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MúsicaBiografía

Lobo, Alonso o Alfonso (1555-1617).

Compositor español nacido en Osuna alrededor del año 1555 y fallecido en Sevilla el día 5 de abril de 1617.

Alonso Lobo fue uno de los polifonistas más reconocidos de todos cuantos desarrollaron su labor al servicio de las catedrales españolas de la época de Felipe II. El músico, cuyo padre, según ponen de manifiesto los documentos de la época, ya había servido como cantor de alguna de las capillas musicales asociadas a los templos de la España renacentista, pasó parte de su infancia como niño cantor de la catedral de Sevilla. Tras estudiar y obtener el título de licenciado en la Universidad de su ciudad natal de Osuna, Guerrero volvió a formar parte de la capilla catedralicia de Sevilla, esta vez asumiendo una mayor responsabilidad al actuar como vice-maestro de capilla y asistir así en sus funciones al maestro de capilla titular. A pesar de que la práctica común en la época de Alonso Lobo era que los músicos tuvieran que superar una durísima serie de pruebas como requisito previo para acceder a cualquier cargo dentro de una capilla musical, con más motivo aún en el caso de una tan prestigiosa como era en la época la institución musical asociada a la catedral de Sevilla, lo cierto es que este compositor no tuvo que superar oposición ninguna para convertirse en asistente del maestro de la capilla sevillana, probablemente gracias al prestigio que ya para entonces debía de haberse ganado Lobo, así como a la confianza del que por entonces ostentaba el cargo de maestro principal, el célebre polifonista Francisco Guerrero. En un principio, Lobo dirigió el coro durante la ausencia de Guerrero por invitación del cabildo catedralicio, pero más tarde, tras el regreso del maestro, permaneció a su lado como asistente, lo que, sin duda, le proporcionó la oportunidad de asumir sus enseñanzas con mayor diligencia que ningún otro de los numerosos polifonistas españoles de la época que se admiraron las composiciones de Guerrero. Pero la situación de subordinación al anciano maestro no duró mucho, a pesar de que, lejos de haber existido ninguna clase de rivalidad entre ambos, Lobo demostrara en todo momento sentir una considerable admiración por el que había sido su superior, como demuestra el hecho de que a lo largo de su vida compusiera diversas parodias (misas elaboradas tomando como pretexto un tema musical extraído de alguna composición anterior) compuestas sobre los motetes de Guerrero. Entre sus diferentes “misas parodia” destacan las que reciben los títulos de Prudentes virgines, Beata Dei genetrix y María Magdalena. La admiración que Alonso Lobo debió de sentir por su superior y maestro queda patente en el hecho de que, cuando dejó su puesto de asistente en la capilla musical sevillana para ocupar una plaza de maestro de capilla titular en la también muy prestigiosa capilla musical de la catedral de Toledo, decidiera comprar una edición impresa de la obra de su maestro, los Mottecta liber secundus y las Canciones y villanescas espirituales.

Alonso Lobo permaneció en la catedral de Toledo entre los años de 1593 y 1604. Su labor allí no se limitó a la dirección y organización musical de una de las capillas más importantes de la España del Renacimiento, así como a componer la música que requería la celebración de los servicios religiosos, sino que el compositor andaluz se ocupó, además, de publicar varias de sus obras polifónicas, entre ellas seis misas, las que llevan por títulos los de Beata Dei genitrix, a seis voces; María Magdalena, a seis voces; Prudentes virgines, a cinco voces; Petre ego pro te rogavi, a cuatro voces; Simile est regnum coelorum, a cuatro voces; y O Rex gloriae, a cuatro voces; así como varios motetes. Tras su estancia en Toledo, una vez fallecido Francisco Guerrero, Alonso Lobo decidió volver a Sevilla donde esta vez asumió ya responsabilidades de maestro de capilla titular, el mismo cargo que había venido ocupando en Toledo. Este sería su último destino, en él permanecería hasta su muerte, en el año 1617, ocupado de regir la capilla sevillana, así como de componer numerosas obras musicales que alcanzarían una gran aceptación, no solamente a lo largo de la vida del maestro, sino también en los años posteriores a su muerte. Así pues, fue precisamente el cabildo de la catedral de Sevilla el que, ya en 1648, aproximadamente treinta años después del fallecimiento del músico, celebró una reunión en la que decidiría que se interpretaran en determinadas fechas las piezas para órgano compuestas por Lobo, así como algunas de sus composiciones corales polifónicas. Concretamente su Credo romano fue elegido para ser interpretado en alguna de las solemnidades principales. Es precisamente este Credo, una obra independiente de cualquier otra de las misas de Lobo, la obra que, junto con su Ave Maria, contribuyó en mayor medida a difundir la fama de Alonso Lobo como polifonista entre las generaciones de músicos de épocas posteriores. En cualquier caso, el prestigio de Lobo como compositor de música religiosa a lo largo de su vida queda fuera de toda duda. Para apreciarlo, no cabe más que tener en cuenta el hecho de que el mismo Tomás Luis de VICTORIA, el polifonista español más prestigioso de su época y más apreciado a lo largo de los siglos posteriores, mantuviera correspondencia con él y lo considerara en todo momento como su igual.

Otros músicos contemporáneos han dejado testimonio de la gran consideración en que se tenía la obra del maestro Lobo en la España de finales del siglo XVII; así, el organista y teórico de la música Andrés Lorente, en su obra El Porqué de la Música en cuatro libros (Alcalá de Henares, 1672), recomienda a los estudiantes de composición estudiar las obras de una serie de autores, entre los que figura el nombre de Alonso Lobo junto con el del resto de los polifonistas españoles más sobresalientes de su época. Dice Lorente: "Para ver composiciones de a cinco y de a seis voces hechas con todo acierto, y para saber cómo se ha de acentuar la letra, se podrán ver los libros de Felipe Rogier [de origen valón pero plenamente integrado en la vida musical peninsular desde que viniera a España en 1572 para formar parte como niño cantor de la capilla musical de Felipe II], Alfonso Lobo, Palestrina, Guerrero, Morales y otros muchos autores, de que están llenas todas las iglesias.

Bibliografía

  • STEVENSON, R.: La música en las catedrales españolas del siglo de Oro.
    RUBIO, S.: Historia de la música española 2. Desde el "ars nova" hasta 1600.

  • AYARRA JARNE, J. E.: La música en la catedral de Sevilla.
    CÁRDENAS, I.: Tres músicos en Osuna.

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín