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ReligiónBiografía

Mani o Manes (ca. 216-277).

Profeta y fundador del maniqueísmo, hijo de Patek (Patékios, Fâtak, Fouttak, Patik, Patecius), quien se convirtió a una secta ascética conocida como “los que se lavan” (almughtasila). Educado en los principios de dicha secta, Mani había venido al mundo en Hamadan (provincia de Media, al norte de Babilonia), en una localidad situada al sur del canal que une el Éufrates con el Tigris.

La tradición cuenta que tuvo su primera revelación siendo niño, al contemplar un espíritu que él describe como “el Gemelo”, quien se le volvió a aparecer en el año 240, animándole a predicar lo que había aprendido. Al comienzo del reinado de Shahbuhr I (241-272), convertido en rey a la muerte de Ardashir (el fundador de la dinastía sasánida), Mani comenzó su predicación en Persia, en Mesena, en Asorestán, en Media y en el reino de los Partos. Protegido por el rey, siendo miembro de la corte, pudo, durante treinta años, formar a sus discípulos, redactar sus Escrituras (Shahbuhragan), organizar su iglesia y enviar a sus misioneros a Oriente y Occidente. Tras la muerte del rey, su hijo Hormizd I continuó la política religiosa de su padre. En abril del 274, Bahrâm I, otro hijo del fallecido, tomó la dirección del reino. Durante su reinado, el Gran Môbêd Kartîr, enemigo encarnizado de todo culto extranjero, trató de elevar el mazdeísmo al rango de religión de Estado. A instancia suya, Bahrâm hizo arrestar a Mani; y tras un corto proceso, le hizo encarcelar definitivamente en Gundêshâhpur. Después de veintiséis días de sufrimientos, murió un lunes, probablemente el 26 de febrero del 277. Su cuerpo fue decapitado y su cabeza expuesta en una de las puertas de la ciudad.

Hasta los descubrimientos del siglo XX, no disponíamos de más datos biográficos que los aportados por los detractores del maniqueísmo, que presentaban a Mani como un heresiarca y un impostor, como consta en las Acta Archelai (ca. 325). Pero la crítica erudita de este texto hecha por Beausobre en 1734 cambiará la visión de Mani, presentándolo como un profeta que trata de conciliar Oriente y Occidente, hombre inteligente y cultivado, versado en ciencias, músico y matemático, pintor y geógrafo, astrónomo y médico. El descubrimiento, en el siglo XIX, de fuentes orientales, especialmente de textos de los grandes historiadores árabes (Shahrastâni y an-Nadîm) y de las religiones asirio-babilónicas, confirma la hipótesis apuntada en el siglo XVIII. En este nuevo contexto, se plantea una cuestión: ¿es Mani un genio religioso o simplemente un compilador que ha realizado un sincretismo entre las doctrinas de Zoroastro, la moral budista, el culto de Mitra y ciertos elementos del cristianismo? Los textos coptos descubiertos en Medinet Mâdi en 1930 permiten una nueva lectura de la biografía de Mani. En el Kephalaion I, una introducción a su catequesis, tras la evocación de las grandes etapas del desarrollo histórico de la liberación de los hombres, cita a algunos de sus predecesores (Sethel, Enoc, Sem, Buda, Zaratustra y Jesús). Con respecto a este último, Mani resume en ocho artículos los principales acontecimientos de la vida de Jesús; habla también del valor de los apóstoles, de la misión de Pablo, etc., y se presenta a sí mismo como aquél anunciado por Jesus como revelador de los misterios al mundo y a las generaciones.

Esta autobiografía, incrustada en un doble formulario de fe agnóstica, nos demuestra que en el maniqueísmo el misterio fundamental es el dualismo radical y universal. Muy recientemente, en unos papiros de una tumba de Oxirrincos se ha descubierto una Vita de Mani escrita en griego sobre un papiro fechado paleográficamente hacia el siglo V, donde el tema fundamental es el devenir de los cuerpos. Entramos en el terreno de la gnosis: la caída de Mani en lo material. El Codex conservado en Colonia presenta un interés muy particular: la biografía de Mani se ocupa principalmente de los años de su formación (entre los 4 y 24 años de edad) en el seno de los elsaítas o almughtasila. Los textos griegos y coptos los designan con el nombre de baptistai, por su abstinencia de comida, vino y sexo. Las primeras páginas de este libro hacen referencia a la tradición maniquea sobre la infancia maravillosa del profeta, quien desde los 4 a los 12 años tuvo visiones que le pusieron en contacto con el gnosticismo: el respeto al alma viva, la cruz luminosa. A la edad de 12 años, Mani recibió una visita celeste. Era la hora de la primera revelación: el ángel Al-Taum, quien formará al profeta y le preparará para su misión. Mani predicó primero su fe a su familia, y después emprendió un viaje a la zona noroeste de la India, donde al parecer consiguió muchas conversiones.

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  • csc