras francesas, al novelista español Xavier Berenguel (1905), que siguió los modelos narrativos de Mauriac en sus novelas tituladas La familia Rouquier (1953) y El testament (1955).

Bibliografía

  • BOISDEFFRE, Pierre de: Metamorfosis de la Literatura. Tomo I: Barres, Gide, Mauriac, Bern, Barcelona: Guadarrama, 1969.

  • François Mauriac, Madrid: Axel Springer, 1985.

  • ROBINCHON, Jacques: François Mauriac, Madrid: EPESA, 1977.

  • ROUSSEL, Bernard: Mauriac o el pecado y la gracia, Madrid: Ibérico Europea de Ediciones, 1970.

  • ZAMARRIEGOS, Tomás: Tipología sacerdotal en la novela contemporánea. Bernanos, Mauriac, Madrid: Razón y Fe, 1959.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.