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BiografíaFotografía

Kertész, André (1894-1985).

Fotógrafo húngaro nacido en 1894 en Budapest y fallecido en Nueva York (Estados Unidos) en 1985.

Vida.

Desde que un día encontró, siendo un adolescente, un manual de fotografía en un desván, André Kertész supo que se dedicaría en cuerpo y alma a este arte. No obstante, tuvo que esperar algunos años para que llegara ese momento. Muerto su padre, se vio obligado a trabajar en la Bolsa de Budapest y, a la edad de veinte años, a servir en el ejército austro-húngaro. En 1914 adquirió su primera cámara y decidió dedicarse por entero a la fotografía, pero la destrucción de sus negativos en 1918 le hizo volver a su empleo en la Bolsa. Sin embargo, conservó este trabajo durante poco tiempo, pues en 1922 la Sociedad Húngara de Fotografía le concedió el diploma de honor. A partir de ese momento no abandonó ya el que sería su gran oficio, la fotografía, aunque para ello tuvo que marchar a París y mal vender imágenes por 25 francos para poder subsistir.

Llegó a París en 1926 y se estableció como retratista y fotógrafo ilustrador. En esta época comenzó su colaboración con las publicaciones Frankfurter Illustrierte, Berliner Illustrierte, Nationale de Fiorenza, Sourire, Uhu o Times y fraternizó con los movimientos de vanguardia de la capital francesa, sin afiliarse nunca a ninguno de ellos. Su obra es difícilmente clasificable, aunque muchas veces se ha dicho que es “surrealizante”.

La cámara en miniatura no sólo resultó ser de gran utilidad a los fotoperiodistas, sino que también abrió nuevas posibilidades estéticas. La facilidad en el manejo permitió que el fotógrafo buscara ángulos poco habituales y registrara episodios de la vida cotidiana. Ya en 1915, André Kertész realizó fotografías sensibles y sin poses con personas vistas en sus ambientes naturales. Pero, hacia 1926, su visión se hizo más arquitectónica, y aprendió a tomar el instante fugaz e irrepetible en la línea bressoniana. Fue el gran maestro de otro grande, Brassaï, quien aprendió de él la técnica que utilizó con tanta elocuencia para fotografiar París de noche, cualquiera que fuera la luz que encontrara. El húngaro se preocupó por los mismo problemas que Moholy-Nagy, también húngaro, al hacer retroceder los límites del documento y utilizar perspectivas aéreas, formas estructuradas en diagonal y luces difíciles.

Nunca teorizó sobre su trabajo; se limitó a hacer fotografías por placer, para venderlas y exponerlas. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1927, en una pequeña galería de Montparnasse: “Le Sacre du Printemps”. Un año después expuso con otros artistas en el primer Salón de los Independientes de la Fotografía, que incluyó también una retrospectiva de la obra de Nadar y de Atget. Kertész presentó su obra “La fourchette” para la indignación de otros artistas que criticaban la simplicidad de la imagen: “Cualquiera puede sacar una fotografía de un tenedor y un plato”. Sin embargo, la Revue hebdomadaire consideró esta imagen como la única de toda la exposición puramente artística. Y es que la fotografía posee toda la belleza de la austeridad: un encuadre cuidadosamente compuesto que muestra con precisión la curvatura de las puntas y las líneas perfiladas del mango con asombrosa cualidad estética. Sea como fuere, lo cierto es que “La fourchette” a partir de este momento llevó una doble vida entre el arte y el comercio, al servir como ilustración para la publicidad de una marca de cubiertos.

Fue también en París, hacia 1933, donde Kertész inició su serie de “Distorsiones”. Trabajando con su Leica, fotografiaba el reflejo de los sujetos en un espejo deformante poniendo de manifiesto como toda fotografía está constituida en realidad por la suma de una multitud de señales visuales, una forma que se lee por fragmentos gracias a los detalles significantes y no en su unidad global. Esta serie reveló las tensiones y las desigualdades propias de la representación fotográfica y la importancia de la elección del artista. De este modo llamó la atención sobre la posibilidad de que la fotografía más pura pudiera conllevar toda la esencia de la subjetividad.

En 1936 emigró a Nueva York, donde firmó contrato con Keystone. Un año más tarde inició su colaboración con Vogue, Harper´s Bazaar y otras muchas publicaciones. En la década de los sesenta, y tras recuperarse de una grave enfermedad, decidió trabajar como fotógrafo independiente. Recibió el título de Doctor Honoris Causa del Royal College of Art y la Legión de Honor francesa. En la década de los setenta, la obra de Kertész fue una de las más cotizadas en Europa y Estados Unidos, 500 dólares costaba una fotografía suya, paradójico si se tiene en cuenta que no hacía cincuenta años del momento en que un joven húngaro se instalaba en París vendiendo fotos a 25 miserables francos.

Bibliografía.

  • LEMAGNY & ROUILLÉ: Historia de la fotografía, Barcelona: Alcor, 1986.

  • VV. AA.: La fotografía del siglo XX, Taschen, 1997

Autor

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