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HistoriaPolíticaBiografía

Kosciuszko, Tadeusz (1746-1817)

Militar polaco, nacido el 12 de febrero de 1746 en Mereczowsczyzna (actualmente en territorio de Bielorrusia, pero en su época gobernado por Lituania), y fallecido en Soleure (Suiza), el 15 de octubre de 1817. Kosciuszko está considerado en Polonia como héroe nacional, debido a su participación en las luchas nacionalistas que, durante todo el siglo XIX, mantuvieron los polacos contra Rusia, Prusia y Austria, estados orientales en los que el histórico país eslavo estaba contenido. Nacido en el seno de una familia de la antigua nobleza polaca, Kosciuszko se decantó desde su juventud por la carrera militar. Tomó clases en la Academia Militar de Varsovia, así como estudios de ingeniería en Alemania y Francia. Allí entró en contacto con el pensamiento liberal del que estaba imbuido todo el estamento militar europeo, y que en Polonia, dados los sentimientos de opresión nacional, se encontraba a flor de piel. Regresó a Polonia en 1775 pero, un año más tarde, su exaltación liberal (y, según parece, cierto asunto amoroso), le llevaron hacia América, donde participó en el proceso de emancipación de las colonias británicas que, a la postre, formarían los Estados Unidos. Sus estudios y su inteligencia en la ingeniería militar hicieron posible que el general de los insurrectos, el futuro presidente George Washington, lo nombrase coronel ingeniero; con tal grado participó en la batalla de Saratoga (1777), a las órdenes del general Horatio Gates, y su lucidez estratégica prestó un gran apoyo a la que habría de ser una gran victoria de los colonos. En 1778 fue encargado de diseñar y fortificar el Estado mayor del ejército insurrecto, el famoso cuartel de West Point (Nueva York), edificio que hasta hoy día es utilizado como academia militar por el ejército norteamericano. Participó en diversas campañas militares hasta la definitiva resolución de la guerra en 1783, tras la cual se le concedió el grado de general de brigada, una renta inherente a su cargo y la nacionalidad norteamericana. Pese a su éxito en el Nuevo Continente, Kosciuszko decidió regresar a Europa.

De vuelta a Polonia, Kosciuszko comenzó a encender en los ambientes militares la chispa para una revolución liberal-nacionalista, y encontró terreno abonado en el general Poniatowski, que le recompensó, por sus actividades militares en América, con el grado de general de división. En el año 1789, las noticias de la Revolución Francesa fueron calurosamente acogidas en Polonia, y el propio general Kosciuszko se manifestó públicamente a favor de los ideales emanados por el levantamiento parisino. Pero las monarquías absolutistas que sojuzgaban Polonia, Rusia y Prusia, procedieron en el año 1793 a un nuevo reparto de las fronteras, cuestión que fue aprovechada por Kosciuszko y otros militares polacos para levantarse en armas contra las potencias continentales. Él mismo fue el dirigente de la sublevación de Cracovia el 24 de marzo de 1794, y el éxito de sus soldados hizo que Poniatowski le concediese el mando total de las tropas; la respuesta rusa fue inmediata, y consistió en el envío de un poderoso ejército que, pese a su superioridad numérica, fue derrotado por las tropas polacas, dirigidas por Kosciuszko, en la batalla de Raclawice, acontecida el 4 de abril de 1794. En mayo del mismo año un nuevo contingente militar, formado esta vez por soldados rusos y prusianos, cercó Cracovia, sometiéndola a constantes bombardeos, pero Kosciuszko logró que se levantara el cerco el día 5 de septiembre. Sin embargo, quizá el exceso de confianza traicionó al estratega polaco, puesto que un mes más tarde inició una contraofensiva militar con el objetivo de expulsar a las tropas extranjeras de Polonia. Las fuerzas ruso-prusianas, reorganizadas tras el cerco y reforzadas con tropas de refresco, derrotaron al ejército polaco de Kosciuszko en la batalla de Maciejowice, el 10 de octubre de 1794, donde además fue herido. Tras la batalla, que acabó con el alzamiento polaco, el general Kosciuszko fue hecho prisionero y encerrado en una cárcel moscovita.

En el año 1796, gracias a una amnistía general de presos concedida por el nuevo zar ruso, Pablo I, Kosciuszko recuperó la libertad y volvió a Polonia para ver cómo los mandos del ejército de su país habían sido sustituidos por militares rusos o germanos, lo que hacía imposible cualquier intento militar de lucha. Por esta razón, en 1797 volvió a Estados Unidos, donde fue recompensado con una pensión en metálico y unas tierras de concesión gubernamental en Ohio. De nuevo en Europa, en 1798 estableció su residencia en París, donde tomó parte en diversas actividades políticas, la principal de ellas reclamar, en cualquier foro de debate posible, el nacionalismo polaco. Al año siguiente, hastiado del escaso éxito de su labor política, pasó a residir en la ciudad suiza de Soleure, donde dedicó la mayor parte de su tiempo a la escritura de obras de ingeniería militar y, naturalmente, a todo tipo de pasquines y pliegos contrarios al absolutismo de las potencias europeas con respecto a Polonia. Aún tuvo oportunidad de mostrar sus planteamientos liberales y nacionalistas en el famoso Congreso de Viena (1815), foro desde el cual los países europeos pretendían retornar al antiguo status quo existente antes de la irrupción napoleónica; Kosciuszko acudió en calidad de representante de Polonia, y disertó acerca del liberalismo y de la opresión de Rusia y Prusia. Poco después, enfermo, se retiró a su residencia suiza, donde falleció en 1817.

Siempre consecuente con sus ideas, en su testamento dejó específicamente resuelta la liberación de todas aquellas personas que tenían la calidad de siervos en sus posesiones polacas; por lo que respecta a la concesión americana, fue revendida al incipiente estado norteamericano, pero el dinero obtenido se utilizó para construir una escuela expresamente dedicada a la alfabetización de la población negra. Fue enterrado, con honores militares, en la catedral de Cracovia, donde también se le erigió una estatua conmemorativa. Otro singular homenaje, esta vez espontáneo, fue el que le prestaron sus antiguos compañeros de armas, quienes instalaron un montículo artificial en Raclawice, a escasos kilómetros de Cracovia, formado por sacos de tierra traídos para tal efecto de todos los campos de batalla donde Tadeusz Kosciuszko combatió por la libertad de Polonia.

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez