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Ocio y entretenimientoBiografía

Lomelín Migoni, Antonio (1945-2004).

Matador de toros mexicano, nacido en Acapulco el 26 de diciembre de 1945 y fallecido el 8 de marzo de 2004 en Ciudad de México. Tras haber tomado parte en diferentes festejos menores que le sirvieron para cimentar los pasos iniciales de su entusiasta andadura novilleril, actuó por vez primera en una novillada picada en la pequeña plaza de La Aurora, próxima al Distrito Federal, intervención que le permitió comparecer muy pronto, todavía en calidad de novillero, en la plaza Monumental de México. Corría, a la sazón, el día 16 de mayo de 1965.

Desde estos tempranos comienzos demostró que era un torero valiente y arrojado en extremo, dispuesto a dejarse arrollar por las reses con tal de no cometer un mal gesto que pudiera menoscabar su valor. Esta actitud temeraria en la cara de los astados estuvo a punto de truncar su incipiente carrera al poco tiempo de haberse enfundado su primer traje de luces, ya que, antes de haber recibido el doctorado en tauromaquia, sufrió dos graves cornadas en la ingle (una en la plaza de Puebla, y otra en el coso de Monterrey) que marcaron el rumbo trágico por el que habría de discurrir su andadura taurina.

Finalmente, consiguió vestirse el terno de alamares para tomar la alternativa un 20 de noviembre de 1967 en el coso de Irapuato, donde, apadrinado por el valeroso espada de Guadalajara (México) Manuel Capetillo Villaseñor, dio lidia y muerte a un astado marcado con el hierro de la ganadería de Rancho Seco, que atendía a la voz de Tupinamba. A guisa de testigo de esta ceremonia, hizo también el paseíllo aquella tarde el coletudo de Tetela de Ocampo José Huerta Rivera ("Joselito Huerta"). Por confirmar la estela accidentada que iba dejando su paso por los ruedos, uno de sus enemigos le hirió gravemente en el recto.

Unos meses después (concretamente, el día 18 de febrero de 1968), el susodicho "Joselito Huerta" hizo las veces de padrino en la confirmación de alternativa de Antonio Lomelín Migoni, verificada en las arenas de la Monumental de México frente a un encierro de la vacada de Llaguno, y con el concurso de Jesús Solórzano Pesado en calidad de testigo. En su arrolladora carrera, Antonio Lomelín se situó aquel mismo año de 1968 en el primer puesto del escalafón superior mexicano, con un total de cuarenta y tres corridas lidiadas durante el transcurso de dicha campaña.

Así las cosas, el 25 de julio de 1969 se presentó por vez primera en suelo español, para vestirse de torero en las arenas de la Ciudad Condal. No halló, empero, en la Península Ibérica la misma suerte que había tenido hasta entonces en los cosos de su país natal, por lo que regresó a México después de haber intervenido en ocho funciones.

Tras completar otra exitosa temporada en los ruedos mexicanos, Antonio Lomelín decidió cruzar de nuevo el Atlántico y presentar otra vez su arte y su valor en la cuna del Arte de Cúchares, con la intención de que fuera la afición española quien le ratificase el título de figura del toreo. Así las cosas, el día 28 de mayo de 1970 compareció en el redondel de la madrileña plaza Monumental de Las Ventas dispuesto a confirmar en suelo español su alternativa, bajo el padrinazgo del arrojado diestro zamorano Andrés Mazariegos Vázquez ("Andrés Vázquez"); el cual, bajo la atenta mirada del torero madrileño José Manuel Inchausti Díaz ("Tinín"), que hacía las veces de testigo, le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque a Montillano, un burel que había pastado en las dehesas de Alonso Moreno de la Cova. Aquella tarde de su confirmación venteña (en la que también lidió a caballo el rejoneador portugués David Ribeiro Telles), Antonio Lomelín Migoni protagonizó dos de las mexores actuaciones de toda su carrera taurina, que a la postre le valieron la clamorosa ovación del respetable, la entrega de tres orejas (una del toro de su confirmación y dos de su segundo oponente, al que liquidó de una soberbia estocada en medio de los gritos de "¡torero, torero!" que le lanzaba el público venteño) y la salida a hombros por la Puerta Grande. Este rotundo triunfo permitió a Antonio Lomelín firmar un total de veintidós ajustes en España durante dicha temporada de 1970.

En 1971 regresó a la Península Ibérica para enfundarse el terno de alamares en catorce ocasiones, dos de las cuales tuvieron lugar en el transcurso de la madrileña Feria de San Isidro. En la primera de ellas actuó como testigo de la confirmación de alternativa del espada de Linares Manuel Vázquez Ruano ("Curro Vázquez"), y en la segunda cortó un apéndice auricular a un astado procedente de la ganadería mexicana de Mimiahuapán (que se anunciaba por vez primera en Las Ventas). Pero su mala estrella ante la cara de las reses reapareció aquel año en el coso de Barcelona, donde fue herido gravemente por un astado criado en las dehesas de Osborne.

De regreso a su país natal, la concatenación de percances que iban jalonando su accidentada trayectoria taurina se intensificó y agravó en extremo. El día 1 de agosto de aquel mismo año de 1971, en el coliseo taurino de Tijuana, un toro de la ganadería de Mimihuapán que atendía a la voz de Querendón le infirió una tremenda cornada en el hígado, después de que el temerario espada de Acapulco aguantase lo indecible para colocar un par de banderillas cortas. Por su similitud y gravedad, esta desgracia trajo a la memoria de los viejos aficionados mexicanos la cogida mortal que sufrió el matador Alberto Balderas Reyes en la plaza capitalina de El Toreo el 22 de diciembre de 1940, bajo las astas de Cobijero, perteneciente a la vacada de Piedras Negras.

Sin embargo, el esforzado Antonio Lomelín se repuso también de esta gravísima lesión, y reapareció en los ruedos aztecas sin dar muestra alguna de haber perdido un ápice de su arrojada temeridad. Esta afición se mantuvo, incluso, después de que sufriera una cogida todavía más grave, que estuvo a punto de acabar con su vida sobre las arenas de la plaza Monumental de México. Allí, el toro Bermejo, que había pastado en las dehesas de Xajay, se arrancó malamente contra Antonio Lomelín cuando éste pretendía banderillearle al quiebro y le asestó una espantosa cornada en el vientre, que obligó al valeroso torero de Acapulco a correr hasta las tablas sujetándose los intestinos con su mano derecha. El espanto que causó esta cogida, junto al asombro que despertó la sangre fría del espada herido, acrecentó notablemente el renombre de torero valiente y temerario que arrastraba Antonio Lomelín desde el inicio de su carrera taurina.

La seriedad de estos percances no le movió, empero, a cortarse la coleta; antes bien, demostró una meritoria capacidad de superación que le permitió permanecer en activo durante otras muchas temporadas, a pesar de que su mala suerte siguió deparándole graves cornadas. Logró, así, ocupar el primer puesto del escalafón superior de matadores mexicanos al término de la campaña de 1981, en la que llegó a cumplir ochenta y siete ajustes; y fue corneado gravemente en Irapuato el 20 de noviembre de 1983, y en Pachuca en abril del año siguiente. A pesar de ello, todavía en 1989 se vistió de luces en veinticuatro ocasiones, para pasar a intervenir en sólo trece funciones a lo largo de la siguiente campaña.

Entre las grandes virtudes artísticas que, al margen ya de su acreditado valor, atesoraba Antonio Lomelín Migoni, cabe recordar aquí su extraordinaria ejecución de la suerte del péndulo, así como su asombrosa facilidad para practicar de frente y por derecho el volapié con el que acostumbraba a fulminar a sus oponentes. Acerca de él ha escrito Carlos Abella que "como pocos toreros mexicanos, ha encarnado fielmente el más significado papel de torero-macho, al que poco importa el peligro y que parece disfrutar en la bélica confrontación con el toro".

Bibliografía

  • - ABELLA, Carlos y TAPIA, Daniel. Historia del toreo (Madrid: Alianza, 1992). 3 vols. (t. 3: "De Niño de la Capea a Espartaco").

- COSSÍO, José María de. Los Toros (Madrid: Espasa Calpe, 1995). (2 vols.).

- GUARNER, Enrique. Historia del toreo en México (México, 1979).

- VINYES RIERA, Fernando. México, diez veces llanto (Madrid: Espasa-Calpe, 1987).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.